Düren, 08.06.2000

El 8 de junio del 2000, rezaba en mi casa ante la imagen de la Virgen María de Einsiedeln. Durante la oración, allí repentinamente escuché la voz de la Madre de Dios. Ella me habló así:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado y divino Hijo Jesucristo. Es Él quien os dona la bendición, el amor y la salvación. Por encargo de mi Hijo vengo a vosotros.

Queridos hijos, reuníos y orad juntos. Yo os he llamado a cada uno de vosotros. ¡Llamad el nombre de mi divino Hijo! Mi deseo más profundo es que seáis perlas vivientes de mi rosario. Sed mi rosario. Hasta la perla más pequeña es muy importante, las que unidas se convierten en una oración muy eficaz. Yo os hago esta llamada, pero vosotros tomáis la decisión de seguir mi llamado. Mi divino Hijo os pide que cada uno de vosotros tome libremente esta decisión. Por amor vosotros deberíais decidiros por Él.

¡Sé mi rosario vivente!

Düren, 03.07.2000

El 3 de julio del 2000, rezaba nuevamente ante la imagen de la Señora Negra de Einsiedeln. Durante la oración escuché las palabras de la Madre de Dios diciéndome lo siguiente:

“¡Toma tu lapicero y escribe! Hijos míos, Yo os saludo y os bendigo. Vengo a vosotros por encargo de mi divino Hijo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios.

Mira, lo que te he preparado. Anda allí y cumple mi más profundo deseo, que también es el deseo de mi divino Hijo. Él es la Gracia. Gracia para vosotros, los que cumplís la voluntad de Dios. Gracia para la iglesia, la casa de mi divino Hijo, y Gracia para los servidores de mi divino Hijo, a quienes he llamado al sacerdocio y a los que seguiré llamando. Construid un templo divino en vuestros corazones y reuníos juntos en honor a Dios en la casa de mi divino Hijo. Yo estaré con vosotros y cada uno sentirá mi presencia, ésta es la voluntad de Dios. ¡Hijos míos, rezad, rezad y llamad a mi divino Hijo.!

Düren, 25.07.2000

Durante mi oración del 25 de julio del 2000 bajo la imagen de la Señora Negra, la Madre de Dios de Einsiedeln, aproximadamente a las 20.45 horas, nuevamente escuché la voz de la Madre de Dios. Ella me dijo lo siguiente:

«Hijos míos, Yo os saludo y os bendigo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Vengo a vosotros por encargo de mi amado Hijo. Mi voluntad es la voluntad de mi amado Hijo Jesucristo, el Hijo de Dios.

Hijos míos, escuchad: No desperdiciéis más vuestro tiempo aquí en la tierra. No dudéis más. Cumplid la voluntad de mi Hijo, de esta manera, Él será para vosotros vuestra salvación, la única y verdadera Gracia y la Gracia que se os concederá, os dará la salvación y os colmará de bendiciones. Hijos míos, Yo os hablo como Madre. Id a la casa de mi amado Hijo y pedid allí humildemente.Yo estaré con vosotros. Yo os sumergiré en mi Corazón, para que vuestras almas se fortifiquen y se adornen tan solo con el Amor de Dios. Preparáos, Yo os hago esta llamada, ¡Estad preparados!»

Sievernich, 07.08.2000

El lunes 7 de agosto del 2000, tuvo lugar el primer encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Al comienzo sentí un gran calor. Luego la Madre de Dios apareció allí durante la oración. Ella estuvo vestida toda de blanco, en la parte delantera de su túnica, sobre su pecho, tenía un corazón rodeado de una corona de espinas. Ella estaba radiante y muy cariñosa. A su derecha e izquierda vi dos columnas hechas de rosas blancas. Detrás de Ella había una luz clara en forma ovalada. Al principio (desde mi punto de vista) Ella estaba al lado izquierdo del altar, luego estuvo suspendida en el aire y vino hacia mí. Ella me dijo:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Vengo a vosotros por encargo de mi divino Hijo Jesucristo. Sentid como estoy por entero aquí con vosotros. Me alegro que estéis en el Oasis Azul de Oración, de esta misma manera, Yo estoy completamente en vosotros, vosotros, las perlas de mi rosario. Vosotros sois pocos en este vuestro tiempo terrenal. Pero mis palabras se propagan por todo el mundo, y pronto hijos míos, ¡vosotros seréis muchísimos rosarios! Vosotros estáis radiantes porque Yo estoy con vosotros, vosotros, las rosas de mi rosario.

Tened piedad y rezad por mis hijos. En especial por aquellos que no encuentran el camino de mi amado y divino Hijo. Sed misericordiosos con ellos, tal como mi Hijo lo fue. Mi venida tan solo concierne a la iglesia. Lo que esté descompuesto y disperso, lo unifico en nombre de mi amado Hijo de Dios. Mis palabras, hijos míos, penetran en vosotros, en vuestras almas. Yo os mezo en mi Corazón Inmaculado. Sumergíos y sed copias de mi Corazón. La Madre se adelanta a su divino Hijo. En el mundo reina una gran pérdida de fe, pero hijos míos, Yo hago una llamada a los míos, de la misma manera que Yo os llamo todos los días. Estad alertas y rezad las perlas de la gracia. Abridme vuestro corazón, y, de la misma manera, mi Corazón estará abierto para vosotros.

Sievernich, 04.09.2000

El lunes 4 de septiembre del 2000, tuvo lugar el segundo encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich.

Sentí un gran calor, y tuve la impresión de estar flotando en el aire. Luego vi a la Virgen María de pie al lado izquierdo del altar de la iglesia parroquial. Ella tenía puesto un manto color azul cielo, el cual la cubría desde la cabeza hasta los pies y estaba estampado con rosas doradas. Bajo su manto llevaba un vestido blanco. Sus manos estaban juntas en oración, la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo; sus ojos estaban cerrados. Sobre su pie izquierdo tenía una rosa dorada. Ella estaba rodeada de una luz dorada (que emitía rayos) en forma oval.

Ella dijo:

“Yo os saludo y os bendigo hijos míos. Soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios.

Vuestras oraciones me alegran mucho. Orad, perlas mías, alegrad el Corazón de mi divino y amado Hijo Jesucristo.

Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y os amo con todo mi Corazón. Yo estoy con vosotros. Hijos míos, Yo os llamo a la oración, hablad con mi Hijo, hablad conmigo. Orad, hijos míos, pues las tinieblas reinan en el mundo. Vosotros, que vivís la tribulación, quiero que sepáis que las lágrimas que derramo, son por Alemania. Pero antes de que mi Reino mariano se complete y sea fuerte en el amor, este país, que tanto amo, tendrá que sufrir mucho. Sin embargo, cuando contemplo a Alemania, veo que el corazón de las personas se ha alejado mucho de mi Hijo, No penseís que los mensajes que di a los niños en Fátima han caido en desuso. Mirad, es necesario que vosotros pidáis, que supliquéis. Apaciguad a mi Hijo. Queridos hijos, buscad a mi Hijo todos los días. ¡Comprended que es necesario !

Mi resplandor, mi fuego de amor lo derramo sobre vosotros, sobre vosotros y en especial sobre los sacerdotes que me han permanecido fieles. Con mis lágrimas, lavo vuestros corazones, para que de esta manera y por mí purificados, entren ante mi Hijo. Que mi Corazón sea vuestro y que vuestro corazón sea mío. Orad hijos míos, y que mis palabras os conduzcan hacia mí, dondequiera que os encontréis.”

 Sievernich, 02.10.2000

El lunes 02. de octubre del 2000 (fiesta de los Stos. Ángeles Custodios) tuvo lugar el tercer encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich a las 17.30 horas.

Al principio sentí mucho calor, luego vi (desde mi punto de vista) una nube blanca al lado izquierdo del altar. Repentinamente, la Virgen María estuvo de pie sobre ésta. Ella llevaba una túnica blanca y encima de ésta, un manto color azul cielo estampado con estrellas doradas. El manto, que era de una sola pieza, la cubría desde la cabeza hasta los pies. Ella dijo:

“Yo os saludo y os bendigo hijos míos. Vengo a vosotros por encargo de mi divino Hijo. Me alegro mucho con vuestras oraciones. Hijos míos, Yo os hago una llamada y de esta manera os invito a la oración diaria.

Queridos hijos: ¿Qué haría mi Hijo si no tuviera sus mensajeros? ¿Qué haríais vosotros en una necesidad sin los mensajeros celestiales? Hijos míos, ellos os fortifican y os conducen por el verdadero camino de la fe. Pensad en los Santos Ángeles. Ellos llevan a la tierra las bendiciones de mi amado Hijo, las bendiciones del cielo. Las tinieblas acosan tanto a los hombres, porque se han olvidado de los los ángeles, sus mensajeros celestiales. ¡No os olvidéis de ellos! Llamadlos todos los días, pues los mensajeros celestiales piden incesantemente por vosotros ante mí y ante mi divino Hijo.

Queridos hijos, Yo estoy por entero con vosotros. Sed fuertes, pues Yo amo a mis hijos. El Espíritu Santo desciende sobre vosotros y os sana de cuerpo y alma. Queridos hijos, no perdáis el ánimo ¡Orad, orad ! Lo importante es pedir con vuestro más profundo amor. Hijos, es muy importante que vosotros estéis unidos con mi rosario.”

(Siguió un mensaje personal)

“Para mi sacerdote:

Querido hijo mío, sé prudente, pues no todas tus palabras, que son correctas y verdaderas, las comprenden los hombres. Examina, tal como lo hacía mi amado Hijo. Confía plenamente en Él. Él te conduce, porque tú actúas completamente en su nombre. Querido hijo, Yo veo tu necesidad, y piensa que estoy contigo, tú no estás solo.

Queridos hijos, no penséis que cuando vosotros acudís a mí Yo no veo vuestras angustias y penurias. Vosotros me las entregáis en silencio, pero no penséis nunca que vuestras súplicas se pierden. Yo escucho vuestras peticiones y se las presento a mi amado Hijo. En el día de hoy, iré a cada uno de vosotros y tocaré vuestras almas. Seréis bendecidos, seréis uno Conmigo y con mi divino Hijo. Orad, de esta manera mi Hijo se dará prisa en socorreros, puesto que yo intercederé por vosotros. Vuestras necesidades, que son como espinas, las convierto en flores. Estad plenamente seguros que os escucho y que estoy con vosotros. Uníos hijos míos, sed mi rosario. Mi rosario conservará y renovará la Iglesia, mi Iglesia y la de mi Hijo Jesucristo. Nada será tal como vosotros lo conoceís en la actualidad. Habrá grandes cambios en la Iglesia. Por esta razón, Yo estoy con vosotros. Antes de que ocurran los grandes acontecimientos que Yo predije en Fátima, muchos sucesos pequeños tendrán lugar, éstos se introducirán furtivamente, pero mi Hijo los permite para vuestra salvación. Desgraciadamente, Él no os lleva por otro camino, pues la humanidad se aparta cada vez más de Dios y muy pocos toman en serio mis palabras. El materialismo es el ídolo del Apocalipsis que enceguece el alma de los hombres, por eso hijos míos, estad atentos, con todo lo que veáis y escuchéis y finalmente como penséis y como os comportéis; pues las tinieblas están actuando mucho. Por esta razón he venido a vosotros, me doy prisa por socorreros. Queridos hijos, ¡Yo os amo mucho, no tengáis miedo, estad con Dios! Pues siempre donde el Padre está, están con Él el Hijo y su Madre y huyen todos aquellos que no nos pertenecen.!”

Tras estas palabras, pero aún durante la aparición de la Virgen María, se movió la estatua del Niño Jesús situada en la parte superior del altar. Él levantó aún más su brazo hacia arriba, abrió su boca y empezó a hablar. Desgraciadamente no pude entender lo que dijo. Más tarde, durante la prédica de la santa misa celebrada por el Padre Kleemann, vi sobre él unas letras del alfabeto hebreo en color dorado.

Sievernich, 06.11.2000

El lunes 6 de noviembre del 2000, tuvo lugar el cuarto encuentro de oración del Oasis Azul de Oración. Al principio sentí un gran calor. Poco después apareció la Santísima Virgen María llevando puestos un vestido blanco y un manto azul. En sus manos tenía un rosario dorado. Ella estaba (desde mi punto de vista) al lado izquierdo del altar. Sus ojos estaban radiantes, Ella dijo:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos, vosotros las perlas de mi Oasis Azul de Oración. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. ¡Vengo a vosotros, a cada uno de vosotros! Vuestras oraciones me alegran mucho, pero también veo vuestros sufrimientos; Mirad: he venido en el día de hoy para aliviar vuestros sufrimientos. Entregad vuestros sufrimientos a mi divino Hijo y a mí, Su Madre. Cada uno de vosotros recibe la bendición de mi amado Hijo. La voluntad de mi Hijo es la de transformaros en Su Amor. Yo transformo las espinas, que son vuestra carga, en flores. Yo os transformo y os conduzco a mi Hijo, que vive en el Padre. Hoy he venido para fortaleceros en cuerpo y alma. No estéis tristes, pues a pesar que no me podáis ver, Yo estoy con vosotros. Tened la plena seguridad, que ésta es la voluntad de mi divino Hijo. Yo fortificaré mi Oasis Azul pues Yo estoy dentro de vosotros.”

Mientras la Santísima Virgen María pronunciaba estas palabras, se iba elevando en el aire emanando de si misma luces de muchísimos colores, un colorido haz de ellos se derramó sobre todas las personas allí presentes que estaban en oración.

“Yo os envío mi luz, que mis destellos os envuelvan, mis perlas de oración. Orad y permaneced fieles a mi Hijo. El mundo no ve con buenos ojos la oración ni la tampoco la valora debidamente. Pero queridas almas, ¿No es solamente la oración la que os sana? La gracia no se encuentra en el cumplimiento de cualquier forma de oración, sino en la oración misma. Cuando vosotros oráis, habláis con el Padre, con el Hijo, con la Madre. Tomad conciencia de este hecho. Vivid cada día una nueva experiencia de esta profunda conversación. Pongo mis palabras en vuestras almas, que cada uno de vosotros reciba mis Gracias. Yo os pido que recéis en especial por cada miembro de vuestras familias, para que de esta manera, Yo pueda entrar en su corazón. Aún cuando sea de una manera oculta, encontraré el camino que me conduzca a ellos.

Vosotros, hijos míos, solamente veréis como mi iglesia irá desapareciendo, pero la generación más jóven, que necesita de la oración, renovará la iglesia. Ved como las tinieblas planean una religión universal, lejos de la verdad divina. Todo deberá unificarse, todo será unificado profanamente, bajo la condición de encontrar paz y unidad en el mundo, no habiendo ninguna diferencia entre las diferentes religiones. En realidad esta religión es ficticia, tiene la finalidad de poder manipular a los hombres con mayor facilidad. Cuando este momento haya llegado, la tierra sufrirá revoluciones violentas. En especial, este hecho afectará mucho a Europa, y esta es la razón de mi venida. Ved ¿Cuántas veces he aparecido en Europa? Pero que todos estos sucesos no os den miedo, pues tienen que llevarse a cabo, para que mi divino Hijo pueda regresar a vosotros y vosotros lo recibáis y lo reconozcáis tal como un Rey se lo merece. Hijos míos, Yo voy delante de mi Hijo. Que Dios os bendiga.” 

 

Sievernich, 04.12.2000

El lunes 4 de diciembre del 2000, tuvo lugar el quinto encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Durante el rosario de los Santos Ángeles, vi un ángel vestido de rojo que estaba de pie ante el altar. Poco tiempo después, el ángel se arrodilló al lado derecho del altar (desde mi punto de vista.). Sus cabellos eran de color marrón, ligeramente ondulados y le llegaban a la altura de los hombros. Le salió al encuentro otro ángel vestido de blanco, tenía los cabellos rubios que también le llegaban hasta los hombros y se arrodilló al lado izquierdo del altar (desde mi punto de vista).

Desde donde me encontraba, al lado izquierdo del altar, pude ver cómo apareció la Madre de Dios: tenía puesto un manto azul estampado con muchas estrellas (un manto azúl océano con estrellas doradas) sus cabellos eran largos y oscuros, Ella llevaba una túnica blanca y estaba de pie sobre una media Luna. En sus manos tenía un rosario dorado, el cual estaba hecho de rosas doradas. La Madre de Dios estaba llorando y me dijo:

Hijos míos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Queridos hijos, consoladme con vuestras oraciones. Mirad a mi amado Hijo, Su iglesia está en peligro. Las ovejas no siguen más a su Pastor, quien las protege y las ama, ellas siguen al lobo vestido con piel de oveja. Mis sacerdotes, ¿Qué podéis hacer? No sigáis al lobo, permaneced fieles a mi Pastor. Dios regala la vida y solamente Él, y escuchad bien, solamente a Él le pertenece terminar –nuevamente esa vida aquí en la tierra. Sólo Dios puede determinar el darles la vida terrenal y recogerla para sí. El hombre se mide a si mismo en su egoismo y éste lo conduce por caminos errados. ¡Permaneced fieles a mi divino Hijo y a su Pastor!. Vosotros, queridos hijos, no tenéis otra alternativa, no hay otro camino, si vosotros queréis seguir a mi amado Hijo Jesucristo. ¿Deseaís seguir a mi Hijo de todo corazón? En caso afirmativo, entonces estad a favor de la conservación de la vida, en especial, la de los no nacidos. El diablo tienta y oscurece el alma de las personas. Ellas no encuentran más el camino que los conduce hacia mi divino Hijo.

Queridos hijos, Yo os sano de cuerpo y alma. Yo lleno de luz vuestras almas, enciendo en vosotros el fuego de amor de mi Corazón Inmaculado. Esa llama es el Amor de mi Hijo para con vosotros. Cuanto más peligre la iglesia, tanto más me aparezco aquí en la tierra. Ved que Yo estoy en todas partes con vosotros, ésta es la voluntad de mi Hijo. Ved, Yo estoy con vosotros y os amo. Que mis palabras penetren en vuestros corazones y que mi Hijo derrame sobre vosotros los rayos de su Misericordia. Aunque creáis que la carga que lleváis es muy pesada, pensad hijos míos: vosotros lleváis esa carga con mi Hijo, para mi Hijo. ¡Oh hijos míos, aliviad a mi Hijo, llevad con Él su pesada cruz. Llevadla con Él en el tiempo terrenal de espera y gozo. En este tiempo terrenal orad por la iglesia. Orad por las familias. Yo deseo conducir a la iglesia, a aquellos que me han permanecido fieles. Que ellos no tengan miedo: los pongo bajo mi manto protector.

Yo deseo conservar y proteger a las familias mediante la oración y el amor; Las familias son muy importantes para mí. Yo deseo llevarles el amor de mi Hijo Jesucristo. ¡Orad por las familias.!”

La Virgen María flotaba sobre una nube aproximadamente a un metro de altura sobre el suelo. De la nube caía una lluvia de oro la que, al caer sobre el suelo, se transformaba en flores. Ella habló con la mano en alto:

”Yo os unjo para este nuevo año terrenal.

¡Qué mi divino Hijo os conduzca!

¡Qué Él permanezca con vosotros y os proteja!

¡Qué Él os fortifique de cuerpo y alma!

¡Qué Él abra vuestros corazones y more en vosotros!

Queridos hijos, Yo estoy con vosotros. Manteneos firmes en la voluntad divina y en lo que es bueno.»

La Virgen María nos bendijo con su rosario. La aparición retrocedió, se volovió cada vez más pequeña hasta desaparecer. Unas letras doradas quedaron sobre el altar: “María, Madre de Dios.”

Durante el rezo del rosario antes de la Santa Misa, San Charbel estuvo de rodillas ante el altar rezando con nosotros. Durante la Santa Misa vinieron: Santa Bárbara, llevando una túnica color beige con bordes dorados y San Roberto Belarmino, con su hábito de Monje con cogulla (capucha). Ambos rezaban.

Sievernich, 8.01.2001

El lunes 8 de enero del 2001, tuvo lugar el sexto encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Al principio sentí un gran calor. Luego, repentinamente vi a la Santísima Virgen. Ella estaba suspendida en el aire (desde mi punto de vista) al lado izquierdo junto al altar. Ella estaba vestida de blanco (llevaba una túnica blanca con un largo velo blanco). Los cabellos no estaban sujetos, los que se dejaban ver un poco a los costados del velo y despedían luces doradas. La Santísima Virgen sonreía y su rostro estaba radiante.

Ella dijo:

Hijos míos, Yo os bendigo y os saludo. Vuestra presencia me alegra mucho así como vuestras oraciones en mi Oasis Azul. Yo regalo mi Gracia a cada uno. Mi Gracia no se limita a una sola persona. Abrid vuestros corazones, permitid que entre en ellos. Yo abro las puertas a mi querido divino Hijo. Él quiere estar cerca de vosotros, y no tan sólo como vuestro huésped, sino ser uno con vosotros. Queridos hijos, esto es posible si permitís que os guíe. No os asustéis, no tengáis miedo; soy Yo quien está con vosotros, quien os lleva de la mano como a niños que los conduce a Él.

Queridos hijos, con frecuencia vosotros tenéis tentaciones, se os presentan obstáculos que aparentemente os quieren alejar de la oración. Llamádme, pues Yo aplastaré la cabeza de la serpiente. ¡No os olvidéis de llamarme cuando tengáis una tentación! Yo intercederé ante mi Hijo Jesucristo y Él no podrá negar mi petición para así poderos liberar de esas tinieblas.

Queridos hijos, sed fuertes en el Oasis Azul, pues Yo misma y mi querido Hijo estamos dentro de vosotros. Vuestro buen guía espiritual os conducirá hacia mi divino Hijo. Él posee mi Gracia así como también la Gracia de mi divino Hijo Jesucristo. Él os muestra el camino, ¡Recorredlo y no dudéis más! Su actuación aquí en la tierra, la de mi divino Hijo, la de la Madre y la del Oasis Azul son sólo una, una verdad en el Padre. ¡Orad, no os canséis, Orad! De esta manera podré derramar mis Gracias sobre vosotros. Alguien recuperará la vista. Hoy día abro esta alma para mí y para mi Hijo Jesús. Esta es la voluntad del Padre.”

(A continuación, siguió un mensaje personal.)

Luego la Virgen me mostró el globo de la tierra. Ella lo sostenía con ambas manos mirándolo (al mismo tiempo que todavía estaba suspendida en el aire) Ella flotaba en el aire manteniendo el globo de la tierra en sus manos, luego bajó al piso, se acercó y se dirigió a los bancos de la iglesia a lo largo de la nave central; luego regresó por el mismo camino hacia el altar. Ahora se podían ver tres rosas sobre el globo de la tierra. Pude ver que una rosa amarilla yacía sobre Argentina, una rosa blanca sobre Italia y una rosa roja sobre Alemania. Estas rosas se volvieron muy grandes. La Madre de Dios dijo:

“Uníos, que vuestra alianza sea con mi divino Hijo, Yo os muestro el camino.”

Luego vi un rosario color plata y dentro de éste, el globo de la tierra. Ella dijo: “Mi más profundo deseo es que el rosario esté bien cimentado en estas almas.”

Delante de la Madre de Dios estaban arrodillados: Roberto Bellarmin, el Padre Pío y una religiosa, la que desgraciadamante no pude reconocer. La Madre de Dios juntó sus manos, oró y luego dijo: “De esta manera deseo conducir y fortalecer a mi iglesia. Yo la conduzco hacia mi Hijo, tal como el Padre lo quiere. ¡Hágase su voluntad! Yo os amo hijos míos.” Ella empequeñeció lentamente hasta desaparecer. Las otras tres personas estaban de rodillas y continuaron orando.

Al concluir la Santa Misa, vi sobre el altar a un Papa ya fallecido. Él llevaba un amplio manto, era muy grande y sobre su tiara se podía ver una cruz. Él llevaba un libro dorado en sus manos. Él dijo: “Yo os ayudaré.”

Sievernich, 05.02.2001

El lunes 5 de febrero del 2001, tuvo lugar el séptimo encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Sentí un gran calor. De pronto, vi a la Virgen María en la iglesia, (y desde mi punto de vista) al lado izquierdo del altar. Ella llevaba sobre su cabeza una corona grande de oro y debajo de ésta un velo blanco. Ella tenía puesto un manto rojo y una túnica azul. Ella tenía los cabellos largos y ondulados de color marrón oscuro, casi negro, los que se podían ver un poco a los costados. Tenía los brazos extendidos. Detrás de Ella, brillaba una luz ovalada de color amarillo claro.

Ella dijo :

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Vuestra presencia me alegra mucho y en especial vuestras oraciones. Ved, hijos míos, vosotros habláis con el Padre, con el Hijo y conmigo, la Madre. Mi Hijo Jesucristo os ama muchísimo. Por esta razón, Yo quiero conduciros íntegramente hacia Él. Queridos hijos, Él es vuestro camino. Él es vuestra meta. No temáis al mundo, no tengáis miedo a las tinieblas pues Yo os guío. Yo os guío En nombre del Padre. Yo os guío en nombre del Hijo. Yo estoy con vosotros en el Oasis Azul, y estoy con vosotros cuando estéis en vuestras casas. Dondequiera que os encontréis, llamádme, si así lo desean, y Yo estaré con vosotros. Ésta es la voluntad del Padre y la voluntad de mi divino y amado Hijo.

Todas las contrariedades que tengáis, entregadlas a mi Hijo. Transformad todas las contrariedades en oración. Ofrecedlas a mi divino Hijo. Queridos hijos, la serpiente no puede dar órdenes a la Reina, pero la Reina puede, con el pleno poder del del Hijo, aplastar la cabeza de la serpiente. Yo deseo llevaros hacia el Hijo, hacia el Padre. No tengáis miedo. Tened confianza en mí. Yo os llevo de la mano. Sed como niños y extendedme vuestras manos. Confiad en mi divino Hijo. Repetid muchas veces al día: “¡Oh Jesús, en Vos confío!”

Si Yo os guío, no os equivocaréis. Ved ¡Cuántos errores hay en el mundo ! Por esta razón, el Hijo envía a la humanidad al Espíritu Santo, Su Espíritu y a la Madre para que los errores no caigan en buena tierra, para que su verdadera iglesia no desaparezca. Así, ella se convertirá en un pequeña planta, pero que crecerá muy bien y que dará frutos en abundancia.”

(Siguió un mensaje personal.)

“Yo distribuyo mis gracias sobre vosotros.”

Luego la Madre de Dios fue a cada uno de nosotros imponiendo sus manos sobre nuestras cabezas. Ella va a cada uno y le impone las manos.

“Queridos hijos, que mis gracias también se derramen sobre aquellos que las pidan. Ved, ellos mismos tienen que encontrar el camino que los conduzca a mí.”

(Siguió un mensaje personal.)

“Orad hijos míos, orad por la iglesia. Orad por sus pastores. Orad por Alemania.”

A continuación vi como su rosario empezó a brillar en tonos rojizos. Su rosario estaba hecho de rosas rojas luminosas.

La Virgen María lloró, me mostró un escrito. Pero no pude reconocer qué era.

“Mi Hijo me dice: Madre, no llores. La iglesia, en la cual Yo estoy por completo, será purificada. Éste (mostrándome ese escrito de varias páginas) no existirá más.”

“Queridos hijos, permaneced fieles a mi Hijo y orad. Yo confío en vosotros. Yo os amo, mi divino Hijo os ama también. Permaneced con Él!”

A continuación vi como la Madre de Dios juntaba sus manos para orar y nos miró penetrantemente a cada uno de nosotros. Luego Ella nos bendijo. La aparición se volvió muy clara, pequeña y luego desapareció.

Luego vi a la Hermana Faustina en la parte delantera, en el lado izquierdo (desde mi punto de vista) en la primiera fila de los bancos de la iglesia y rezaba el rosario con mucha devoción. Roberto Bellarmin estaba de rodillas al lado derecho del altar y también rezaba el rosario. Su rosario estaba hecho de madera y tenía una gran cruz de madera. Sobre el altar se podía ver algo como un arco iris. Y sobre éste las letras: “I O S”.

Sievernich, 05.03.2001

El lunes 3 de marzo del 2001, tuvo lugar el octavo encuentro de oración del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Sentí un gran calor. Luego vi como la Madre de Dios vino hacia nosotros suspendida sobre un rayo dorado de luz. Ella estuvo (desde mi punto de vista) al lado izquierdo del altar. La Santísima Virgen María llevaba un manto color marrón claro con un ribete dorado en los bordes y debajo de éste, una túnica blanca. Ella tenía un rosario dorado en sus manos. Sus manos estaban juntas en oración. Luego nos miró. Ella estaba sobre una nube y tenía una rosa dorada sobre su pie izquierdo.

Ella dijo:

“Yo os saludo y os bendigo hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Vengo a vosotros, queridos hijos, por encargo de mi divino Hijo Jesucristo. Él os ama mucho. Yo me someto a su divina voluntad. Él es vuestra salvación. Tened confianza en Él. Con cuánto gusto Yo sería Madre vuestra. Venid a mí, hijos míos, yo secaré vuestras lágrimas y os conduciré hacia mi amado Hijo Jesús.”

Ella se acercó a cada uno de nosotros y también nos hizo a cada uno una cruz en la frente. Detrás de Ella iban dos ángeles vestidos de blanco, sosteniendo en sus manos una copa de oro. Luego, Ella regresó hacia el altar colocándose (desde mi punto de vista) al lado izquierdo.

Ella dijo:

“Queridos hijos, a vosotros se os ha dado un tiempo de ayuno y de oración durante vuestra vida aquí en la tierra. Aprovechad este tiempo, encontrad a mi Hijo. Con mucho gusto os ayudaré. Yo deseo ser vuestra puerta, la puerta que os conduce a mi divino Hijo. ¡Yo soy la puerta, mi divino Hijo es vuestro camino!

Ved que os hago una advertencia, ésta es la voluntad de mi divino Hijo, para que aceptéis la actuación del Espíritu Santo, el Santificador. Rezad las oraciones que están en mi Hijo y las que mi Hijo os ha regalado.”

(Siguió un mensaje personal)

“Congregaos a rezar por sanación durante este tiempo aquí en la tierra. Personalmente estaré con vosotros y pediré por vosotros.

La iglesia está pasando por momentos difíciles. Por ello, actúo tanto en vosotros. La tierra, el mundo se ha convertido en un desierto sin fe, Yo quiero hacer que esta tierra nuevamente pueda dar frutos para mi Hijo. Yo pongo semillas en la tierra, de ellas se formarán oasis de oración por todo el mundo. ¡Hijos, no perdáis el valor! Ved todo lo que mi divino Hijo hace aquí en la tierra. Vosotros no estáis a solas, el adversario siembra dudas en vuestros corazones y quiere alejaros del camino, que es el mismo Jesús. ¡No os dejéis engañar hijos míos! Es él quien les quiere quitar vuestro valor, además os vuelve tibios de corazón y os llena de pereza. Pero Yo, con la autoridad de mi divino Hijo, no lo permitiré. Yo estoy con vosotros. Yo os conduzco y a mi iglesia, la iglesia de mi Hijo Jesucristo, quien os ama profundamente. El cuida de vosotros como un Padre, si así se lo permitís. Dejad que mi Hijo y Yo os guiemos del todo, de esta manera alcanzaréis la salvación. Yo no permitiré que las tinieblas penetren por completo dentro de la iglesia. Lo que está enfermo, pasará. Pero, ved hijos míos, cuánto os cuida mi amado Hijo. Él os regala a su Madre, quien está preparando Su venida. Yo siembro, siembro mis oasis de cielo y de amor. Ellos fortalecerán a los fieles. Ellos fortalecerán a la iglesia. Yo os fortaleceré. Os haré fuertes en el Espíritu. Tened confianza en mí y en mi divino Hijo. Yo tan solo os puedo repetir constantemente: Sed como niños y dejad que os guie, dejad que mi divino Hijo y Yo os guiemos. Lo que el mundo os da no es lo que el Padre os regala. El camino de mi Hijo es angosto e incómodo. El camino que el mundo os ofrece es amplio y cómodo. Pero id a mi Hijo, Yo estoy con vosotros. Yo os ayudaré, y con mi ayuda, podréis ir llenos de confianza también a lo largo de ese camino incómodo. Yo soy vuestra Madre, ¡Yo os amo hijos míos!

Queridos hijos, aún cuando tengáis tentaciones durante este tiempo en la tierra, no os apartéis de la oración. Yo estoy con vosotros. No os lo puedo repetir suficientemente: ¡Llamádme hijos míos cuándo necesitéis ayuda.! ¡Yo estoy a vuestra disposición hijos míos!

La nube, sobre la cual estaba la Madre de Dios, se convirtió en el globo de la tierra. Italia, en forma de bota, se me acercó más y más. Puder ver las ciudades de Roma y el Vaticano. Luego vi en una sala de reunión a muchos cardenales sentados que discutían. Ellos discutían la forma de unificar la celebración de la Misa sin la Eucaristía. La comunidad reunida tan solo partiría un pan, ya que muchos no creen en la Eucaristía.

La Madre de Dios dijo:

“Muchos fieles creen que ya está cerca el fin de la iglesia. Los ateos ven en este hecho la posibilidad que la iglesia dé cabida a los laicos. Yo los contrarrestaré. No tendrán éxito en su afán de destruir a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.”

El globo de la tierra rotaba y luego se convirtió en un sol grande. Ella estaba suspendida en el medio del altar de la iglesia. En el sol estaban las letras: “J H S:”

La Madre de Dios nos bendijo. La aparición se volvió muy clara y desapareció.

Luego vi a la Hermana Faustina rezando el rosario en la primiera fila de los bancos de la iglesia. A su lado estaba sentada Miriam de Abellín. Roberto Bellamín estaba de rodillas ante el altar y también rezaba el rosario. Repentinamente percibí un aroma de flores.

Sievernich, 02.04.2001

El lunes 2 de abril del 2001, tuvo lugar el noveno encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich.

Estábamos rezando el rosario de las lágrimas. Sentí un gran calor. A lado izquierdo (desde mi punto de vista) apareció una luz ovalada. Luego apareció la Madre deDios. Su manto era de color azul claro, su túnica y el velo eran de color blanco resplandeciente. Sus cabellos estaban totalmente cubiertos. La Madre de Dios sonreía ligeramente. Luego vi que Ella estaba de pie sobre una nube y llevaba puestas sandalias doradas. Ella estaba en el aire sobre una nube a unos 20 cms. sobre el suelo. En sus manos tenía una medalla sujeta a un extemo del rosario, ésta mostraba el Rostro doloroso de Jesús. La medalla estaba rodeada de un borde de rayos dorados cuya luz irradiaba hacia nosotros. Estos rayos nos llegaban a cada uno de nosotros. Luego vi a dos ángeles vestidos de blanco que estaban de rodillas ante la Madre de Dios. Sus cabellos eran de color rubio claro y les llegaban hasta los hombros. Los ángeles rezaban.

La Virgen María habló un poco con ellos, luego su rostro estuvo muy cerca de mí. Ella dijo:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. En Su nombre vengo a vosotros. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Hijos míos, vuestras oraciones me dan mucha alegría.Yo estoy con vosotros y deseo estar totalmente en vuestros corazones. Yo os quiero llevar a mi amado Hijo, vuestro Salvador Jesucristo.

Qué dolor tan grande sentí en la tierra cuando ofrecí a mi Hijo como Cordero Pascual. Yo lo entregué al Padre Celestial. Cuán difícil me fue dar este paso, a pesar de que sabía, y estaba segura, que mi divino Hijo resucitaría en el Padre. Yo también pasé horas llenas de pena y dolor. Estuve muy abatida. Mirad el Rostro adolorido de mi Hijo, contempladlo, así, Él os dará la Salvación; de la misma manera que Él os liberó hace mucho tiempo en la tierra, en la actualidad Él también os auxilia en vuestras necesidades. Contempladlo intensamente en vuestros días terrenales. No os olvidéis del gozo de la Resurrección, que es vuestra salvación. ¡Es allí a donde deseo conduciros, hacia mi Hijo! Vosotros, queridos hijos, resucitaréis en Él. En Él viviréis el gozo eterno. Yo deseo cubrirlos completamente en Jesús, mi Hijo amado.

Quizás a veces la oración os cueste trabajo y el mundo cree que no tiene ninguna eficacia. Pero esto, queridos hijos, no es así. Si Yo os mostrara el poder de la oración, vosotros no lo podríais soportar. Pensad que la oración es el poder y la gracia del Padre Celestial, quien os ama profundamente. Las lágrimas que Yo derramo por vosotros, hijos míos, son Gracias. Gracias para vosotros, queridos hijos. Mi divino Hijo es el Alfa y la Omega. Todo está en Él, todo proviene de Él y todo va y viene a travéz de Él. Por esta razón, nadie puede llegar al Padre sino mediante Él.

No busquéis vuestra felicidad y satisfacción en ninguna otra religión, así como tampoco en las riquezas del mundo. Queridos hijos, allí no las encontraréis. El Amor divino tan solo lo encontraréis en mi Hijo, la satisfacción celestial. Vivid conscientemente el Amor del Padre en vuestra vida cotidiana. No es fácil para vosotros y el adversario os tienta todos los días. Pero, ¡no perdáis el valor!, Yo os consolaré. Llamádme, os tomaré de la mano y os conduciré. Os llevaré a mi Hijo dentro de vuestro corazón. Yo cuido de cada uno de vosotros. No vengo sólo a unos pocos sino que vengo a cada uno de vosotros. ¡Esto no os lo puedo repetir suficientemente!

Cuando tengáis una tentación, no lleváis solos vuestro sufrimiento. No caviléis, no os amarguéis. Entregadlo todo a mi Hijo Jesucristo, vuestro Redentor, y a mí, vuestra Madre. Yo estoy completamente por vosotros. Yo estoy presente.”

La Madre de Dios abrió su manto. Él nos cubrió por completo. Luego, lo abrió nuevamente nos bendijo y nos miró. Ella levantó sus manos hacia el cielo. Luego desapareció la aparición. Tan solo pude ver una luz ovalada y ambos ángeles arrodillados. Cada uno sostenía una copa de oro. Recién ahora pude ver por primiera vez que estaban sentados en la primiera fila del lado izquierdo de los bancos de la iglesia: la Hermana Faustina, Roberto Bellarmin y Miriam de Abellín. Ellos rezaban con nosotros el rosario.

Sievernich, 07.05.2001

El lunes 7 de mayo del 2001 tuvo lugar el décimo encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Sentí un gran calor. La estatua de la Virgen de Fátima, que en el mes de mayo está puesta en el lado derecho de la iglesia, se iluminó y cobró vida. La Madre de Dios nos sonrió a todos los allí presentes. Luego, inclinó su cabeza y los labios de la estatua comenzaron a moverse. La Madre de Dios dijo:

«Venid, venid a mí.!»

Luego, Ella sonrió unos instantes, creció de estatura y repentinamente se volvió de tamaño natural al lado de su estatua. Ella llevaba puesto un manto blanco con ribetes dorados. Este manto la cubría desde la cabeza hasta los pies. Éste tenía grupos de tres perlas con espacios regulares entre ellos. Su manto cubría sus cabellos por completo. Ella llevaba una túnica azul claro con un ribete dorado alrededor del cuello, asimismo, éste tenía los grupos de 3 perlas. En su manos tenía un rosario de perlas blancas, la cruz y el cuerpo de Cristo eran grandes y color oro.

Ella se dirigió hacia el altar colocánsose al lado izquiedo de éste (desde mi punto de vista). Tras Ella iban dos ángeles vestidos de blanco, llevando cada uno una copa de oro. Luego se arrodillaron ante la Madre de Dios y rezaron el rosario de las lágrimas en unión con las personas que oraban en la iglesia.

A continuación, la Madre de Dios, dirigiéndose a nosotros, dijo:

“Yo os saludo y os bendigo, queridos hijos, en nombre de mi querido divino Hijo Jesucristo. En Su nombre vengo a vosotros. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María la Madre de Dios.

Queridos hijos, vuestras oraciones me dan mucha alegría. Ellas os traen la salvación y os fortalecen; hijos míos, cuando oráis, vosotros estáis muy cerca de mi Hijo y mi Hijo en vosotros. ¡Oh! Tomad tiempo aquí en la tierra para orar, es un regalo valioso para la eternidad. No penséis que con la muerte vuestras vidas se acaban aquí en la tierra. Queridos hijos, la tierra                                                                                                                                                                                       es para vosotros una escuela. Vosotros debéis encontrar a mi Hijo y permanecer fieles a Él. Vuestra alma se deberá fortificar en Él. Por esta razón, hijos míos, Yo estoy completamente con vosotros.

Mi divino Hijo se entrega todos los días en la Iglesia. Pero los hombres se han vuelto tan duros de corazón y siguen caminos equivocados que las tinieblas propagan, por esta razón es necesario que venga. Mi Hijo quiere que Yo acarree a sus ovejas. Yo preparo su venida. Mi amado Pastor en Roma trata de unificar la iglesia. Yo lo he mandado a ese viaje. Hijos míos, más adelante lo entenderéis. Luego, cuando Él ya no esté más entre vosotros. Las tinieblas arremeten contra Él, porque Él está completamente en mí y en mi Hijo. Yo estoy con Él y Él tiene conocimiento de mis apariciones en la tierra.

Queridos hijos: vosotros no debéis dudar. ¡Yo no abandono nunca a mis hijos ! Vosotros tenéis una tarea difícil; mirad a vuestra Madre, ¡Yo os conduciré!

Queridos hijos, también tened valor, mirad a vuestra Madre. ¡Yo os amo! ¡Mi divino Hijo os ama! Él se entrega a vosotros como un regalo. Tomad Sus Palabras y mis palabras, que son una, en vuestra vida cotidiana. Orad, sí, hablad a diario con nosotros, y de esta manera podremos estar por completo con vosotros. De esta manera, queridos hijos,estaréis preparados para la venida de mi divino Hijo.

No os descorazonéis y no os preguntéis porqué esto o lo otro no ha sucedido. El Padre Celestial, en Quien mi Hijo está completamente en Él y Él en mi Hijo, todo está seguro en el Padre. Todo se llevará a cabo tal como lo he dicho, pero, queridos hijos, en otro vuestro tiempo terrenal. Habrá una gran pérdida de fe. Esto, queridos hijos, es tan sólo el principio. Luego, incluso los creyentes, se preguntarán:¿Cuándo se realizarán                                                                                                                                                             profesías concernientes al futuro? ¿Fueron auténticas las apariciones? Muchos dirán que mis apariciones no fueron verdaderas y ellos están equivocados. Luego, pasará algún tiempo más en la tierra, finalmente, mis profesías se cumplirán, tal como están escritas. Así como lo he dicho infinidad de veces a mis hijos.Yo deseo guiaros a través de este desierto sin fe para que no os perdáis, para que permanezcaís firmes. ¡En nombre de mi divino Hijo mi deseo es sanaros de cuerpo y alma!”

A continuación la Madre de Dios nos bendijo a todos, fue a cada persona en la iglesia haciendo también una cruz en la frente a cada uno de los presentes. Ambos ángeles la seguían y cada uno sostenía una copa en sus manos. En una de la copas había algo como un ungüento casi transparente. Había muy poco en la copa. La Madre de Dios sumergía en ella un dedo cada vez antes de hacer la señal de la cruz en la frente. Cuando todos los presentes recibieron su bendición, Ella regresó a su lugar, los ángeles la seguían. Ella dijo:

“Queridos hijos, no penseís que en este tiempo no pasa nada. Muchos cambios se llevan a cabo y son ejecutados por las tinieblas. Pero pensad: ¡Todo está en mi Hijo, Él es el Señor! Con su venida Él avergonzará las tinieblas y sus obras. Sólo permaneced en Él, no necesitaís nada más, queridos hijos. ¡Sumergíos en Él, sed humildes! Permaneced sencillos.”

Ella nos dio la bendición, se volvió muy clara y desapareció por completo en la luz. En su lugar quedaron rosas blancas formando una “ M”. Luego los ángeles se dirigieron hacia el altar arrodillándose ante éste. Un ángel vino hacia mi y llenó un recipiente, que yo había traido para el agua bendita, con un líquido dorado. Luego regresó nuevamente al altar.

En el lado posterior derecho del altar estaban sentados: el Papa Pío XII, tras él, un hombre de gran estatura vestido de rojo, él tenía una larga barba blanca y sobre su cabeza llevaba un casquete rojo.

Recién en este momento vi que estaban sentados delante mío,o sea en en la primiera fila de los bancos de la iglesia, a: Roberto Bellarmín, la Hermana Faustina y a Miriam de Abellín.

Sievernich, 11.06.2001

El lunes 11 de junio del 2001, tuvo lugar el décimo primer encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia Parroquial de Sievernich.

Una niebla blanca se formó (desde mi punto de vista) al lado izquierdo junto al altar. Luego vi a la Santísima Virgen María vestida toda de blanco (túnica blanca, manto blanco, velo blanco). Sobre sus pies llevaba sandalias doradas. Ella estaba sobre una nube blanca que flotaba aproximadamente a un metro de altura sobre el suelo. Sus manos estaban juntas en oración. Vi que en sus manos tenía un rosario hecho de rosas doradas, la cruz al final de éste era igualmente dorada. Tras Ella había un halo de luz en forma ovalada. La Madre de Dios estaba triste y miraba hacia abajo. Luego vi cómo dos ángeles salieron del lado derecho arrodillándose ante Ella. Ambos ángeles llevaban una copa de oro en sus manos. Ellos también rezaban con nosotros el rosario. La Virgen María me miró y repentinamente vi que su rostro estaba muy cerca al mío. Sentí mucho calor y me sentí muy atraida por la presencia de la Santísima Virgen.

Ella dijo:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Yo soy vuestra puerta, la que os conduce a Jesús, mi Hijo. Venid todos a mi, y Yo os conduciré a Él, quién está en el Padre y Él os dará la verdadera salvación. Queridos hijos, purificad vuestras almas, visitad a mis hijos amados,los sacerdotes a quienes Yo he elegido, ellos harán que vuestras almas queden libres. La confesión es muy importante para cada uno de vosotros. El mundo cree que ha caido en desuso ¡No os dejés confundir! ¡Purificad vuestras almas, este camino os conduce al Padre!

Yo veo el interior de vuestras almas y una de ellas se pregunta, si ella me puede visitar en este Oasis. Sí, Yo he escuchado su llamado, ella me puede visitar con frecuencia. Querido Hijo, ¡Llámame todos los días!

Un alma que ha venido de lejos, espera mi respuesta. Alma querida, tú recibes mi respuesta: Sigue adelante con lo que has empezado. Éste es mi deseo y él de mi divino Hijo Jesucristo.”

Para un sacerdote:

“A mi amado hijo deseo liberar su alma de esos temores. ¡No te preocupes más. ¡Recurre al Padre!

Mis queridos hijos, orad con fervor. Así deseo acompañaros. Yo estoy presente. Las tinieblas quieren que os olvidéis de esto. El mundo desprecia a mi divino Hijo. Pero Él avergonzará al mundo. Debido a que mi enemigo sabe esto, desea conducir a las almas por un camino equivocado. Su objetivo es alejar a las almas de Dios. ¡No le escuchéis! Yo deseo conduciros a mi amado y divino Hijo Jesucristo, Yo deseo conduciros al Padre Celestial. Esta es la razón por la que hoy estoy aquí con vosotros. Pero, queridos hijos, aún cuando no me podáis ver, Yo estoy con vosotros. ¡Pensad en esto! Yo no os lo puedo repetir suficientemente. Mi Hijo se entrega a vosotros todos los días en el Sacramento del Altar. ¡Esto es muy importante para todos vosotros! No es posible alcanzar la salvación, estar totalmente salvados en el Padre, sin mi divino Hijo. No os dejéis engañar con falsas apariencias. Agarraos con fuerza, a lo que Yo ya os he dicho en todas mis apariciones en la tierra. Queridos hijos, ¡respiradme! Permitid que mi divino Hijo entre en vuestro corazón. Todavía todo es posible. Reflexionad al respecto. Contemplad al Rey de los Cielos. Pues ¿Qué os pasará cuando Él venga en su Gloria y vosotros no estáis preparados? Por esta razón estoy con vosotros. Yo os preparo. Yo deseo acompañaros todos los días y no solamente en este día. ¡Effata !”

En ese momento repentinamente, vi el Corazón de la Santísima Virgen, la Llama de Amor de su Corazón, durante el rezo del rosario de la Llama de Amor. Los destellos que la Virgen María despedía nos alcanzaban a cada uno de nosotros. Los destellos eran de color rojo y otros diferentes colores más, un abanico de colores. Los ángeles se adelantaron un poco. La Madre de Dios les dijo algo. Luego, dio unos pasos hacia adelante, los ángeles iban detrás, y Ella se acercó a cada uno de nosotros haciéndonos la señal de la cruz en la frente. Ella nos impuso las manos sobre nuestras cabezas y escuché que al mismo tiempo decía algo como “Emi…” o “Imi…” Ella se acercó a cada uno de nosotros y los ángeles vestidos de blanco iban tras Ella. Finalmente Ella y los ángeles regresaron a su lugar al lado izquierdo junto al altar.

Ella dijo:

En nombre de mi Hijo Jesucristo, venid a mí todos los que estáis agobiados, pues Yo soy vuestra Madre, la esclava del Señor. ¡Oh hijos míos, no os apartéis del camino de mi Hijo! Muchos cambios se llevan a cabo y todo parecerá confuso. Mi querido Pastor en Roma conduce la iglesia en su debido orden. Pero ved, las tinieblas acosarán mucho a Roma, ¡Incluso a los piadosos! Ved lo que le ha sucedido a vuestro hermano. Él estaba tan cerca de mí. ¿Porqué traicionó a mi Hijo? Ved queridos hijos, él estaba sujeto a alguien, era esclavo de otra fuerza. Rezad por él y tened cuidado. Estad atentos y sed humildes. El orgullo fue la causa de su caida.

A vosotros, queridos hijos, Yo deseo conduciros. Yo os amo, mi divino Hijo os ama y el Padre que está en el Cielo os ama. Estad plenamente seguros de esto. Tened presente esto en todas vuestras angustias y necesidades.

(Siguió un mensaje personal)

“Queridos hijos, Yo os doy la bendición en el amor de mi Hijo.”

Ella nos bendijo, se elevó y desapareció quedando tras Ella una niebla espesa y ambos ángeles. Dentro de la niebla vi escrito “María” en letras doradas.

Finalmente vi que estaban rezando el rosario en los bancos del lado izquierdo de la iglesia a Miriam de Abellín, la Hermana Faustina y Roberto Bellarmín. En el lado derecho del altar estaba sentado en la primiera fila de los bancos el Papa Pio XII (Pacelli), en el banco posterior estaba sentado un hombre de gran estatura con una barba larga, estaba vestido de rojo y llevaba un casquete rojo. San Charbel estaba de rodillas ante el altar haciendo una reverencia en cada Ave María. Todos, inclusive los ángeles que se quedaron, rezaban con nosotros.

Sievernich, 02.07.2001

El lunes 2 de julio del 2001, tuvo lugar el décimo segundo encuentro del Oasis Azul de Oración.

Vi una niebla blanca al lado izquierdo (desde mi punto de vista) cerca del altar. Luego vi a la Madre de Dios. Ella estaba sobre una nube blanca, ésta flotaba a cierta altura, a unos 20 cms. sobre el suelo. La Santísima Virgen María estaba vestida totalmente de blanco (túnica blanca, velo blanco). Su velo blanco tenía un ribete dorado. Ella llevaba sandalias doradas y a sus pies florecía una rosa dorada. El velo cubría la mayor parte de sus cabellos El color de sus cabellos era marrón oscuro, casi negro. Tenía sus manos juntas en oración. En sus manos tenía un rosario hecho todo de rosas doradas. Ella nos bendijo al mismo tiempo que sonreía. Tras Ella había un halo dorado en forma oval del cual salieron dos ángeles vestidos de blanco. Ellos se arrodillaron a cierta distancia ante Ella y rezaron con nosotros. Cada uno de los ángeles llevaba una copa de oro en sus manos. En una de las copas había un líquido y en la otra copa algo como un ungüento trasparente. Acercó su rostro muy cerca al mío produciéndome mucho calor. Ella dijo:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Me alegra que sigan mi llamada. ¡Orad, orad! Hijos míos, ¡Mi divino Hijo os ama mucho, y Yo os amo profundamente! ¡Venid, venid a mí!. Yo estoy con vosotros. Estoy presente. Llenad vuestros corazones con la oración. ¡Vosotros habláis con mi divino y amado Hijo!. Nada se pide en vano, ninguna oración se pierde tal como el mundo os lo hace creer. Mi divino Hijo os regala Su Gracia, Su Gracia en el Oasis Azul de Oración. Conservad esta Gracia presente en vuestro corazón, no dejéis que se eche a perder. Mi Hijo está presente durante la unción. Yo no os lo puedo repetir lo suficiente. Para vosotros el rezo del rosario es muy importante y provechoso. El Santísimo Sacramento es insustituible, en Él mi Hijo se entrega por completo a vosotros. Él se regala a vosotros, queridos hijos, ¿Comprendéis lo que os digo?

Él toca nuevamente vuestro corazón mediante esta unción. Sumergíos en el Corazón de mi Hijo Jesucristo. No seaís necios, aceptad a mi hijo Jesucristo en vuestro corazón,

Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Yo deseo conduciros a mi Hijo Jesucristo. Él os muestra el camino al Padre. Yo vengo a conduciros. Reconoced la verdadera fe, la Verdad, que es el Padre. El mundo desprecia esta Verdad puesto que no le sirve para nada. Queridos hijos, no os dejéis engañar. Seguid el camino del Padre, del Hijo, de la Madre. Abrid vuestras almas y sumerjíos totalmente en el Amor de Dios. Yo os regalo mi amor, un amor que es infinito, que no cuenta cuanto da.”

Luego vi como los dos ángeles con las copas se adelantaron un poco. La Madre de Dios también se adelantó, los ángeles la seguían. La Madre de Dios fue a cada uno de los presentes bendiciendo a cada uno con un ungüento transparente. Ella decía algo que yo no podía comprender. Luego regresó a su lugar al lado izquierdo junto al altar, los ángeles iban tras Ella. Estando allí, se volvió hacia nosotros y pude ver que su Corazón estaba abierto. De su Corazón salían bellísimos destellos dorados y otros colores más, que se dirigían a cada uno de nosotros. Durante el rezo del rosario de la Llama de Amor, un enorme abanico de destellos nos sumergió a todos. La Madre de Dios dijo:

“Un alma se pregunta si es verdad que Yo esté aquí. Sí, querido hijo, Yo soy la Virgen María, la Madre de Dios, tú has venido a mí, porque tú tienes graves problemas en tu familia.Yo veo todos tus problemas. Reza y visítame en este Oasis Azul de Oración. Yo tomaré tus problemas y los transformaré en amor. Mientras tu alma ande errante tú no sanarás, tu descanso lo encontrarás en la oración, dialogando con mi Hijo Jesucristo. ¡Confía en mi Hijo!

Saludo a los peregrinos que vienen de lejos. ¡Estad seguros que estoy con vosotros y os protejo!

La Santísima Virgen estaba sobre la tierra. La tierra se convirtió en un ramo de flores.

¡Desde lo alto de la iglesia caía una lluvia de rosas doradas!

Ella dijo :

“Ved, Yo os regalo todas mis gracias. ¿Tenéis conciencia de este hecho? Estas gracias proceden de mi Hijo que está en el Padre. Yo os sumerjo en mi Corazón maternal. Que vuestro corazón quede limpio al salir de mi Corazón. Deseo formar vuestro corazón semejante al mío, de esta manera mi Hijo estará cerca de vosotros, para que seaís uno, para que alcanceís la salvación. Mi Hijo os regala el Espíritu Santo. Que Él os acompañe todos los días en el mundo. Que Él guíe vuestros pensamientos y vuestras acciones, para así poder estar muy cerca de mi Hijo.

¡Permaneced fieles a mi Hijo! No os desviéis del camino que Él os ha trazado. El mundo os quiere hacer creer, que tanto los sacramentos de la iglesia como la iglesia misma, ni sirven para nada ni surten ningún efecto. Esto no es cierto. No os dejéis confundir. Mirad, por esta razón he venido a vosotros, para que no os perdáis. Los sacramentos están en mi Hijo y poseen su fuerza divina de salvación. Ellos os hacen uno, ellos os sanan en el Padre. La iglesia es la iglesia de mi Hijo Jesucristo. Él os regala Su Fuerza, Su Gracia. Mi Hijo actúa en vosotros. Un cambio tendrá lugar dentro de vosotros, pero mantened con firmeza lo que os he dicho en mis apariciones sobre la tierra. Honrad el Evangelio pues proclama la verdad. Su iglesia no se perderá, ella llevará dentro de sí el poder del Espíritu Santo.    

Yo vengo a vosotros para conduciros durante vuestro tiempo terrenal. Durante este tiempo terrenal de confusión. Que vuestro camino sea él de mi Hijo, un camino de amor que conduce al Padre. Amad a vuestro prójimo y orad por aquellos que vosotros llamáis vuestros enemigos. Orad y vosotros no los consideraréis más como vuestros enemigos, en mi Hijo se transforman en amor. Perdonaos los unos a los otros, ved, el perdón es muy importante para vuestra alma. Nadie que no conozca el perdón podrá sanar. Estas palabras os la regala mi Hijo a tráves mío. Yo os amo, hijos. Deseo permanecer todos los días con vosotros. ¡Venid a mí! Yo os bendigo en nombre de mi amado y divino Hijo Jesucristo en el Padre.”

Ella retrocedió al tiempo que sonreía. Luego desapareció la aparición. Pero permaneció la dorada luz en forma oval. Dentro de ésta se podía ver la letra “M” hecha de una luz blanca. Luego se convirtió en color azul irradiando a todos. Los ángeles seguían aún presentes. San Charbel estaba de rodillas ante el altar haciendo una reverencia ante cada Ave María. En la parte posterior izquierda del altar vi a un hombre mayor con barba y ropajes de color rojo. El Papa Pío XII (Pacelli) llevaba su vestidura papal y estaba en el banco del lado derecho. En sus manos tenía un libro dorado.

En los primeros bancos de la iglesia estaban: Miriam de Abellín, la Hermana Faustina y Roberto Bellarmín. Ellos rezaban con nosotros.

Sievernich, 06.08.2001

El lunes 6 de agosto del 2001 tuvo lugar el décimo tercer encuentro del Oasis Azul de Oración.

Durante el rezo del rosario sentí un gran calor. Luego vi, al lado izquierdo cerca del altar (desde mi punto de vista) una niebla fina. Después vi a la Madre de Dios. Ella estaba de pie sobre una nube que flotaba sobre el suelo. La Madre de Dios llevaba una túnica blanca, un manto blanco que la cubría desde la cabeza hasta los pies. Este manto tenía un ribete dorado. La túnica también tenía un ribete dorado. Bajo su manto se podían ver los cabellos de la Madre de Dios que eran de color marrón oscuro, casi negro. Sobre la cabeza tenía una corona de oro. Vi que una rosa dorada yacía sobre sus pies. Tras Ella iban dos ángeles vestidos de blanco, los cabellos les llegaban hasta los hombros. Cada uno de ellos tenía dos copas de oro. En una de ellas había un ungüento transparente y en la otra un líquido transparente. Tras la Madre de Dios vi una luz clara en forma oval que resplandecía mucho.

Las Virgen María tenía un rosario dorado en sus manos las que estaban juntas en oración. Las perlas del rosario estaban hechas de rosas doradas. Repentinamente, la Madre de Dios estuvo sobre un campo lleno de rosas doradas. Luego, acercándose a mí dijo:

”Yo os saludo y os bendigo, queridos hijos, en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Vengo a vosotros en nombre de mi amado y divino Hijo Jesucristo.

Queridos hijos, sumergíos en mi Corazón Inmaculado. Dejad que os guíe. Yo estoy con vosotros, estoy presente. Venid hijos, os tomo de la mano, Yo os conduzco a mi Hijo Jesucristo. Os estuve esperando. Dejad que Yo os guíe. Hijos, ved, el mundo no comprende mis palabras. Preocupaos por lo que mi Hijo desea de vosotros. Examinaos y preguntaos todos los días ¿Qué puedo hacer por Jesús? La situación actual de la iglesia no es buena, necesita una purificación. Pero, queridos hijos, la iglesia es el cuerpo de mi amado Hijo. Él está por completo en ella y Él no dejará que desaparezca. Por esta razón, hijos míos, tened valor y fortaleced la iglesia, en la que está el Padre, en la que está el Hijo, en la que Yo estoy. Solamente el Hijo, mi amado Hijo, os puede dar la salud de cuerpo y alma. Hijos ¡No dañéis la iglesia, fortalecedla! Esta es mi llamada a vosotros. A través de la iglesia vosotros estaréis a salvo, mi Hijo está completamente en ella. Pensad constantemente en esto. Pase lo que pase en la iglesia, permaneced fieles a ella, éste es el deseo del Padre, del Hijo y el mío, pues Yo soy vuestra Madre.

(Siguió un mensaje personal.)

Yo he escuchado vuestras peticiones y he leido cada corazón. Orad con el corazón y entregaos por completo a mí. Yo soy vuestra Madre, confiad en mí, siendo así, podré actuar en vosotros y guiaros, así lo quieren el Padre que está en los Cielos y mi amado Hijo Jesucristo.”

Luego vi como se abrió el Corazón de la Madre de Dios. De su costado abierto salían rayos de colores. Estos rayos salían de su Corazón y llegaban hasta nosotros. Todos estuvimos sumergidos en un abanico de colores.

(Siguió un mensaje personal.)

“Entre los peregrinos se encuentra un alma que aún no ha recibido el bautismo. Trabaja para el Señor, deja que Él te guíe. A través del bautismo tú le abres tus puertas para que Él pueda hacer Su morada en ti. ¿Deseas trabajar para Él ? Entonces prepárate para el bautismo.

Una mujer, cuya alma está cerca, le digo: ¡Effata ! Deja que el Señor, mi amado Hijo, entre en ti. Toma conciencia de los sacramentos.

Queridos hijos, en los sacramentos mi Hijo se entrega a vosotros por completo, sin reservas. ¡Tomad conciencia de este regalo, pues Él les da la salud de cuerpo y alma ! Yo os pido insistentemente, tomad a mi amado Hijo, Él es un regalo divino para vosotros.”

Luego, la Madre de Dios se adelanta, nos bendice a cada uno, haciendo la señal de la cruz en la frente de todos los presentes al mismo tiempo que miraba largamente a cada uno en particular. Ambos ángeles la seguían. Se detuvo ante una persona y la bendijo tres veces. Luego regresó a su sitio.

“Queridos hijos, os regalo mi Gracia, que es la Gracia de mi amado Hijo y la del Padre Celestial. Que un alma haga una confesión general y que luego trabaje sólo para mí. Lo veo en el corazón de esta persona. ¡Puede estar segura de mi compañía!.

Queridos hijos, Yo os amo. Deseo conduciros a mi Hijo, a la casa del Padre. Ved el camino, que debéis ir, es el camino de mi amado Hijo, es el camino de la Iglesia. No existe ningún otro camino para vosotros. Éste es el único camino de la salvación. A partir de éste, Yo os acompañaré. Yo os acompaño en vuestro camino de regreso y Yo estoy con vosotros en vuestros hogares. Bendigo a vuestros parientes y familiares mediante la bendición de mi amado Hijo. Rezad conmigo todos los días para que pueda estar con vosotros. Rezad conmigo todos los días para que mi Hijo pueda hacer una morada en vosotros, orad todos los días conmigo. Orad con el corazón. No os olvidéis que estoy con vosotros. Yo soy vuestra Madre.

Orad, para que no os desviéis del camino, pues las tinieblas están en el mundo. Pero Yo os conduciré través de esas tinieblas y ningún mal les alcanzará. Yo estoy con vosotros.”

Ahora la Madre de Dios abrió su manto, éste aumentó más y más de tamaño hasta cubrirnos a todos. Todos estamos protegidos bajo su manto.

“Queridos hijos, Yo acompaño a cada uno de vosotros. Yo os bendigo con el amor de mi divino Hijo Jesucristo. Todo para la gloria de mi divino y amado Hijo.”

La Madre de Dios nos bendijo. La aparición desapareció pero los ángeles permanecieron allí. Luego pude ver en el banco trasero del lado izquierdo del altar a un hombre con ropajes de color rojo. En el banco delantero de la iglesia vi al Papa Pío XII. En el banco delantero del lado izquierdo de la iglesia vi a Roberto Bellarmín, la Hermana Faustina y Miriam de Abellín. Durante la oración San Charbel estaba de rodillas ante el altar.

En la Santa Misa, durante la Consagración, vi a Jesús Misericordioso en una túnica blanca. Su aparición fue de gran tamaño. Su Corazón esaba abierto y emitía rayos. Su Corazón solo llenaba toda el área del altar. Dentro de su Corazón estaban protegidos el altar y los sacerdotes.

Sievernich, 03.09.2001

El lunes 3 de setiembre del 2001 tuvo lugar el décimo cuarto encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich.

Al entrar a la iglesia vi un copón de oro sobre la cruz de la capilla de Fátima.

Durante el rezo del rosario sentí un gran calor. Luego vi al lado izquierdo del altar (desde mi punto de vista) una luz dorada en forma oval, la que después aumentó mucho de tamaño e intensidad. Dentro de ésta distinguí a la Madre de Dios. Ella se adelantó un poco. Detrás de Ella vi a dos ángeles que también se adelantaron pero permanecieron tras Ella. La Madre de Dios llevaba una túnica blanca, un manto color rojo con un ribete dorado y un velo blanco. Sus cabellos eran ondulados y de color oro brillante los que se dejaban ver bajo su manto. Tenía las manos juntas en oración. En sus manos tenía un rosario hecho de perlas rojas, blancas y perlas de rosas. Las perlas de las Avemarías eran blancas, las perlas de los Padrenuestros eran rojas. En sus pies llevaba sandalias doradas. Una rosa dorada yacía sobre sus pies. Luego vi que Ella estaba de pie sobre una nube. La nube era blanca y estaba a poca distancia sobre el suelo. Su túnica brillaba y destelleaba una la luz. Ella sonrió, vino hacia mí y dijo:

”Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Me alegro que hayan venido. Yo os conduciré a mi amado Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios.

Queridos hijos, vivid en fe, permaneced fieles a la iglesia. Este es el camino de la verdad y de la verdadera vida. Yo os muestro este camino, no tengáis miedo. Confiad en mi divino Hijo. No digáis que mi venida no sirve para nada, esto no es verdad. Yo vengo a vosotros para que podaís encontrar el camino de la vida durante este tiempo de confusión en la tierra. El camino de la vida es el camino de la unidad, plenitud y salvación. De esta manera alcanzaréis la salud de cuerpo y alma. Así lo quiere mi divino Hijo Jesucristo. Vosotros estáis salvados a través de Su Amor, mediante Su Amor también hoy día estaréis sanos. Mi Hijo también actúa hoy día, si tan solo vosotros lo quisiérais. Preparad vuestro corazón, liberadlo del pecado y culpa. Convertíos en un verdadero templo. Conservad en vuestro corazón la palabra del Padre, del Hijo y de la Madre. Queridos hijos, Yo veo vuestras angustias y necesidades.

(Siguió un mensaje personal.)

Hijo míos, muchos de mis queridos hijos, los sacerdotes, no siguen más a mi divino Hijo. Ellos niegan el Evangelio y la enseñanza de la iglesia. Orad al Espíritu Santo. Acudid a mis hijos amados, a los que siguen a mi Hijo Jesucristo. La verdad y la vida tan solo están en el Padre. Pero, ¡Ay de aquellos que niegan la verdad y la vida.!

La Madre de Dios lloró y dijo :

«Por vosotros derramo mis lágrimas. ¿Cómo ellos no se sienten  resposables de conducir a mis hijos por el camino equivocado?

Muchos ya no creen en la actuación y en la existencia de Jesús. Pero, ¿Qué pasará con aquellos cuando miren su alma? ¿Qué pasará con aquellos cuándo se lleve a cabo lo que dije a los niños en Fátima? ¡No penséis hijos míos que aquello no ocurrirá! No penséis que tanto mi divino Hijo como su Madre os amenazan, ésto tampoco es nuestra misión. Mi venida es en nombre del Salvador, mi divino Hijo Jesucristo.

Yo deseo salvar vuestra alma y ganarla para mi Hijo Jesucristo para que vosotros estéis sanos y no os perdáis. Diez minutos diarios, diez minutos en los que Yo os pueda sumerjir en mi Inmaculado Corazón; esos minutos de oración durante vuestra vida en la tierra, es una unción para la eternidad.”

Luego vi como se abrió el Corazón de la Madre de Dios. Los rayos que despedía llegaban hasta cada uno de nosotros. Todos estaban sumerjidos en estos rayos. Luego se dirigió a cada uno de los allí presentes haciéndoles la señal de la cruz en la frente. Ella miró a una persona durante un largo rato, le impuso las manos sobre su cabeza. Ella dijo:

“Mi Hijo purificará esta alma. En nombre de mi Hijo Yo puedo regalarle esperanza. En nombre de mi divino Hijo Jesucristo tu alma queda libre de tus sufrimientos espirituales."

Tras Ella iban dos ángeles con dos copas de oro. En una copa había un líquido color dorado, en la otra un ungüento trasparente, pero que resplandecía con la luz. Con éste nos bendijo la Santísima Virgen María. Llamó a los ángeles con el nombre de Rafael y Miguel. Una familia quedará libre de las preocupaciones que acosan mucho a sus almas. Los ángeles asumieron el cuidado de estas almas. Ella regresó a su lugar.

“Un alma está muy indecisa. En el nombre de mi Hijo Jesucristo, quiero darte valor: Soy Yo quien está contigo. Yo soy la Virgen María, la Madre de Dios. Venid todos a mí, deseo cubriros bajo mi manto protector.”

Ahora, abrió su manto, aumentó de tamaño cubriéndonos a todos bajo su manto.Todos estamos protegidos.

“Queridos hijos, Yo os amo. No tengáis miedo y venid a mí, pues Yo soy vuestra Madre.

Confiad en mi Hijo Jesucristo. Yo estoy con vosotros, estoy completamente con vosotros en mi Oasis Azul de Oración. No dudéis, Yo soy la Virgen María, la Madre de Dios, enviada por Jesús, mi divino y amado Hijo.

Amén.”

En la primiera fila de los bancos de la iglesia estaban sentados Roberto Bellarmín, la Hermana Faustina y Miriam de Abellín. San Charbel estaba de rodillas ante el altar.

En los bancos traseros del altar vi a un hombre con ropajes de color rojo. En la parte anterior de los bancos de la iglesia estaba sentado el Papa Pío XII. (Pacelli).

Durante el rezo del rosario los ángeles estaban de rodillas y rezaban con nosotros. La Virgen María dio su bendición y desapareció. Tras Ella quedó la letra “M” hecha de rosas de oro.

Sievernich, 15.10.2001

El lunes 15 de octubre del 2001, tuvo lugar el décimo quinto encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich.

Sentí un gran calor. Durante el el rezo del rosario vi al lado izquierdo cerca del altar una luz brillante, luego un poco de niebla. Entonces vi a la Madre de Dios. Ella llevaba una túnica blanca, un manto blanco y largo, éste a su vez le servía de velo. El manto tenía un ribete dorado muy fino. Sus cabellos eran oscuros (marrón oscuro, casi negro). Tenía sus manos juntas en oración. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas color dorado. Ella estaba de pie sobre una nube que flotaba a cierta altura sobre el piso. Vi que una rosa yacía a sus pies. La Virgen María nos miró con seriedad y nos bendijo. ¡Ella lloró ! Sus lágrimas, que parecían tener la forma de brillantes, caían sobre la tierra.

Ella dijo :

«Yo os bendigo en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios.

Hijos, ¡Consoladme! ¡Consoladme con vuestras oraciones ! Llamad a mi Hijo, suplicadle la divina paz! Queridos hijos, no salgáis al encuentro de Satanás con odio y violencia, pedid que mi divino Hijo y Yo misma os ayudemos. Ved lo que ha pasado, ved como muchas personas han sido víctimas de su destrucción. Ved a las personas que han sido víctimas de la perversidad de las tinieblas. Ninguna verdad, ninguna verdad divina, que es una con la verdad del Padre, puede enseñar violencia y destrucción. Ésta es la enseñanza de las tinieblas ¡En el Padre está la Salvación, en el Padre está la Bendición, en el Padre está el Amor! Mi divino Hijo es el Amor mismo.

Orad por mi amado Pastor en Roma. ¡Orad por Alemania! Orad por el mundo y tomadme por vuestra Madre y Colaboradora. Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre. Yo os abro mi Corazón y el Corazón de mi divino y amado Hijo Jesucristo. Querido hijos, vuestra venida no ha sido en vano. Yo veo vuestros problemas y necesidades. Sumergidlos en mi Corazón Inmaculado. De esta manera, queridos hijos, Yo os puedo transformar y conducir a mi Hijo Jesús. Hoy he venido a vosotros para regalaros mis lágrimas, pues Yo soy la Madre del género humano. Yo soy la Señora de todos los Pueblos. Pongo mis lágrimas en vuestros corazones, para que os salvéis, para que vosotros me podáis ofrecer nuevamente mis lágrimas. Esta ofrenda es una Gracia muy grande para vosotros. Yo deseo conducir vuestra alma a Jesús, mi Hijo amado.

Hoy he venido a deciros que los sagrados sacramentos son muy importantes para vosotros. Muchos ya no saben más que ellos verdaderamente os santifican. Ellos os santifican en el Padre. ¡Yo deseo encomendarlos! Cuando vosotros recibís a mi Hijo Jesús en la Sagrada Hostia, no os olvidéis del sacramento de la Penitencia. Entregaos por completo a mi amado Hijo. Por completo, así lo digo, y no solamente algo. ¡Dadle la mano y no solamente un dedo! Estad preparados, entregaos por completo a Él, para que así Él pueda estar por completo en vosotros. Para que Él pueda actuar en vosotros.

Queridos hijos, entre vosotros se encuentra una familia que está afligida. Ellos esperan mis palabras, que les diga algo. Pero Yo les digo: Ya se ha dicho todo. Ellos escucharán mis palabras si acuden a un sacerdote que los asesore. Solamente un sacerdote les podrá ayudar, ¡Mi divino Hijo actúa en él !.

Que un alma venga a mí, yo la sumergiré en mi Corazón.”

Vi a la Madre de Dios que estaba con su Corazón abierto. Su Corazón emitía destellos de colores. Ella se acercó a nosotros. Tras Ella iban dos ángeles vestidos de blanco. Cada ángel llevaba una copa. Los ángeles seguían a la Madre de Dios. La Virgen María se acercó a nosotros, nos miró a cada uno y bendijo a cada uno de los presentes con la sustancia que estaba en la copa. No puede distinguir si era agua o un ungüento trasparente.

Ella dijo:

“Un alma se pregunta si ahora Yo verdaderamente estoy con vosotros en la iglesia. Yo estoy ante ti y te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Sigue a mi Hijo. Visítame con frecuencia en mi Oasis de Oración. Yo estoy presente en él. En él está mi amado Hijo Jesús.”

Ella continuó bendiciéndonos a cada uno en particular; Luego Ella regresó a su lugar cerca del altar. En la iglesia, entre nosotros, quedó una llama de fuego dorada durante el rezo del rosario de la Llama de Amor.

Ella dijo;

“Queridos hijos, ¡Venid bajo mi manto protector. Yo os amo!”

Ahora, Ella lo abrió y todos estuvimos protegidos bajo su manto.

“Queridos hijos, Yo os protejo. Éste es mi Oasis de Oración del Refugio. Yo os coloco bajo mi manto. Allí estáis protegidos. Regaladme vuestro corazón. Confiad en mí y en mi Hijo Jesucristo. Cuando vosotros veáis los terribles cuadros de guerra, cuando tengáis noticias de guerras atroces, ¡Orad ! Orad por la personas que serán las víctimas de esa guerra. Orad y entregadme en oración a todos los países de la tierra. ¡Venerad la preciosísima Sangre de Jesús que Él ha derramado por vosotros, hijos míos.! Yo perdí y encontré a mi Hijo aquí en la tierra. Yo conozco el dolor de las madres que están de luto. ¡Orad ! Orad también para que Yo esté a diario con vosotros. Pues Yo soy vuestra protectora. La voluntad del Padre Celestial es que Yo venga y os ayude durante este tiempo de tribulación y confusión. Venerad el Rostro de mi divino Hijo Jesucristo. Éste es mi más profundo deseo. ¡Todo sea para la gloria de mi amado Hijo y el Padre Celestial!

Queridos hijos, aguarden con gozo a mi amado y divino Hijo en el Santísimo Sacramento del Altar. Esperad su misericordia en la unción. ¡Estad preparados!

Tomadme por entero en vuestro corazón, para que Yo pueda actuar en vosotros. No pertenezcáis al mundo, el mundo está equivocado. Tomad a mi Hijo Jesús con amor y gozo. ¡Entreagaos por completo a Jesús!.”

Repentinamente vi el globo de la tierra en medio del área del altar. Éste daba vueltas. Sobre Afganistán y los países colindantes, un cáliz de oro se inclinó sobre ellos y se derramó sangre del cáliz sobre esos países. Una escritura dorada apareció sobre la tierra :

“Debido a las tinieblas la tierra deberá ser purificada. Ellos se han olvidado de Mí, Su Señor, y se fían tan solo de sus propias fuerzas. ¡Esto ha tenido lugar por haber usado sus propias fuerzas. Ya que ellos no han aceptado mi ayuda.!

Luego vi una Cruz luminosa sobre la tierra. De Ella salían rayos de luz que caían sobre la tierra. Un rayo azul descendía sobre Alemania, Suiza e Italia. Un rayo rojo llegaba a Rusia, Africa, Japón y China. Un rayo negro caía sobre Afganistán y los Estados Unidos. Un rayo blanco descendía sobre América del Sur.

Luego vi al Niño Jesús de Praga sobre la tierra. Sobre Él estaba escrito el lema “Venga a nosotros mi reino”. Él dio su bendición, la tierra se convirtió en una bola azul de luz y llevó su mano de regreso. Sobre la tierra vi una luz dorada.

La Santísima Virgen María rezaba con nosotros el rosario y dijo:

“Queridos hijos, Yo os bendigo en el Amor de mi Hijo Jesús. Vuestras oraciones me alegran mucho. Ellas me consuelan. Con mucho gusto dejo que vosotros me consoléis. Por eso pediré por vosotros a mi divino Hijo, por cada uno de vosotros, que en el día de hoy me ha visitado en mi Oasis de Oración. ¡Dios, el Señor, mi amado Hijo Jesús, esté con vosotros!.”

Ella nos bendijo y desapareció en la luz. Los ángeles permanecieron de rodillas ante Ella, respectivamente ante la luz, durante la adoración. San Charbel estaba de rodillas rezando ante el altar. En el banco posterior del altar estaba san Josafat, él estaba vestido de rojo. En el banco posterior del altar estaba el Papa Pío XII. (Pacelli). En el banco anterior del lado izquierdo del altar estaban de rodillas la Hermana Faustina, Roberto Bellarmín y Teresa de Ávila. Ellos rezaban el rosario con nosotros.

Sievernich, 12.11.2001

El lunes 12 de noviembre del 2001, tuvo lugar el décimo sexto encuentro del Oasis Azul de Oración en la iglesia parroquial de Sievernich. Sentí un gran calor. Luego vi al lado izquierdo del altar una niebla blanca y tenue, y enseguida, a la Madre de Dios. Ella estaba vestida toda de blanco (túnica blanca, velo blanco, éste le cubría desde la cabeza hasta los pies) El manto estaba estampado con rosas doradas y tenía un ribete dorado. En sus manos tenía un rosario dorado hecho de rosas. La Madre de Dios sonreía. El manto, que a la vez le servía de velo, cubría por completo sus cabellos. Ella estaba sobre una nube de niebla. Una rosa dorada yacía a sus pies. La Virgen María nos bendijo. Luego vino cerca de mí y dijo:

“Yo os saludo y os bendigo, queridos hijos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Mi Hijo Jesús me ha enviado a vosotros, hijos, para que así lo encontréis. Yo soy la puerta que os conduce a mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la esposa del Espíritu Santo. Queridos hijos, orad, venid a mí. El día de hoy bendigo a cada uno de vosotros. Yo voy a cada uno de vosotros. Abrid vuestro corazón para que pueda morar en vuestro corazón. Cuando Yo habito en vosotros, también mi Hijo podrá morar en vuestro corazón.

Queridos hijos, con frecuencia os he hablado sobre la importancia de los sagrados sacramentos. Hoy día os hablo como vuestra Madre. Me dirijo a aquellos que no dignifican el sacramento del matrimonio. El matrimonio es también un sacramento importante, pues a partir de él, según la voluntad de mi divino Hijo, crece el fruto del amor. Mi querido Hijo Jesús bendice a los esposos y les pide que reconozcan la dignidad de este sacramento. ¡Reflexionad sobre mis palabras que mi Hijo os ha dado para vosotros! Mi amado Hijo os dice, en contra de todas las tendencias de este mundo: Respetaos mutuamente en la vida, sí, en la vida cotidiana. ¡Sed dignos de la vida matrimonial, respetaos mutuamente! Yo os digo: ¡Respetad el fruto que crece dentro del sacramento matrimonial!. ¡Respetad a los niños, pues Yo soy la protectora de todas las familias. No les hagáis nada injusto y conducid los niños a mí y a mi divino Hijo. Todas las familias y mis queridos hijos, mis sacerdotes, los sumerjo en mi Inmaculado Corazón. ¡Que las familias reconozcan a mi divino Hijo, así como mis amados hijos, ellos salvarán al mundo! Ellos viven en la verdad y reconocen mi venida.

Yo os pido que oréis, Hijos ! Quizás vosotros os preguntéis: ¿Madre, no es suficiente con lo que ya nosotros rezamos? Pero Yo os digo: Orad sin interrupción, arded en el amor, sed uno con mi amado Hijo, entonces estaréis a salvo. Yo vengo a vosotros como vuestra Madre. Yo os deseo conducir a la Casa del Padre. Suplicad del Espíritu Santo todas las gracias que el Padre os quiera regalar.”

La Santísima Virgen estaba suspendida en el aire. Ella se encontraba en el área del altar. Luego estuvo suspendida sobre nosotros. Vi, que su Corazón estaba abierto. Su Corazón despedía rayos de colores que venían en dirección nuestra. Todos estuvimos sumergidos en esos rayos. Vi a dos ángeles, que tenían copas de oro, ellos estaban sobre el piso a la izquierda y a la derecha de la Madre de Dios. La Santísima Virgen era tan grande que llenaba casi toda el área del altar.

Ella dijo:

“Queridos hijos, venid y visitadme en mi Oasis Azul de Oración. Aquí estoy verdaderamente presente. En la unción, verdaderamente mi Hijo Jesús viene a vosotros. Yo he venido a vosotros para que me sintáis a mí, mi presencia. Para que sintáis que Yo estoy con vosotros, que tomo parte de vuestros problemas y necesidades. ¡Yo no os dejo solos! Vosotros tan solo tenéis que buscarme, abríos. ¡Abríos a mi divino Hijo Jesús!”

El Corazón de la Madre de Dios estaba rodeado de una corona de espinas. Ella se dirigió a los presentes junto con los ángeles que iban tras Ella. La primiera copa estaba llena de un líquido transparente, en la segunda copa había un ungüento transparente.

Ella nos bendijo y miró el corazón de cada persona en particular. La Santísima Virgen se detuvo ante una persona. Ella dijo:

“Tú has venido aquí porque quieres saber si Yo verdaderamente aparezco en esta iglesia. Yo te lo digo: Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, la Madre de Dios. Yo aparezco en esta iglesia. Yo he venido a ti para que tú sientas mi bendición. Te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

Luego Ella regresó a su antiguo puesto. Entonces dijo:

“Queridos hijos, orad sin interrupción. Ved las olas de odio en el mundo. Las tinieblas desean confundiros. No odiéis, perdonaos y amaos los unos a los otros. Hijos, ved que Yo os protejo en medio de esta confusión. Vosotros estáis bajo mi manto protector.”

A continuación, Ella extendió sus brazos junto con su manto, y todos estuvimos cubiertos bajo su manto protector. Un dulce olor a rosas nos envolvió a todos. En su manto vi una luz hermosa.

Ella dijo :

Recurrid a Jesús. Él es la fuente de todas las Gracias del Padre. Yo vengo a vosotros para fortalecer la iglesia, la iglesia que es el Cuerpo de mi amado Hijo. En ella estaréis a salvo. Yo dirijo mi iglesia, la iglesia de mi Hijo. Yo os preparo para Su venida. No os preguntéis cuándo tendrá lugar Su venida, más bien ¡estad preparados para ella! Ved la tribulación, la confusión en la que os encontráis. Mis palabras os conducirán en medio de esta tribulación, a través de la confusión que reina en el mundo, y vosotros, hijos míos, no os perderéis. Pues Yo estoy con vosotros y os amo, ¡Yo soy vuestra Madre!”

Vi que el mundo estaba cubierto con el manto protector de la Virgen María. El mundo tenía algunas heridas sangrantes. La Virgen María suplicaba a Jesús. Primero vi una luz azul, luego muchas de ellas. Esta luz cerraba las heridas del mundo. Luego, la Virgen María tenía una corona de oro. La tierra estaba totalmente cubierta de esa luz azul. Repentinamente todo estaba lleno de esa luz azul. Ahora, la Madre de Dios apareció vestida toda de blanco, con una corona sobre su cabeza. El Niño Jesús, que también estaba vestido de blanco, estaba en sus brazos. En sus manos tenía un cetro y un globo de la tierra de color azul. Él nos bendecía y sonreía. Todo parecía transformarse.

La Madre de Dios dijo :

“Esta es la transformación del tiempo. Yo te he mostrado todo.”

Ella se dirigió a la personas junto con el Niño Jesús. El Niño despedía una luz que iba en dirección nuestra.

La Virgen María dijo:

“Presentadme todos vuestros problemas y necesidades.

Di a la familia que estoy presente. Orad, orad, orad y perdonaos los unos a los otros. Mi Hijo os pide este sacrificio del perdón. Aún cuando sea muy difícil para vosotros, Yo os pido, que con la ayuda de alguno de mis sacerdotes, encontraréis la paz. Éste es el deseo de mi divino Hijo.

Queridos hijos, no olvidéis mis palabras, llevadlas en vuestro corazón. Pase lo que pase en este tiempo terrenal, Yo estaré con vosotros. Llamadme, orad y y hablad conmigo y con mi amado Hijo Jesús. Yo os socorreré, os socorreré en vuestras angustias y necesidades de cada día. Regalaos por completo a mí. El Padre es la casa, que abarca todo, el Hijo es el Señor de la casa. Quien allí vive y mora, es la Madre, Yo soy la Puerta que os conduce a mi amado Hijo Jesucristo. ¡Orad, orad, orad!”

La Madre de Dios nos dio su bendición y desapareció. Tan solo vi un reflejo de luz. La Hermana Faustina, Miriam de Abellín y Roberto Bellarmín estaban de rodillas en el área del altar. San Charbel estaba de rodillas ante el altar y hacía una reverencia antes de cada ave María. San Josafat estaba sentado en el banco trasero del altar. Él tenía ricos ornamentos y una cruz en el pecho. En el banco anterior del altar vi al Papa Pío XII. Él tenía un libro dorado en sus manos. Todos rezaban el rosario con nosotros. Un símbolo especial flotaba sobre el altar.

Sievernich, 03.12.2001

El lunes 3 de diciembre del 2001, sentí un gran calor durante el rezo del rosario. Luego vi una luz en forma oval. La Madre de Dios salió de esa luz. Ella estaba vestida toda de blanco (un velo blanco con borde dorado y una túnica blanca). Sus pies estaban sobre el globo de la tierra. Al costado de su pie había una rosa dorada. La Virgen María tenía las manos juntas en oración. Dentro de ellas vi un rosario dorado hecho de rosas. La Madre de Dios primieramente me miró a mí, luego, a todos los demás presentes. A continuación, vino a mí y dijo:

“Yo os saludo y os bendigo, queridos hijos, en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Madre de Dios, María, la Inmaculada. Mis primeras palabras, que son las del Padre y del Verbo Divino, las dirijo a mis hijos los sacerdotes. Hijos, muy amados hijos, escuchad mi llamado. Es el llamado de vuestra Madre. El llamado de vuestra Madre es el llamado del Padre, el llamado del Hijo, mi divino Hijo Jesús. Queridos hijos míos. No escuchéis las corrientes del mundo que os conducen al error. Escuchad la voz de mi amado Hijo Jesús, quién vive y actúa en su iglesia. Muchos hijos míos ya no quieren recibir mis palabras en su corazón. Ellos no las consideran dignas de fe y no creen en la actuación de mi Hijo Jesús. Ellos no creen en mi venida. A aquellos les quiero decir: Mi llamada, mis palabras penetran en el mundo. Hijos, venid a mí, ¡Yo os amo, de la misma manera que mi divino Hijo Jesús os ama! ¡Convertíos y seguid a mi divino Hijo Jesús! Queridos hijos sacerdotes, Yo os hago un llamado en nombre de mi divino Hijo Jesús. ¡No tengáis miedo.!

El mundo sacudirá la iglesia, pero Yo no permitiré que la destruya. La iglesia permanecerá estable, de la misma manera que mi amado Hijo, el eterno, es perpetuo en el Padre. La Iglesia respandecerá en el Padre, pues Él la protege, porque el Padre está en ella, así como Jesús, mi amado Hijo, y Yo, estamos en ella. Toda la salvación proviene de ella, así como todas las gracias tienen su orígen en ella, puesto que la iglesia es un regalo del Padre, del Hijo y mío, vuestra Madre.

Queridos hijos, a muchos de vosotros os abatirán necesidades y preocupaciones. Venid a mi Oasis Azul de Oración. En él Yo estoy presente y allí os regalo mis gracias. Hijos, pedid, pedid de corazón. Yo presento vuestras peticiones a mi divino Hijo Jesús. Queridos hijos, demostrad vuestro amor a mi Hijo. Tomad conciencia de los sacramentos de la iglesia, para que Él pueda hacer hacer su morada enteramente dentro de vosotros, para que también Él pueda estar con vosotros en vuestra vida cotidiana.

Hijos míos, ¡Yo os amo!.

Luego vi, como se elevó la Madre de Dios y estuvo suspendida sobre cada uno de nosotros. Su Corazón estaba abierto y rodeado de una corona de espinas. Su Corazón sangraba, tres espadas atravezaban su Corazón. Así, Ella se dirigió, acompañada por los ángeles, a cada uno de nosotros. Ella impuso su mano derecha sobre cada cabeza y nos bendijo a cada uno. Se detuvo ante un monje y le dijo. “Tú has estado en muchos lugares en los cuales Yo también aparecí. Aquí estoy presente. ¡Te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.! Luego continuó.

Se detuvo ante una persona y le pidió fervientemente que se convitiera. Ella dijo: “¡Te pido que regreses! Confiésate, y atrévete a empezar de nuevo. Ven a mí, ¡Yo estoy contigo ! Tu Madre te llama. ¡Ven a mí.!

Deseo bendecir a las familias. Por ellas Yo estoy aquí. Yo amo las familias que escuchan las palabras de mi Hijo Jesús. ¡No perdáis el valor ! Manteneos fuertemente unidos. Yo os asistiré y os ayudaré.

Queridos hijos, ved que ahora Yo estoy enteramente con vosotros. Entre vosotros hay alguién que me pregunta si también puede seguir el camino que lo conduce a mí. Él se pregunta, si él lo puede hacer en una comunidad conventual. Yo te digo, tú lo puedes hacer en nombre de mi amado Hijo Jesucristo!”

La Madre de Dios estaba suspendida sobre nosotros. Su Corazón despedía rayos y formó un ramillete de muchos colores que nos sumergió a todos.

La Virgen María dijo: “Hijos, ¡ahora os muestro a mi amado Hijo! La Madre de Dios sostuvo en su brazos al Niño Jesús que estaba vestido de blanco.

Jesús dijo: “Así es como debéis venir a Mí, con amor y humildad. También vosotros deberíais ser como niños. Jesús bendijo a los presentes. Él que se escandalizare de Mí, será escandalizado!. ¡Yo soy la fuente de todas las Gracias, Yo soy la verdad y la vida!. Él tenía en sus manos un cetro y un globo de la tierra de color azul. La tierra quedó cubierta con una inscripción de color dorado: “Jesucristo, quien vendrá con Gloria.” Jesús dijo: “Yo os guío en todas vuestras penas y necesidades.Yo soy vuestro Salvador. Venid a Mí los que lleváis una carga pesada.!”

La Virgen María dijo: “Mi Hijo os regala todas las Gracias del Padre. Id a Él y conservad su Gracia en vuestro corazón. Arded de amor, Hijos, y orad a Él, que es el amor mismo !. Vosotros resistiréis conmigo todas las tormentas. Todo conmigo y mi divino Hijo en el Padre. No vayáis por caminos equivocados cuando tengáis alguna tentación, Yo estoy con vosotros. Yo os ayudo. Por esta razón, visitadme en la iglesia. Visitad a mi amado Hijo y regaladle vuestro amor. Yo estoy con vosotros.” La Virgen María nos bendijo. La tierra se aclaró, y luego la aparición. La Virgen María dijo: “Hija mía, Yo te quiero. Permanece fiel a mi Hijo. Yo estoy contigo! No pierdas el valor.”

La aparición desapareció. Luego vi a San Charbel de rodillas ante el altar. Al lado derecho vi al Papa Pío XII y San Josafat. AL lado izquierdo del altar estaban de rodillas: Miriam de Abellín, la Hermana Faustina, Roberto Bellarmín y un hombre con barba con ropajes de color marrón. Ambos ángeles, que acompañaban a la Madre de Dios, todavía estaban presentes con sus copas.

Sobre el altar resplandecía una Hostia de luz que brillaba como el sol. La Hostia llevaba la inscripción:

“J H S”.

Sievernich, lunes 07.01.2002

Veo un halo de luz en forma oval. De este halo de luz (desde mi punto de vista) al lado izquierdo junto al altar, sale la Madre de Dios vestida completamente de blanco. Ella está sobre una nube blanca la que ligeramente se eleva, Ella lleva una túnica blanca: su vestido es blanco y su velo blanco tiene un ribete dorado. Ella flota en el aire sobre nosotros y viene muy cerca de mí. Sus cabellos son oscuros y casi están cubiertos del todo. En sus manos tiene un rosario blanco y luminoso.

Ella dice:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos, en nombre de mi divino Hijo Jesucristo. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Hijos, cuánto me consuela vuestro llamado. ¡Llamad, orad, suplicad por mis amados hijos, mis hijos sacerdotes, a quienes las tieneblas los ataca y los tienta constantemente!.” Ahora veo alrededor de ellos un círculo lleno de rosas blancas. Las rosas depiden destellos que llegan hasta nosotros.. “Yo vengo a vosotros, con la finalidad de que vosotros podáis sobrellevar este tiempo de tribulaciones. Yo aparezco por mis hijos sacerdotes y por los religiosos. Ellos pueden vivir completamente dentro de la iglesia. Agarraos fuertemente a mi Hijo. ¡Permaneced fieles a la iglesia! Yo os dirijo este llamado. El tiempo, en el que os encontráis, es difícil, más el tiempo que os espera, estará lleno de necesidades y penurias. Esta es la razón por la que vengo a vosotros el día de hoy. No os apartéis del camino que os conduce a la casa del Padre.

Vosotros familias mías, vosotros hijos míos, Yo os amo. Yo os amo mucho. ¿Qué podéis hacer por mí? Fortaleced a mis hijos sacerdotes, a las religiosas y al clero regular. Orad por aquellos que han abandonado su camino. Hay mucho desorden y confusión. ¡No os adhiráis al desorden! Pensad en el amor, el perdón y la misericordia de mi Hijo Jesús. Mi amado Hijo unificará todo. Queridos hijos, cuanto dolor hay en vuestras familias. Orad con firmeza, así vendré a vosotros para donarles mi ayuda y la ayuda de mi divino Hijo.” La Madre de Dios flota en el aire, y su Corazón emana rayos de gracia de diferentes colores. Todos los presentes quedan sumergidos en estos rayos de gracia. La salvación de mi amado Hijo os será concedida.” Entre vosotros veo un alma llena de preocupaciones por su hijo. Díle que ya la he escuchado. Consagra tu hijo a mi Corazón Inmaculado. Te digo, Yo soy tu ayuda en nombre de mi amado Hijo Jesús.

Hijos, llamadme cuando tengaís alguna necesidad. Yo os escucho, aún cuando penséis que no esté a vuestro lado. Yo estoy a vuestro lado.

A vosotros, hijos, os pido, orad, orad, orad. Aún cuando os lo tenga que repetir constantemente: ¡Orad! Mi llamado a vosotros es importante. La oración os santifica, de esta manera, mi divino Hijo podrá hacer su morada en vosotros. Mi amado Hijo me permite estar con vosotros, y de este modo os podré donar Su gracia, pues Su palabra es la mía y Su palabra es una con la del Padre. Venid a mí, en mi Oasis Azul de Oración. Aquí Yo estoy presente por completo. Queridos hijos, Yo os hago otro llamado: construid pequeñas capillas en vuestros hogares, pequeños Oasis Azules de Oración, con la finalidad de que vosotros, que estaís cerca los unos a los otros, os tengáis y podáis apoyaros mutuamente en mí y en Jesús. Sed mis perlas de oración. Luego venid a mí aquí, a esta iglesia y dejad que se os unja, para así poder estar fuertes y sanos de cuerpo y alma. Aquel a quien Yo le confíe hoy esta misión, sentirá un llamado en su corazón. Mi llamado se dirige a tres personas. ¿Me escucháis hijos? Orad en vuestros hogares, visitad con frecuencia mi iglesia. ¡Este es mi consejo a vosotros! Seguid a mis hijos sacerdotes, aquellos que están cerca de mí.

A ti te digo, que estás preparando una gran fiesta: Haz planes con cuidado, pero con todo, planifica esta fiesta en mi honor. El lugar es desconocido. Déjate conducir.

La Virgen María se dirige a los confesantes. Ella los bendice. “La confesión, la limpieza del alma, es una gracia muy grande. Tomad conciencia de ésta. Liberaos, hijos. Cuánta alegría nos da una buena confesión a mi divino Hijo y a mí. Las tinieblas no quieren que vuestras almas estén limpias, puesto que no quieren que Jesús sea santificado en vosotros. Vosotros cuidáis vuestro cuerpo, de la misma manera, cuidad con regularidad vuestra alma. No descuidéis vuestra alma, ella ha sido creada para la eternidad.”

La Madre flota y se dirige a cada uno de de los presentes. Veo que tras Ella van dos ángeles, cada uno lleva una copa de oro. La Madre de Dios dice algo y bendice a cada uno en particular. A una persona le sopla sobre la frente y le da su bendición. En las copas veo un líquido trasparente y un ungüento transparente. Pasado algún tiempo, Ella regresa a su lugar.

“Hijos, escuchad mi llamado. Confiad en mi divino Hijo Jesús. Yo os protejo.” Ahora, Ella abre su manto, y todos quedamos protegidos dentro de éste. Su manto emana una luz muy clara y blanca. Todos estamos rodeados dentro de su luz. “Venid a mí, Yo curaré vuestras heridas. Hoy os regalo a todos mi luz, la que sanará vuestro cuerpo y alma. Yo estoy con vosotros. Al salir de esta iglesia, vosotros deberéis decir: ´La Madre nos acompaña, nos acompaña, cuando nos vamos a casa.´ En vuestros corazones vosotros llevaréis mi luz a vuestros hogares.” Un rayo de luz desciende y penetra dentro de cada uno de los presentes. “Sentid mi presencia, pues soy Yo quien os fortalece, la Virgen María, vuestra Madre Celestial.”

Ahora veo que su Corazón está abierto, mientras se reza el rosario del Amor. Una corona de espinas rodea su Corazón abierto.

“Yo os sumerjo dentro de mi Corazón Inmaculado. Que mis palabras penetren en vuestras almas, que escuchéis mi voz en vuestros corazones y que siempre resuene sin cesar. Hijos míos, vuestras oraciones fortalecen la iglesia. ¡Qué gracia tan grande para vosotros!. Todavía vendré durante algún tiempo terrenal, luego, os espera una nueva tarea en el Padre. Estad seguros y prevenidos. No perdáis el valor, pues vosotros me podreís sentir. Hijos, por esta razón, visitadme y vivid en conformidad con la Palabra Divina de mi amado Hijo Jesucristo. Vosotros decís: ´Madre, cada vez es más difícil, ¿Cómo podremos vivir hoy de acuerdo con el Evangelio?. Yo os digo: ¡Con mi ayuda! Si así lo deseaís, Yo os ayudaré inmediatamente, hijos. Yo os fortaleceré. Tened valor, pues Yo soy vuestra Madre Celestial. Ahora es el momento, ¡Estad preparados, ¡No desperdiciéis vuestro tiempo terrenal! ¡Yo os amo y no puedo dejar que os perdáis! Qué no os perturben los acontecimientos en la tierra. Permaneced en mi Hijo Jesucristo. Pase lo que pase, Yo estoy con vosotros. Ésta es la voluntad del Padre que está en el cielo. Amén.” (los ángeles repiten junto con Ella.)

Alrededor del altar, en los bancos traseros, veo a San Josafat y en la parte delantera, al Papa Pío XII. San Charbel está de rodillas ante el altar y se inclina ante cada oración. Él tiene en sus manos un pequeño y brillante libro azul. Ante el altar junto a él, a su derecha e izquierda, veo a Roberto Bellarmín, Miriam de Abellín, a la Hermana Faustina y al Padre Pío, quien inclina su rostro hasta el piso antes de cada oración. Él emana una luz clara. Hace una reverencia y se dirige al confesionario. Él acompaña a los confesantes. Los ángeles todavía están presentes.

Sievernich, lunes 04.02.2002

Siento un gran calor. Ahora veo una luz clara y ovalada al lado izquierdo del altar (desde mi punto de vista). La Madre de Dios sale radiante de esa luz. Ella tiene un velo blanco, que llega hasta el piso. Este velo está decorado con un ribete dorado. Sobre su cabeza lleva una corona de oro. Ella lleva una túnica blanca. Su Corazón está abierto. Los cabellos de la Madre de Dios son de color marrón oscuro y están sujetos por atrás. En sus manos tiene un rosario blanco y brillante. Su cruz es de oro y brilla también. La Santísima Virgen María sonríe. Ella está sobre una nube y viene cerca de mí.

Ella dice:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Hijos, ¡Cuánto me alegran vuestras oraciones! ¡Orad, orad, orad! ¡Orad sin cesar! Aquí verdaderamente Yo estoy presente. Así lo desea mi divino Hijo Jesucristo. ¡Oh hijos míos, cuánto os amo, cuánto os ama mi divino Hijo Jesucristo!. ¡Amadle, regaladle también a Él vuestro amor! Hijos, Yo os hago un llamado: ¡Orad por Alemania! ¡Orad por mis amados hijos sacerdotes, orad por los hermanos y monjas de las órdenes religiosas!. Permaneced fieles a la iglesia, vosotros, mis amados hijos sacerdotes, vosotros, monjas y hermanos de las órdenes religiosas. No os apartéis del camino que mi divino Hijo os ha trazado. Queridos hijos, también vosotros permanced fieles a mi Hijo Jesús. Familias mías, os hago una llamada especial, venid a mí, pues Yo os amo. Vosotros sois la piedra fundamental de la Iglesia de mi amado Hijo Jesús. Queridos hijos, hoy me dirijo a vosotros como la Virgen María, la Reina de todos los ángeles.

¡Cuán importantes son los santos! Con frecuencia, caen en el olvido. Muchos dicen que no deben ser adorados. Solamente se debe adorar y venerar a Dios Padre y a Jesús. No adoréis a los santos, tan solo veneradlos. Los santos son vuestros guías. Hijos, ahora que vosotros estáis equipados con la carta, que son los Evangelios, que os conduce a la salvación, a la morada del Padre, ¿no encontráis el camino con mayor facilidad si tenéis a alguien quien os guíe? Esto deben ser los santos para vosotros: ¡Guías y cooperadores!. Con mucha confianza podéis pedir socorro a los muchos auxiliadores y auxiliadoras de mi divino Hijo y pedirles que os ayuden. Los santos piden e interceden por vosotros ante mi amado Hijo Jesucristo y el Padre. Como podéis ver, los santos son muy importantes en el cielo.

Queridos hijos, Yo os hago un llamado para que construyáis pequeñas capillas en vuestros hogares, pequeños Oasis Azules de Oración. Yo vendré tres veces más a esta iglesia en Sievernich. Luego os llamaré a esta iglesia con intervalos más grandes. Mi vidente ya no me verá todos los meses en esta iglesia. Sin embargo, mis apariciones en Sievernich todavía no han concluido. Hijos, Yo os llamaré con anticipación para que vengáis a mí. A pesar de todo, escuchad mis palabras: Formad pequeños Oasis Azules de Oración. Vuestra oración por Alemania es muy importante. Orad, permitid que el Espíritu Santo penetre en vuestras almas. Que vuestra fe no sea una fe de prosperidad. ¡Qué sabor tan desagradable ha dejado la prosperidad en algunas almas! Hijos, arded de amor, de esta manera  podré encontrar un lugar en vuestros corazones, para que así pueda venir a vosotros, hijos.”

Ahora, Ella extiende su manto sobre nosotros, éste nos cubre a todos.

“Yo os protejo, hijos míos, pues Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, la Madre de Dios. Le digo a la mujer joven, que está en dificultades, que Yo la liberaré. Ella es propiedad de mi amado Hijo Jesucristo. Las tienieblas deberán apartarse. Su guía espiritual necesita todavía algún tiempo terrenal para poderla liberar. La oración es necesaria.”

Ahora veo como brota sangre de su Corazón, la que se derrama sobre nosotros, pero al llegar a nosotros, la sangre se convierte en rosas rojas, amarillas y blancas. Luego se dirige a cada uno de nosotros. Tras Ella van dos santos ángeles, llevando en sus manos dos copas llenas. Ella se detiene ante una mujer joven a mi derecha y dice: “Me alegra que hayas venido a mí. Si también has venido sólo por curiosidad, de esta menera deseo plantar en tu corazón el Amor de mi divino Hijo.” Ella bendice a la mujer joven. Luego va a cada uno en particular y lo bendice.

“Queridos hijos, Yo hago un llamado a cada uno en particular para que venga a mí. Que no os importe lo que el mundo diga, a lo que el mundo le de importancia o no: permaneced fieles a mi Hijo. Yo os doy mi amor en vuestro corazón. ¿Lo sentís? Yo soy vuestra Madre ¡Yo no podría dejar que os perdáis! Yo enlazo vuestras almas con una cinta azul, mi cinta azul, el Oasis Azul de Oración.”

 Sus rayos se dirigen a cada uno de nosotros. Ahora, Ella está flotando sobre nosotros en el centro de la iglesia.

“Hijos, ¡No tengaís miedo, encontrad a vuestra Madre! ¡Cuántas veces ya he venido a vosotros! ¡Convertíos.! Lo que el mundo os pide que hagáis, no está colmado de bendiciones. El mundo está lleno de intranquilidad y tinieblas. Estas penurias no penetrarán dentro de vosotros, si vosotros permitís que Yo entre en vosotros, pues Yo os protejo. Las tinieblas deberán apartarse, cuando vosotros me llamáis. Llamadme, Yo estoy con vosotros, ¡Yo soy vuestra Puerta! Id a Jesús, mi amado Hijo, a través mío. Por esta razón os pido que forméis pequeños Oasis Azules de Oración, así Yo podré fortalecer vuestro cuerpo y alma. Yo derramaré mis bendiciones sobre vosotros. Yo os fortaleceré en nombre de mi divino Hijo. Amaos y perdonaos los unos a los otros, así como lo hizo mi Hijo Jesús. Jesús es vuestro Salvador. ¡Cuánto amáis el mundo, cuán poco a mi Hijo! ¡Cuánto os ama Él, tal como vosotros sois! Id a Él, tal como sois. Él os conducirá, os conducirá a la Casa del Padre. Hijos, ¡No tengaís miedo! Él es el camino del Amor del Todopoderoso, el Amor mismo.

Lo que os quiero decir: No prestéis atención a los sucesos que deberán llevarse a cabo en el mundo. Todo deberá ser purificado, pues la oscuridad está en el mundo y trata de precipitar las almas al abismo. Ante todo ¡Rezad! Que mis palabras penetren en vuestro corazón y os acompañen en cada necesidad. Yo permanezco con vosotros. Cuando abandonéis esta iglesia, llevadme en vuestro corazón.

A la mujer, que está en dificultades, díle: He escuchado su llamado. ¡Ora y perdona! Tú sufres, por esta razón, busca otro camino. No debes poner en peligro tu salud. A través de la confesión perdona a aquellos que ten han hecho daño. Perdona y busca otro camino.”

La Virgen María nos bendice y retrocede lentamente hacia la luz. Los santos ángeles todavía están presentes. Ahora veo en el centro a la Virgen María con atuendos dorados, está flotando en el aire y está sentada sobre un trono. Debajo Ella veo a San Charbel, la Hermana Faustina, Miriam de Abellín, el Padre Pío, el Papa Pío XII y a Roberto Bellarmín. Ellos oran y están de rodillas ante Ella. Los ángeles permanecen con nosotros. La aparición desaparece.

Sievernich, lunes 04.03.2002

Veo al lado izquierdo del altar una luz clara y ovalada. Siento mucho calor. La Madre de Dios sale de esos rayos de luz. Ella está vestida completamente de blanco, lleva un velo blanco que llega hasta el piso, éste tiene un ribete dorado, y una túnica blanca con un ribete dorado en el cuello. Los cabellos los tiene sujetos por atrás bajo el velo. Las manos las tiene juntas en oración. Veo un rosario entre sus manos. ¡Éste es rojo! La cruz del rosario es dorada. La Madre de Dios está sobre una nube, sobre ésta veo tres rosas: una blanca, una dorada y una rosa roja. Ella bendice, sonríe y dice:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Madre de Dios, María, la Inmaculada. Mi Hijo me envía a vosotros, mi divino y amado Hijo Jesucristo. Hijos míos, vuestras oraciones secan mis lágrimas. ¡Oh hijos míos, Orad! Orad no tan  sólo con palabras, orad con el corazón. Orad de tal manera que Yo pueda estar con vosotros. Así lo desea el Padre que está en el Cielo, así lo desea mi divino Hijo Jesucristo. Vosotros, hijos míos, ¡Sed mis perlas de oración, y no dejéis de orar !. Aquellos, que hoy han venido a mí, recibirán el regalo de la Gracia de mi Hijo Jesucristo.”

Ahora, Ella se dirige a los presentes y bendice a cada uno en particular. Dos ángeles le salen al encuentro llevando copas de oro y van tras Ella. Se detiene ante dos hombres y dice:

“Vosotros no habéis venido aquí por fe. Yo deseo fortificaros y bedeciros con el poder de mi amado Hijo Jesús.”

Ella bendice a un joven y le insufla sobre su frente. “A su madre le digo:

He escuchado tus súplicas. Anda allí y encuentra por entero a mi Hijo.”

Ella regresa a su antiguo lugar y dice:

“Queridos hijos, Yo soy vuestra puerta. Este mes, es el mes de mi amado José. José, mi prometido, mi esposo terrenal, el padre adoptivo de mi divino Hijo Jesús. San José es vuestro protector. Él cuida de vosotros. No os olvideís de su gran poder. Confiad en él con amor. Esto es correcto y es el deseo de mi divino Hijo. El mundo ha olvidado las virtudes de San José. Vosotros, hijos, no las olvidéis. Confiad en San José en vuestra vida cotidiana. Él os ayudará y estará a vuestro lado. Orad, hijos, ¡Orad por la paz en el mundo.! ¡Orad!”

Ahora veo como se abre el Corazón de la Madre de Dios despidiendo rayos de muchos colores los que se dirigen a todos los presentes que quedan sumergidos en un abanico de colores. Luego, la Virgen María flota, se eleva y está sobre un globo de la tierra. Veo como las guerras trastornan a las personas y un rosario azul rodea la tierra. Ahora, una luz azul rodea la tierra y permite que las personas encuentren la paz tras muchos acontecimientos.

Ella dice:

“En mi Hijo Jesús, vosotros encontraréis la paz que el mundo no os puede dar. Él es el Amor mismo. Hijos, vivid el Evangelio, vividlo ya hoy mismo y no mañana, y permitid que Yo os conduzca a mi Hijo. Sólo hay un camino que os conduce a mi Hijo, el Amor y la Misericordia. Que éste sea vuestro camino, hijos. Quien no es bondadoso y misericordioso, no lleva en sí el Amor de mi Hijo. Por eso, hijos, es importante que os perdonéis y hagáis penitencia. Este es el camino, y ningún otro, que os conduce a mi Hijo. Hijos, nuevamente os hago un llamado para que forméis pequeños Oasis Azules de Oración. Allí Yo derramaré mis bendiciones, que son las bendiciones de mi amado Hijo Jesús. Yo estoy enteramente en mis Oasis Azules de Oración.

Hijos, Yo quisiera pedirles un favor: Ved, el instrumento que he elegido es débil, esta es la razón por la cual su nombre no deberá ser conocido ni tampoco se la deberá perturbar. Vosotros recibís mis bendiciones a través mío. Mi instrumento recibe mis gracias y os las da según la voluntad de mi amado Hijo Jesucristo. Para que Yo pueda seguir dando mis gracias a mi pequeña flor, ella deberá permanecer muy pequeña y sin obligaciones. Ella debe ser libre. ¿Me concederéis este deseo? Orad por ella, pues ella tampoco puede hacer nada más por vosotros aparte de pedir y suplicarme a mí y a mi Hijo.

Mi pequeña flor, te amo y te bendigo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo.

Di al hombre, que quiere salvar su matrimonio. El amor tan solo puede crecer en libertad. El amor y la libertad son inseparables. Suelta y continúa rezando.

Queridos hijos, Yo veo vuestras peticiones. Anelisa, Anelisa, también veo tus preocupaciones, Permanece fiel a mi Hijo. ¡Ora! Lo voy solucionar todo”

Ahora se acerca a nosotros.

A ti te bendigo, madre de cinco hijos, los que te he regalado en nombre de mi amado Hijo Jesús. A ti te fortalezco. En mí encontrarás fuerzas. Los hijos son regalo del Padre Celestial. Pero ellos tambien te agotan, sigue con ellos el camino de mi Hijo Jesús. ¡No los dejes solos!

Queridos hijos, dejad que se os unja. También dejad que se os unja aún cuando no esté visible a vosotros. Yo he bendecido este lugar. Que se convierta en un lugar de adoración. Hijos, continuad rezando allí. Aún cuando Yo no siempre esté visibile en esta iglesia, he bendecido este lugar y aquí os reparto las Gracias de mi amado Hijo Jesús. Este es mi deseo: ¡Orad aquí a mi Hijo Jesús.! Permaneced firmes en adoración. Yo estaré permanentemente con vosotros, os acompañaré a vuestros hogares y os protejeré. Yo os pido que oréis diariamente, hijos, y así podré estar en vuestros corazones.

Mi instrumento dejará hacer una imagen mía, de la forma que he venido y vendré a vosotros en Sievernich como la Virgen María, la Inmaculada. Ella os colmará de bendiciones. Ella os liberará de todas las tinieblas, pues Yo bendigo mis imágenes.

Hijos, Yo os amo. Orad, orad por Alemania, para que no se pierda.”

La aparición se trasforma en luz. Ahora veo de rodillas ante el altar: San Charbel, quien se inclina ante cada oración, al Papa Pío XII, a San Josafat, la Hermana Faustina y a Miriam de Abellín. Los ángeles continúan presentes.

Sievernich, lunes 15.04.2002

Veo en el área del altar una luz clara y ovalada. Al mismo tiempo siento mucho calor. Veo a la Virgen María como la Inmaculada. Ella se encuentra al lado izquierdo del altar y está descalza sobre una nube. Tres rosas en semicírculo rodean la nube: una blanca, una dorada y una roja. La Madre de Dios tiene las manos juntas en oración. En sus manos tiene un rosario. Las perlas de las Avemarías son de color azul, y blancas, las perlas de los Padrenuestros. Ella nos bendice y dice:

“Yo os saludo y os bendigo, queridos hijos. Vengo a vosotros en nombre de mi divino Hijo.

Soy la Virgen María, la Madre de Dios, María, la Inmaculada. He venido aquí, hijos míos, para bendecir a cada uno de vosotros. Hijos, es necesario que venga a cada uno de vosotros. Yo vengo a vosotros como vuestra Madre. Vuestras oraciones me alegran. Vuestras oraciones me consuelan. Yo os amo, hijos míos. ¡Sed mis perlas de oración!

Mis queridos hijos sacerdotes, ¡Yo os hago un llamado! Venid a mí, vuestra Madre. Congregaos. Que el uno fortalezca al otro. Asistíos mutuamente. Mi Hijo Jesucristo os fortalecerá, y estaréis junto a Él y Conmigo, Su Madre celestial.”

A continuación, la Madre de Dios se dirige a cada uno en particular. Tras Ella van dos ángeles vestidos de blanco. Veo como la Madre de Dios bendice a cada uno con un ungüento transparente. Ella se detiene ante una mujer vestida con un saco azul y cabellos cortos. Ella dice:

“A ti te he llamado. Debes permanecer fiel a mi Hijo. ¡Ven a mí, hija mía!.

Luego se dirigió a una mujer joven, la bendijo e insufló sobre su frente. Ella también fue a las personas que están fuera de la iglesia. Ella dice:

“A vosotros os regalo mis gracias, las mismas que a mis hijos que están dentro de la iglesia. ¡No tengáis miedo! ¡Yo estoy con vosotros!”

Ella regresa a su antiguo lugar en compañía de los ángeles. Ahora veo como resplandece su Corazón abierto. Su Corazón irradia rayos azules en dirección nuestra. Un abanico de colores nos sumerje a todos.

“Queridos hijos, entregadme vuestras preocupaciones y necesidades en oración. Orad, pedid y suplicad de corazón, así, estaré con vosotros. Este lugar, esta iglesia Yo la he elegido, la he bendecido con el poder de mi divino Hijo. Allí Yo estaré siempre con vosotros, cuando me llaméis de corazón. Hijos, a vosotros, os regalo mis Gracias. La Fuente de las Gracias es mi amado y divino Hijo. Pero Yo os regalaré una señal de mi amor.”

(…Siguió un mensaje personal…)

“Queridos hijos, vivid en paz los unos con los otros. No permitáis que Satanás os tiente y ocupe un lugar en vuestras familias. Orad por todos los miembros de vuestras familias. Consagradlos a mi Inmaculado Corazón. Hijos, no prestéis atención a las discordias en la tierra. Orad por la paz. Orad y suplicad por aquellos, que parecen ser poderosos, pero no lo son. Consagradlos a mi Inmculado Corazón, así Yo les podré hablar y ellos escucharán mi voz.

Di a mi querida alma, que de lejos viene a mí: ´Yo la amo, porque estoy con ella. Que entregue su amor a mi Hijo Jesús. Reza fervorosamente con el corazón´. De mi parte di a tu acompañante: ´Permanece fiel a mi Hijo Jesús. Él te conducirá. La quietud es tu mérito.´

Queridos hijos, hoy he venido a vosotros, para presentaros el lugar que Yo he bendecido. Siempre estoy aquí, cuando me llaméis con el corazón. Aquí deseo que oréis. La tierra cae en desorden. Allí donde mi Hijo no se encuentra, donde Yo no estoy, reina el desorden. Pero quien conoce a mi Hijo Jesucristo, quien me conoce, ese no caerá en la confusión.

Hijos, aún cuando penséis que no es necesario, os lo repito siempre: ¡Mediante vuestras oraciones con el corazón, vosotros podéis salvar el mundo! De vosotros depende si Yo reparto mis Gracias, que son las Gracias de mi divino Hijo. Escuchad mis palabras: ¡Orad!, ¡Orad!, ¡Orad!

Yo os acompaño a vuestros hogares. Vivid allí el amor de mi Hijo. Vivid el Evangelio y arded de amor. Vivid en los sacramentos, ellos os santifican. Tomad en serio mis palabras. Vivid en los sacramentos. Todo lo que Yo os digo, mis palabras son la verdad. Son las palabras de mi amado Hijo Jesucristo y las palabras del Padre Celestial.

A vosotros, hijos, Yo os protejo. Hoy día coloco a todos, los que han encontrado el camino y han venido a mí, bajo mi manto protector.”

Ahora se eleva la Madre de Dios, aumenta de tamaño y extiende su manto. Éste emana una luz clara y cálida. Este manto nos cubre a todos, incluyendo las personas que están fuera de la iglesia.

“Hijos, mi deseo es que en el mes de mayo hagáis una oración especial por la paz en el mundo. Consagrad vuestra localidad a mi Corazón Inmaculado. Éste es mi deseo. Os regalo mis Gracias, que son las Gracias de mi Hijo. Atended mi deseo. ¡Por favor, atendedlo! Pronto me dirigiré a vosotros junto con mi Hijo. Mi Hijo Jesús os ama muchísimo. Él me ha enviado para que no os caigáis en confusión, no os perdáis, y podáis seguir su camino a pesar de todas las dificultades que pudierais encontrar. Conmigo lo podréis hacer. Conmigo vuestro camino es más fácil. Este es mi mensaje para vosotros.

Mis sacerdotes, ¡Os llamo a todos para que vengáis a mí! Venid a mí. Vosotros diáconos, trabajadores en el viñedo, Yo os llamo. No os dejéis confundir. Vivid el Evangelio. Permaneced firmes en la verdad, que es mi Hijo Jesucristo. Lo que está enfermo, pasará. Empero, Yo prepararé la venida de mi Hijo. Ésta es su voluntad. Ésta es la voluntad del Padre Celestial.

Mira mi corona, hija mía, me la ha regalado mi amado Hijo Jesucristo. Mi corona la he recibido a travéz de Él. Ésta es Su señal. Hijos, así también vosotros teneís la esperanza en el Amor de mi Hijo Jesús. Amadlo con todo vuestro corazón. Amadlo en vuestra sencillez. El amor os abre las puertas del cielo. Hijo míos, permaneced fieles a mi Hijo. Sed misericordiosos con aquellos, que por su causa os difaman. Yo os amo.”

Antes de la misa, durante el rezo del rosario, veo de rodillas ante el altar a la Hermana Faustina, San Charbel, Roberto Bellarmín, al Papa Pío XII y a Miriam de Abellín. Ellos se inclinan ante cada Avemaría.

Sievernich, 13.05.2002

Sentí mucho calor durante el rezo del rosario. Veo una luz clara, ovalada cerca del altar. La Madre de Dios sale de esta luz. Veo a la Virgen María como a la Inmaculada con una corona de oro sobre su cabeza. Ella lleva en sus brazos a Jesús, quien como Niño se dirige a nosotros. Jesús lleva una túnica blanca, al igual que su Madre. Su cabeza brilla. Sus cabellos emanan destellos dorados. La Madre de Dios con su Hijo están descalzos sobre una nube. Tres rosas en semicírculo yacen a sus pies. Ahora, Ella y su Hijo se acercan a mí. El Niño Jesús tiene en su mano izquierda el globo de la tierra con una cruz y un cetro en su derecha. El cetro emite destellos dorados. La Madre de Dios dice:

“Yo os saludo y os bendigo, hijos míos. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Hoy vengo a vosotros con mi amado y divino Hijo Jesús. ¡Vivid su Amor, vivid su Gracia! ¡Contemplad, éste es mi amado y divino Hijo!”

Ella levanta a Jesús, de Él salen muchos rayos de luz los que se dirigen a las personas.

“Hoy quisiera hacerles un llamado: ¡Orad, arded de amor por mi Hijo! Él es el Alfa y la Omega. También Él es el Principio y el Fin. Mi amado Hijo os hablará.”

Al hablar Jesús, sale de Él un gran rayo de luz:

“Queridos hijos, Yo os bendigo en el Padre. Vengo a vosotros como Salvador Misericordioso. Vengo a vosotros como Hijo del Padre Celestial. Un rey en toda sencillez. Yo soy el Rey del Amor. Sed también vosotros hijos del Padre Celestial. No prestéis atención a las persuaciones del mundo. Sed humildes de corazón y amadme a Mí y al Padre que está en el Cielo. Salidle al encuentro con vuestro amor. Confiad en vuestro Padre que está en el Cielo y en Mí, su Hijo Jesucristo. Hoy vengo a vosotros para regalarles mi Gracia. Yo he escuchado todas vuestras peticiones, preocupaciones y necesidades. Orad y permaneced fieles a Mí.Yo soy vuestro Amparo. Yo soy vuestro Salvador. Muchas procupaciones os agobian y os aplastan, llamadme y tomad vuestra cruz. Acudid aún más a Mí. Yo soy vuestro Salvador. Vuestra salvación es ser como niños; hijos del Padre Celestial. Todo esto es uno, es lo único.”

En ese momento, al mirar los ojos del Niño, pude ver toda la vida de Jesús en la tierra. Luego veo una parte del cielo. Veo a Jesús glorificado en su trono. Él dice:

“Pequeños míos, amaos los unos a los otros. El amor os conduce a Mí. El más pequeño de vosotros entrará en el cielo. No hay obstáculos que le puedan obstruir este camino. Por esta razón, no procuréis ser grandes en la tierra, sino más bien ser pequeños y pertenecer por completo a Mí. Permaneced por entero en Mí.”

Ahora veo como la Madre de Dios lleva a su divino Hijo a las personas. Jesús bendice a cada uno en particular. La Madre de Dios va con el Niño Jesús hacia el área del altar, luego se dirige a la sacristía. Dos ángeles vestidos de blanco van tras Ella. Pasado un tiempo, ellos salen de la iglesia llevando también la bendición a las personas que están afuera. Ellos se detienen ante una mujer joven que tiene cabellos oscuros los que le llegan hasta los hombros. Jesús bendice a esa mujer y le da un beso en la frente. Ahora, la Madre celestial se dirige a las personas que esperan afuera. Luego, ellos regresan a la iglesia detienéndose ante una mujer con gafas, cabellos largos y grises y lleva puesta una chaqueta negra. Esta mujer está de rodillas en el lado izquierdo de la nave de la iglesia. A continuación, la Madre de Dios se dirige a una religiosa con gafas, que está un poco más lejos. Jesús le dice algunas palabras. Desgraciadamente no las puedo entender porque son en idioma hebreo. La Madre de Dios con el Niño Jesús regresan junto al altar. Jesús dice:

“Vosotros, pequeños, respetad también a los pequeños y débiles. Yo mismo les abriré las puertas del cielo. Vosotros, soberbios, Yo os humillaré cuando os hable como Niño. Vosotros no aceptáis lo que os digo. Ciertamente, Yo puedo venir a vosotros tanto como Rey o como Niño. Todo está en Mí. Todo está en el Padre, de quien Yo provengo, para venir a vosotros. Yo soy Uno con Él. ¡Vosotros no me podréis entender si vosotros mismos no os volvéis cómo niños! Este llamado mío también va dirigido a mis sacerdotes y religiosas: Sed muy pequeños, arded de amor, así Yo podré estar con vosotros; De esta manera,Yo quien estoy en el Padre, os podremos regalar la corona de la vida. Amén.”

La Madre de Dios sonríe. “¡Este es el mensaje de mi amado Hijo para vosotros!”

Ambos Corazones, el de Jesús y el de María, resplandecen. El resplandor nos sumerje a todos. La Virgen María dice:

 “¿Habéis comprendido las palabras de mi Hijo Jesús? Acogedlas profundamente en vuestro corazón. ¿Quién de vosotros ya se ha vuelto pequeño por mi Hijo? Yo os ayudaré, si vosotros lo intentáis. Si vosotros queréis ser pequeños, iréis por el camino de la salvación. Este camino os conduce a mi Hijo. No hagáis caso al mundo, tampoco procuréis la fama y el honor. Fijad vuestra mirada en mi amado Hijo Jesucristo.”

Todos estamos sumerjidos en un rayo de luz rojo. La Virgen María dice :

“Este lugar, esta iglesia, hijos míos, Yo lo he bendecido con el poder de mi amado Hijo Jesús. En el futuro, Él os seguirá regalando Su Gracia en esta iglesia. Yo regresaré nuevamente a este lugar. En octubre vendré a vosotros en esta iglesia.Yo os acompañaré invisiblemente hasta esa fecha. Las Gracias que mi Hijo os regala por intercesión mía, os mostrarán que Yo he bendecido esta iglesia, que Yo he aparecido en ella. Todavía no se ha acabado la actuación de mi Hijo. Orad, suplicad de todo corazón. Aunque vosotros no me podáis ver, ¡Yo estoy con vosotros!

Hoy deseo fortalecer a todos los presentes. ¡En especial a mis amados hijos sacerdotes! ¡Yo os fortalezco!”

Dirigiéndose a un sacerdote hindú, le dice: “Hijo mío, Yo te he llamado. ¡Permanece fuerte en mí.!”

Y a otro sacerdote le dice: “Hijo mío, tú has sufrido mucho. Yo estoy contigo. Ofrécelo todo a mi Hijo.

Tú, pequeña perla de oración, ¡No tengas miedo! Soy Yo, la Reina del Cielo, la Madre del Salvador, la Inmaculada, quien viene a ti. Tú me ves y Yo hablo contigo. Tú ves cuantas Gracias derramo sobre Alemania. Yo deseo salvarla así como a las personas que acuden a mí. Venid a mí, vosotros que ardéis de amor. Vosotros los que estáis enfermos y desesperados, Yo soy vuestra ayuda y fortaleza. ¡Mi Hijo es vuestra salvación.!

Hijos míos, vuestras oraciones son mi consuelo. Venid a mí, Yo no os dejo solos. Yo estoy con vosotros. Así lo quiere mi divino Hijo, así lo quiere el Padre Celestial. Reflejad también vosotros mi presencia. Sed misericordiosos y bondadosos. Vivid el Evangelio. Fortaleceos y sanaos mediante los sacramentos que la iglesia os regala, que mi Hijo os ha dado como regalo. Permaneced fieles a mi Hijo. Manteneos firmes vuestra vida cotidiana. La vida cotidiana es la que acosa el alma. Conmigo, hijos, vosotros podréis superar todo, cuando vosotros os entregáis por completo a mi Hijo.

Yo os amo. Yo os bendigo. Meditad todas mis palabras. Leed todos los días las palabras de mi amado Hijo, para que de esta manera podáis permanecer en Él. ¡Orad, orad, orad.!

Yo os protegeré a vosotros y a esta tierra mía. Amén.”

Durante el rezo del rosario están de rodillas ante el altar: Miriam de Abellín, la Hermana Faustina, san Josafat, san Charbel y el Papa Pío XII.

Sievernich, lunes 07.10.2002

En Sievernich, recibo a la Madre de Dios en algún lugar. Ella me ha pedido que vaya allí. Veo tres rayos en el cielo, luego Ella desciende a mí como la Inmaculada Concepción. Sale de una luz clara, ovalada y se dirige hacia mí. Ella está muy cerca de mí. Me siento como electrizada.

Ella dice: “Te saludo a ti, mi pequeña perla de oración. Yo soy la Virgen María, la Inmaculada, María, la Madre de Dios. Mi pequeña perla de oración, aquí te entrego las llaves de mi divino y amado Hijo Jesucristo. Calla, no hables al respecto, guarda silencio. Las llaves te servirán de arma contra las tinieblas. Ahora, tú sabes lo que pasará.

En adelante iré a mis hijos para bendecir a todos que han venido a mí. También a ti, pequeña perla, te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Mis sacerdotes, mis sacerdotes, Yo os llamo, venid a mí. Yo soy vuestra Madre. ¡No abandonéis a mi Hijo Jesús.! Él es mi divino y muy amado Hijo. Él es vuestro Rey. Con toda la sencillez de un Rey.

Bendigo a tus buenos colaboradores. Hoy iré a una mujer cuyo hijo está enfermo. Ambos han venido hoy a mí. Que la bendición de mi amado Hijo esté contigo, de la misma forma que Yo estoy contigo.

¡Anda a la Iglesia ahora.!”

La Madre de Dios va por delante. Yo la sigo. Se dirige a las personas que esperan afuera y las bendice. Luego me indica ir por el camino hacia la sacristía. En la iglesia veo que Ella, como la Inmaculada, está suspendida en la nave de la iglesia. Desde allí, todos los presentes reciben la bendición. Luego se dirige hacia el área del altar en compañía de dos ángeles, los que a poca distancia van tras Ella.

Ella dice: “Hija Mía, tú ya has recibido mis llaves. No te preocupes. Todo tendrá que llevarse a cabo de esta manera. Yo soy la Reina del Cielo, la Virgen María, la Inmaculada.

Queridos hijos, os llamo para que vengáis a Sievernich. Orad, venid a mi iglesia, que es la iglesia de mi amado y divino Hijo. En esta iglesia os regalo las Gracias de mi amado y divino Hijo. Hoy he venido a vosotros para sanar vuestras heridas. ¡Orad, hijos, orad! Cuando vosotros oráis con el corazón, mi Hijo os regala muchas Gracias. Hoy le regalo a una mujer la paz del alma de mi divino Hijo Jesús. Aquello que la agobiaba, ya no existe más.”

Ahora, se dirige a los niños que están en el lado izquierdo del altar, una luz fluye de la Madre de Dios hacia los niños. Ella se eleva un poco y abre su manto.

Luego dice: “Hijos míos, venid bajo mi manto. Éste os protegerá. Yo soy vuestra Madre.”

Todas las personas, tanto las que están dentro como fuera de la iglesia, quedan envueltas bajo su manto. Al mismo tiempo Ella sumerje a todos dentro de una bellísima luz. Su Corazón abierto emana rayos de luz y un abanico de colores va a cada uno. Su corona emana una luz extraordinaria y veo doce estrellas alrededor de su cabeza formando un círculo.

“Todo lo que os digo sucederá. El mundo no amará más a mi Hijo. El hombre de mundo no piensa en el gran poder de mi divino Hijo. El hombre mundano vive de tal forma como si no existiera un Padre que está en el Cielo. Dentro de algún tiempo vosotros podréis ver que se cumplirán los sucesos que predije en Fátima. Transcurrirá algún tiempo más hasta que se realice la primera llave que te entregué. Sólo al Santo Padre en Roma, mi amado Pastor, le daré la llave. Por favor no hables pues no te creerán. No obstante, todo se cumplirá.

Yo amo a mis hijos y no permito que se pierdan. He venido a vosotros para que os santifiquéis. Esta es la voluntad de mi amado y divino Hijo Jesús.

Di a aquel sacerdote: Ten valor. Te regalaré todo. Yo estoy contigo.

Mi Hijo actúa y Yo actúo con Él.

Hijos, vivid el Evangelio. Aún cuando no siempre me podáis ver y escuchar mis palabras, Yo veo y escucho lo que vosotros hacéis. Cumplid mi deseo y orad. Yo soy vuestra Madre y no os abandono.

Yo os he bendecido a todos. Así lo desea mi divino Hijo Jesús. Yo os regalo mis Gracias. Gracias para el hijo con su madre. Gracias para aquellos hombres,mujeres y niños. Yo amo a los niños que han venido a mí. Pues Yo soy su Madre Celestial. Mi llamado también se dirige a mis sacerdotes. ¡Respetad a mis pequeños, respetadlos !

La Madre de Dios tiene la iglesia en sus manos: “Yo he elegido este lugar.”

A un sacerdote: “Calla y ora. Ya te he mostrado tu camino.”

“Yo os regalaré mi señal, si así lo desea mi Hijo. Todo se cumplirá.”

Ahora, estando suspendida en el aire sobre nosotros, se dirige a la sacristía. Ella nos bendice a todos.

“¡Os hago un llamado! Hijos míos, os hago un llamado a la oración, penitencia y sacrificio. El hombre de mundo no entenderá mi llamada. Empero, Yo actúo en esta iglesia, este es el deseo de mi Hijo y os mostrará que el Padre que está en el Cielo quiere todo lo que Yo os digo, y que es su plan el que Yo venga a vosotros antes de estos cambios violentos.”

Yo veo que Ella está de pie sobre el globo de la tierra y que la tierra será sacudida. A continuación vendrán tormentas, lluvias, la naturaleza entera saldrá fuera de quicio.

“Acude a mi Hijo, cree en mi amado y divino Hijo . ¡Mis sacerdotes salvarán la tierra! Escucha mis palabras: Mis sacerdotes y los míos salvarán la tierra y la humanidad! ¡Ten valor! Yo estoy con vosotros aún cuando vosotros no me podáis ver. Convertíos, hijos, convertíos. Conmigo, vosotros lo podréis soportar todo. Sin mí, vosotros tan solo os lamentaréis.”

La Madre de Dios brilla como el sol.

“Hija mía, Yo soy tu consuelo. Te amo. Ven a mí, Yo soy tu Madre. Hijos, Yo estoy en este lugar. ¡Venid a mí!

Tú, mi pequeña perla de oración, serás puesta a prueba. Todo sucederá tal como mi Hijo lo desea. A ti, tan solo te baste que Yo esté contigo.”

Ahora veo como aparece una Cruz dorada, grande, delgada, con rayos.

“Hijos míos, Yo enjugaré vuestras lágrimas. Permaneced fieles a la Iglesia Católica. Pase lo que pase, sin importar la manera que sea probada, permaneced fieles a ella. Este es el camino de la verdad. No la juzgueís. Mi amado y divino Hijo dice: ´Yo hago nuevas todas las cosas.!´

Te regalo mi bendición. Me alegro que hayáis venido a mí. Los que oran, los que oran con el corazón, son mi verdadera alegría ¡Os amo! Vosotros me consoláis y enjugáis mis lágrimas.”

La Madre de Dios se eleva y desaparece en la luz. Los ángeles continúan presentes.

Ahora veo que están de rodillas orando ante el altar: el Padre Pío, Miriam de Abellín, el Papa Pío XII, Roberto Bellarmín, la Hermana Faustina y San Josafat.

Sievernich, 3 de febrero del 2003

Alrededor de las 17.40 horas apareció la Madre de Dios aproximadamente unos 10 minutos. Durante la aparición mantuve algún tiempo ambas manos en forma de copa. Vi a la Madre de Dios con una túnica blanca, tal como se puede ver en su imagen de la Inmaculada Concepción, vestida toda de blanco. Ella tiene un rosario en sus manos hecho de rosas azules, éstas están juntas en oración. La Santísima Virgen María está sobre el globo de la tierra. Ella me dijo que las oraciones de los presentes le han enjugado sus lágrimas. Además me dijo que juntara mis manos en forma de copa y que colocara dentro de ellas mis intenciones y las de los presentes. Hice lo que me dijo y la Virgen María tomó todas nuestras peticiones y las estrechó contra su Inmaculado Corazón. Acto seguido, la Virgen Inmaculada puso una rosa en mis manos, éstas tenían la forma de una copa. Ella me habló con una voz suave pero monitoria:

“¡Esta vez no puedo evitar que el cáliz de mi Hijo se derrame sobre la humanidad! Pero a vosotros os ampararé dentro de mi manto protector. ¡Orad, orad, orad!”

Finalmente, vi en la iglesia al difunto Padre Pío y luego también al difunto Papa Pío XII.

El lunes 17 de febrero del 2003 vi en la iglesia de Sievernich junto al finado Papa Pío XII, a un joven de unos 12 años con un terno. Más adelante, nuevamente se me presentó aquel joven. Él llevaba un libro en su mano izquierda, y con tres dedos de su mano derecha me mostraba el número tres. Debido a que yo no conocía aquel joven, lo describí a los presentes. Una persona me nostró una imagen de Domingo Savio e imnediatamente pude reconocer al joven santo Domingo Savio. También me enteré que él fue el alumno preferido de Don Bosco y es patrón de la juventud. El Papa Pío XII lo proclamó santo en 1954. El 10 de marzo lo vi por tercera vez.

Sievernich, 10 de marzo del 2003

Vi a la Virgen María como a la Inmaculada, vestida toda de blanco. Ella tenía un rosario en sus manos las que estaban juntas en oración. Ella flotaba en el área del coro de la iglesia y estaba de pie sobre el globo de la tierra. Llorando me dijo:

“Lloro por mis hijos, lloro por mis hijas. ¡Orad, orad, orad! Si la humanidad no se convierte vendrá una guerra que traerá consigo terribles consecuencias .”

La Madre de Dios nos bendijo a todos, abrió su manto, a todos nos cobijó con su manto protector. Debajo de la aparición de la Santísima Virgen, más abajo y cerca de los niños, vi a santo Domingo Savio. Él dijo:

“Hago un llamado a la juventud para que venga a esta iglesia. No le impidáis el camino hacia el Padre.”

Sievernich, 7 de abril del 2003

La Madre de Dios salió de una una luz clara y ovalada y estuvo, como la Inmaculada, vestida toda de blanco. Ella deseaba la adoración a Jesús, su Hijo, en el Santísimo Sacramento del Altar. Ella dijo:

“Hoy he venido a vosotros para distribuir las Gracias de mi Hijo Jesús. La Bestia todavía tiene poder sobre la tierra. ¡Orad,orad, orad!”

Ella bendijo a todos los presentes y nos cubrió con su manto protector. Finalmente, vi al difunto Papa Pío XII y a santo Domingo Savio. Él estaba entre los niños, se dirigió hacia ellos y bendijo a cada uno en particular.

Durante la adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar del día lunes 19.05.2003, vi como una Hostia se transformó repentinamente. Aparecieron varias manchas de sangre. Éstas duraron algunos minutos. Ahora veo como aparece el rostro de Jesús sobre la Sagrada Hostia, tal como lo conozco en la Sídone (Manto) de Turín. Transcurrió cerca de un minuto. Cerca de mis oidos escuché a Jesús que me hablaba. Su voz era varonil, suave, comprensiva, muy clara, dulce, sencillamente, maravillosa. Tan solo espero poder describir todo con fidelidad, puesto que estoy escribiendo todo una vez terminada la adoración; a pesar de ello, sus palabras quedaron profundamente grabadas en mi alma y continúan aún presentes. Él dijo:

“Te saludo y te bendigo, mi pequeña flor. ¿Me reconoces? »  

Le respondí: “Sí, Señor. Tú eres Jesucristo, el Hijo de Dios, pero Tú nunca me has hablado desde una Sagrada Hostia. Por lo menos, yo no puedo recordar este hecho.”

Jesús dijo: “Así lo quiero. Es necesario, Yo quiero estar contigo. Permanece fiel a tu misión. Os he enviado a mi Santísima Madre a esta iglesia; Yo la he enviado a vosotros con Mis palabras, para que vosotros cumpláis todo, tal como Yo lo quiero. Escuchad sus palabras. Sus palabras son también mis palabras. A ti te he elegido, por ser una persona sencilla y normal para que, de esta manera, las personas puedan reconocer, cómo Yo actúo, lo que es natural en ti y lo que Yo te regalo. Lo que Yo te regalo son Gracias, éstas no son parte de tu naturaleza. Tu persona sencilla no está en condiciones para Ellas. A través de ti, las personas podrán saber que Yo puedo venir a cada uno de vosotros, con tan solo invitarme. A todas las personas les regalo la Salvación y Bendiciones. Mi Madre viene a vosotros y tú la puedes ver, porque así lo deseo. Tu misión es la oración y el diálogo con las personas, de esta manera, ellas me podrán encontrar nuevamente de acuerdo a su propia voluntad. Condúcelas de regreso a Mi Cuerpo, la Iglesia. Regálales, lo que tú has recibido de regalo, mis Palabras, mi Santísima Madre María, las palabras del cielo. Este es tu camino, permanece fiel a tu misión. Aparta de ti todo lo demás, pues Yo no quiero que tengas otras tareas aquí en la tierra que no estén relacionadas a tu misión. Yo no lo quiero. Renuncia a ellas. Yo veo que tú necesitas ayuda y quién te ayude. Ellas están destinadas para eso. Tú tienes otro camino.

Mis sacerdotes, mis sucesores, ¿Dónde estáis? Miradme, ¿Podríais vosotros padecer por Mí? ¿Me amáis a Mí o seguís los placeres mundanales? Mis pequeños, antes de haber Yo puesto mis pies sobre la tierra, los fariseos ya no amaban más a mi Padre. Ellos estaban entregados a los placeres sensuales y a la corrupción. Ya no vivían la Palabra de mi Padre. Ellos juzgaban a las personas y atrajeron el juicio sobre sí mismos. Mis pequeños, ¿Qué pasa en la actualidad? Antes de mi regreso en gloria veo a mis sucesores. ¿Quién me ama todavía hoy? ¿Quién actúa de acuerdo a mis Palabras? Durante mi vida sobre la tierra me maltrataron y me martirizaron. Los fariseos no me ayudaron en absoluto. Ellos añadieron su parte. ¿Qué pasa hoy? ¿Me aman mis sacerdotes y me proclaman o me niegan deliberadamente.? Yo soy el Amor mismo y ¿Cómo proceden ellos, mis sucesores? Contestaos vosotros mismos, sucesores míos y examinaos en silencio. Yo conozco a cada uno de vosotros y por esta razón, regalo mis Gracias, mis Palabras, a los pequeños y humildes. Debido a vuestros pecados la Iglesia, mi Cuerpo, será maltratada en Alemania porque vosotros ya no sois sinceros. Yo os amo, os hago un llamado, a vosotros mis sucesores, convertíos, regresad a Mí. ¡Amadme a Mí, vuestro Señor, tal como Yo os amo! Dadme la mano, dádmela hoy mismo.

Este lugar ha sido reservado para Mi Madre. Yo quiero que las personas construyan un centro en este lugar, que esté al servicio de la Iglesia, Mi Cuerpo, y de esta manera me servirán a Mí. Servid con fidelidad y honradez a mi Padre que está en el cielo, a Mí, su Hijo y a su Madre. Allá se deberá llevar a cabo lo que Yo os enseñé, lo que dice la Iglesia. En Mí, tus colaboradores se deberán sentir protegidos contra las acechanzas y tentaciones del enemigo. Tan solo pide que oren. Por mi causa, cada uno de ellos relegará su propia persona a segundo plano. Esta es la tarea de tus colaboradores. Si permanecen fieles a Mí y a mi Madre, darán fruto en abundancia. Pero ante todo piensa: Lo que Yo quiero sucederá, Yo triunfaré.”

El lunes 02.06.2003, fui a la cruz del jardín en Sievernich, fue allí donde recibí las tres llaves de manos de la Madre de Dios el día 7 de octubre del 2002. Antes de ir a la iglesia y mediante la oración, quise rendirle tributo en ese lugar. También algunas personas ya se habían congregado allí. De pronto, vi una luz blanca, clara y brillante a lo lejos la que se me acercó lentamente. Aquella luz me cegó. Me salían lágrimas de los ojos e inesperadamente algo fluía de mi naríz. Luego, esa luz oval y brillante estuvo cerca de mí, delante del lugar donde se encontraba la cruz. De esa hermosa luz, que estuvo acompañada de pequeñas nubes y algo de niebla, salió la Madre de Dios como la Inmaculada. Con sus pies tocaba la base de la cruz. Ella me bendijo a mí y a cada uno de los presentes. A continuación Ella dijo:

“Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi Hijo Jesús.”

A lo que le respondí algo como: “Yo te saludo, Santísima Virgen María.”

Ella dijo: “Hoy he venido a regalarles las Gracias de mi Hijo Jesús. Orad, orad, orad, para que en este lugar Yo pueda llenar los corazones con las Gracias de mi Hijo Jesús.

En oración le pedí por sanación y ayuda para varias personas, si así Dios lo quería. Que Ella las socorra. Ella tomó mis peticiones y me dijo que un hombre pronto sería recogido, y que una mujer recibiría ayuda del cielo. Yo le dije tenía muchos problemas. Ella me dijo:

“Mi pequeña perla de oración, no te preocupes. Yo me encargaré de los míos. Yo te he llamado por ser una persona sencilla.”

(A continuación sigió un mensaje personal)

“Yo lo deseo así, mi Hijo lo desea. Yo deseo que se contruya en este lugar un centro al servicio de la fe. Satanás expresará su furia. Yo estoy contigo.”

A lo que yo le respondí: “No, no puedo por ser una persona sencilla, yo no lo puedo llevar a cabo. Yo necesito colaboradores y ayuda. ¿Ya no me es todo muy difícil?

La Madre de Dios me dijo: “Yo te mandaré colaboradores y ayuda. ¡Tú tan solo ora! En este lugar tú no recibirás ninguna sanación para ti. Tu camino sobre la tierra estará lleno de espinas. Tú tan solo encontrarás tu felicidad conmigo en el cielo. Pero no te olvides, pequeña mía, que sin sufrimientos no hay Gracias. Tú, tan solo cumple fielmente tu misión, ¡no te preocupes.!”

Le hablé sobre una señal y le pedí que la regalara lo más pronto posible. Ella tan solo sonrió y permaneció en silencio, por primera vez me di cuenta de lo hermosa que era y el respeto que me inspiraba, por el contrario, me di cuenta de mi pequeñez ¿Verdaderamente, me acabo de dar cuenta de esto ahora o es que Ella es cada vez más hermosa? En todo caso, su aparición, su persona, es mucho más bella que todas sus imágenes. Luego la Madre se dirigió a la iglesia delante de mí. Todos la siguieron. En la iglesia, Ella bendijo a todos los presentes y a los que estaban afuera.

Sievernich, 14.07. 2003

Vi salir a la Virgen María, como la Inmaculada, de una luz brillante. Ella estaba flotando al lado izquierdo del altar y vino hacia mí. Se detuvo ante mí, Ella tenía un rosario blanco en sus manos y el escapulario marrón del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Tras darme su bendición, me dijo:

“Querida hija, te saludo y te bendigo en nombre de mi amado y divino Hijo Jesucristo. ¡Ora, ora, ora! Permanece fiel y perseverante. Yo te allano el camino que te conduce a mi Hijo Jesús. Muchos sacerdotes no creen más en mi venida y niegan a mi Hijo Jesús. Ellos están en contra tuya, porque también están en contra de mi Hijo. Ellos hieren diariamente a mi Corazón. Permanece perseverante y no permitas que te aparten del camino que te he trazado. Yo he venido para regalarte la bendición de mi Hijo Jesús. Yo he elegido esta iglesia. ¡Hago un llamado a todas las naciones para que vengan a mí.!”

Sievernich, 01.09.2003

La Madre de Dios apareció como la Inmaculada en Sievernich.

(A continuación sigió un mensaje personal.)

Ella me dijo: “Permanece obediente a tu iglesia. Te regalo la fortaleza del cielo.”

Ella bendijo a las personas que estaban tanto dentro como fuera de la iglesia y a los rosarios.

(Sigió un mensaje personal.)

Sievernich, 6.10.2003

La Madre de Dios vino como la Inmaculada con un rosario y el escapulario del Monte Carmenlo (Virgen del Carmen). Ella apareció como siempre, y desde mi punto de vista, al lado izquierdo del altar y estaba suspendida sobre una nube, luego se dirigió hacia nosotros. Ella nos bendijo a todos y dejó que yo besara su escapulario.

(A continuación sigió un mensaje personal.)

Ella prometió protegerme y ayudarme. Le pedí una señal.

Sievernich, 20.10.2003

Durante el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, vi venir hacia mí a la Madre de Dios, como la Inmaculada, flotando en el aire y dentro de una luz. Ella tenía un rosario en sus manos y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella sonrió, me consoló y dijo:

“¡Amad, ofreced, orad pero también actuad!”

Ella sujetó su escapulario junto con mi rosario y se dirigió a todos los presentes, tocando con su escapulario el rosario de cada uno. La Santísima Virgen María estaba acompañada del Arcángel san Miguel, quien apareció poco antes que Ella en la iglesia. Él llevaba una túnica blanca y una espada, ésta la dejó por un momento sobre el piso delante de Él.

Sievernich, 27.10.2003

Una vez concluido el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, apareció la Madre de Dios como la Inmaculada. Primeramente vi la bellísima luz en forma oval y luego a la Madre de Dios. Ella flotaba en el aire, desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar. En sus manos tenía un rosario y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella dijo:

“¡Orad, orad, orad!”

Ella bendijo a todos los presentes.

(Sigió un mensaje personal.)

Luego le encomendé a dos enfermos, a todos los presentes y a mi familia. Ella rezó brevemente

Sievernich, 3.11.2003

Durante la oración se me apareció la Madre de Dios como la Inmaculada. Ella tenía en sus brazos al Niño Jesús a la edad de un año y medio. Ambos tenían una corona dorada. El Niño Jesús llevaba una túnica blanca. Él nos bendijo.

(Siguió un mensaje personal.)

Yo estuve tan embelezada de su amor que de repente me di cuenta que todo lo que sucedía, estaba de acuerdo con su plan. Me tranquilicé, su plan se llevará a cabo. Ahora, la aparición se transformó en un sol en el medio de la iglesia. Luego, vi a la Inmculada sola con un rosario y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella me permitió que lo besara, luego me lo impuso sobre la cabeza a mí y a todos los presentes.

El 22.11.2003 rezaba ante la imagen dela Inmaculada. Le dije: “Querida Virgen, ya he sufrido bastante, he aceptado muchas dificultades. Por favor, por favor, aún cuando no haya llegado el momento de dejar tu señal en Sievernich, por favor regálame una pequeña señal... para que todos la puedan ver y que no sea peligrosa. Pues si Tú te revelases muchos no lo podrían soportar.”Apenas había terminado de hablar cuando la imagen se transformó. Los rayos que están en el fondo de la imagen de la Madre de Dios empezaron a girar en círculo. Ella se adelantó un poco y escuché que dijo la palabra “Señal” Yo continué rezando. A día siguiente, Fiesta de Jesucristo Rey, el 23.11.2003, alrededor delas 15.00 horas, vi en un determinado lugar sobre el césped, la luz de la Madre de Dios. Cuando la luz hubo desaparecido, encontré en el césped un círculo visible con un diámetro de 2 metros con 30 centímetros. El césped no había sufrido ningún daño. La hierba alrededor de éste era de un color verde natural, por el contrario, el color del círculo, cuya anchura era de 12 cm, tenía un intenso color verde oscuro. Se han tomado muchas fotografías y éste se puede ver hasta el día de hoy. En el mes de marzo del 2004, el césped fue segado dos veces sin que se haya destruido el círculo. En este lugar apareció la Madre de Dios en la fiesta de la Anunciación del Señor, el 25.03.2003, Desde ese día, después de la Santa Misa, desapareció el círculo.

 

Sievernich, 01.12.2003

La Virgen María, la Inmaculada, apareció con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, en el derecho tenía el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) y un rosario blanco. Ella dijo:

“Todo tiendrá lugar de la manera como lo desea mi divino Hijo Jesús. Perded cuidado. Yo os recomiendo que os vistáis con el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Es la consagración más profunda a mi Inmaculado Corazón.”

La Madre de Dios con el Niño Jesús se dirigieron a las personas presentes y Él las bendijo. Repentinamente, se abrieron ambos Corazones saliendo de Ellos bellísimos rayos, éstos se dirigieron a todos los presentes en la iglesia.

Sievernich, 05.01.2004

La Madre de Dios apareció como la Inmaculada sobre una nube rodeada de luz. Su Corazón se abrió y todos quedaron sumergidos dentro de unos rayos de luz que salían de su Corazón. Ella estuvo acompañada de san Juan, el evangelista, quien estaba a su izquierda y un poco debajo de Ella. La Virgen María dijo:

“Orad, haced penitencia, no os olvidéis que el amor es mayor mandamiento. Id por el camino del amor y la misericordia, este es el camino de mi Hijo Jesús. ¡Cuánta alegría me dan todos los que visten el escapulario.!”

Sievernich, 2 de febrero del 2004

Durante el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, apareció la Madre de Dios como la Inmaculada. Ella salió de una luz clara y ovalada y bendijo a todas las personas. Sobre su túnica y su manto habían muchas gotitas transparentes. Ella dijo:

“Hija mía, tú ves las lágrimas que Yo derramo por mis sacerdotes.”

(Ella lloraba con la cabeza inclinada.)

Luego añadió:

“Yo os pido que oréis por los sacerdotes, de este modo se vestirán con las virtudes celestiales. Mi Hijo Jesús desea que lo sigan a Él por completo, sin reservas.”

Un sacerdote con ropaje negro estaba de rodillas y oraba ante la Madre de Dios. La Inmaculada flotaba sobre una nube a cierta distancia sobre él. Era el párroco de Sievernich en tiempos pasados: el cura párroco Alejandro Alev.

Del Corazón de la Madre de Dios salían rayos que bajaban hacia las personas.

El párroco Alef dijo:

“Yo he dado testimonio ante Dios y ante los hombres. De la misma forma que yo fui testigo, deseo alentar a todos los sacerdotes para que sean testigos del cielo.Yo os animo, a vosotros sacerdotes y religiosas, a vivir la fe.”

La Madre de Dios sonrió primeramente al cura Alev y luego a todos nosotros.

Párroco Alejandro Enrique Alev. “Mártir del siglo Veinte.”

Alejandro Alef procede de Colonia, nació allí el 2 de febrero de 1885. El 1.8.1909 recibió las sagradas órdenes de manos del Cardenal Antonius Fischer en Colonia. En octubre de 1930 fue párroco rural de la iglesia en Sievernich. Pronto comenzó a tener dificultades con el nuevo régimen Nazi, fue denunciado ante el NSDAP. (Partido Alemán Nacionalsocialista.)

En setiembre de 1943, bajo presión de la Gestapo recibió la orden con la prohibición total de sus actividades y fue expulsado de la diócesis de Aquisgrán. El Dr. Schüller, en aquellos tiempos Director del Hospital de Birkendorf, certificó que Alev era inapaz de ir a la cárcel. Debido a su condición física lo acogieron en el monasterio cisterciense en Marienstatt,  Westerwald. El cura Alev tenía que reportarse periodicamente a la policía.

En diciembre de 1943 también tiene que abandonar este monasterio e ingresa en el monasterio de los Hermanos de la Misericordia en Düren, Niederau, teniendo la obligación de reportarse regularmente a la policía. Fue en este lugar donde la Gestapo lo detuvo en febrero de 1944 y lo encarcelaron en la prisión de Adalbertsteinweg, Aquisgrán. Pero antes el cura Alev dejó su rosario y las reliquias de Germán José de Steinfeld, al cuidado de la hermana Juana, quien también provenía de Sievernich, con las siguientes palabras: “Éstos tampoco no los deberán tener.” El rosario  se conservó para los feligreses en la iglesia parroquial de Sievernich.

El 6 de setiembre de 1944 Alev fue trasladado al campo correccional de Messenhof, Deutz, Colonia. 14 días más tarde, en el mismo mes de setiembre de 1944 entró en el campo de concentración de Buchenwald (Weimar)

El 6 de enero de 1945, probablemente por estar muy cerca del frente, fue llevado al campo de concentración de Dachau, falleciendo allí el 16 de febrero de 1945 debido a su debilidad física y como concecuencia de una enfermedad.

El cadáver del cura Alev fue incinerado en el crematorio.

Por iniciatica del párroco Trimborn, la comunidad parroquial decidió en 1960 cambiar el nombre de la calle de la iglesia y ponerle el nombre de: Calle del Cura Alev.

Lunes 16 de febrero de 2004

Durante el rezo del rosario del lunes 16 de febrero del 2004, percibí un suave zumbido acompañado de una agradable brisa que pasaba delante mío, a mi lado izquierdo. En ese momento estábamos rezando el misterio “La venida del Espíritu Santo”, cuando apareció una pequeña luz clara, una estrella, al lado izquierdo junto al altar. Luego, un bellísimo ángel delgado y grande se mantuvo de pie junto a la estrella, él llevaba una túnica blanca con una faja color azul cielo alrededor de su cadera. Desde mi punto de vista, la estrella estaba, al lado izquierdo lejos del ángel, ligeramente sobre su cabeza. La faja le caía a su izquierda, ambas partes tenían bordados con oro, así como también ambos extremos de la faja tenían flecos retorcidos de color dorado. (Anotación propia: no lo puedo describir de otra manera). La parte superior del paño de la faja, mostraba una cruz bordada de oro, debajo de ésta, un círculo dorado con doce estrellas y una M en la mitad. El paño inferior, de color azul cielo, mostraba la corona de oro del Papa (tiara). Los cabellos del ángel eran de color rubio oscuro, eran cortos y un poco rizados, éstos caían desde su cara hacia atrás. Su rostro era joven y delgado, sus ojos azules. Sus manos estaban juntas en oración. Él dijo:

“El mandato de nuestra Reina ha sido ejecutado.”

Él abrió sus manos juntas por la mitad en dirección nuestra, y en éstas apareció una cruz con el Cuerpo de Jesús de una luz clara, la cual irradiaba hacia nosotros. Un poco más tarde, él se arrodilló ante el altar y continuó rezando el rosario con nosotros.

Sievernich, 1° de marzo del 2004

Sentí un gran calor y una luz ovalada apareció (desde mi punto de vista) al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios salió de esta luz como la Inmaculada, estaba vestida de blanco y llevaba una corona dorada. Ella tenía las manos juntas en oración, en ellas tenía un rosario blanco hecho de rosas blancas y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella estaba sonriente, flotaba sobre una nube, luego se acercó y dijo:

“Queridos hijos, ¡Santificaos mediante la oración, sacrificio y penitencia! En este tiempo reina la Misericordia de mi divino y amado Hijo Jesucristo.

(Siguió un mensaje personal.)

“Sed misericordiosos, de la misma forma que mi Hijo es manso y humilde de corazón. De esta manera, todos los inconvenientes que vosotros tengáis pasarán como un soplo de viento.”

La Madre de Dios me permitió hacerle una pregunta:¿Quién era el ángel que apareció en la iglesia de Sievernich el día 16.02.2004?

Ella respondió: “El ángel de la Anunciación.”

Ella me preguntó: “¿Quieres permanecer fiel a Jesús? ¿Permanecerás humilde y sencilla?”

Contesté afirmativamente y se lo repetí, tal como Ella lo deseaba. Yo quiero permanecer fiel a Jesús, ser humilde y sencilla.

Ella se inclinó hacia mí y permitió que yo besara su escapulario. Luego se elevó sobre mi cabeza y una lluvia de pétalos de flores cayó sobre todos. Eran pétalos de rosas que estaban ligeramente encorvadas, la parte interior era blanca y la exterior azul. Antes de tocarnos, éstos se disolvían.

Sievernich, 3 de mayo del 2004

La Madre de Dios salió de la luz ovalada. Ella estaba vestida toda de blanco, como la Inmaculada. Ella llevaba sobre su cabeza un rosario hecho de rosas blancas. Le dije: “Te saludo, Santísima Virgen María.” Ella sonrió y la nube sobre la cual estaba suspendida se acercó a nosotros.

Ella dijo:

“Queridos hijos, hoy he venido para mitigar vuestros sufrimientos. Queridos hijos, no os olvidéis que el altar es el corazón de la iglesia. Orad y haced sacrificios por mis hijos sacerdotes. Vosotros todavía no podeís comprender mis palabras, que son las palabras de mi Hijo Jesucristo.”

Ahora, Ella abrió su manto, blanco y grande, en toda su amplitud y todos quedamos cubiertos bajo éste. Ella dijo:

“Yo os sumerjo dentro de mi Corazón Inmaculado.”

(Sigió un mensaje personal.)

La Santísima Virgen María, flotando en el aire, en primer lugar les hizo una cruz sobre la frente a las personas presentes en el el área del coro. Luego, suspendida en el aire, se dirigió a las personas presentes en la iglesia haciéndoles también una cruz sobre la frente. Nuevamente nos bendijo a todos y desapareció.

La Hermana Faustina estaba de rodillas y rezaba ante el altar.

Sievernich, 07.06.2004, a las 17.22 horas

Vi la luz clara y ovalada de la Madre de Dios y, desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios salió de esa luz como la Inmaculada. Ella estaba vestida toda de blanco, tenía en sus manos el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) y un rosario hecho de rosas blancas. Ella nos bendijo y dijo:

“Queridos hijos, ¡Orad, orad, orad! Con mucho gusto recibo vuestras peticiones y las deposito dentro del Sagrado Corazón de mi amado Hijo Jesucristo.

¡Venid a mí! Hago una llamada a todas las naciones.

Permaneced fieles a mi Hijo Jesús en las tentaciones, permaneced fieles a Él, hijos, y nada os pasará.”

Ella, flotando a lo largo del pasillo central de la iglesia, se dirigió a un hombre, se detuvo ante esa persona. Esta alma quedó libre. Luego nos bendijo nuevamente.

La Santísima Virgen María dijo: “¡Yo soy la vencedora de todas las batallas!”

A continuación, Ella, suspendida en el aire, se dirigió a las personas, las bendijo a todas y regresó a mi lado. Me permitió que le transmitiera todas las peticiones que anteriormente yo había recibido de muchas personas. En lo referente a mi petición de poder tocar su túnica con algunos rosarios, me permitió tocar sus pies con éstos. Sosteniendo los rosarios en mi mano derecha toqué brevemente su pie izquierdo. Nuevamente nos bendijo y desapareció.

Sievernich, 05.07.2004

Al principio sentí un gran calor, luego vi la luz ovalada de la Madre de Dios al lado izquierdo junto al altar, desde mi punto de vista. Ella salió de esa luz como la Inmaculada, vestida toda de blanco, con un rosario blanco hecho de rosas blancas y una cruz dorada. La Santísima Virgen María nos bendijo a todos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

(Siguió un mensaje personal.)

Ella nos dijo:

“Queridos hijos, amaos los unos a los otros, ¡Sed humildes y misericordiosos! Yo he venido a vosotros, para santificar esta Diócesis consagrada a mí. Seguid el deseo de mi Hijo Jesús y mi deseo, que mi Hijo sea adorado con frecuencia en esta iglesia. De esta manera os podré regalar las Gracias de mi amado Hijo. Los frutos espirituales excederán los límites de esta localidad, si vosotros cumplís mi petición.”

La Inmaculada abrió su manto, éste se volvió cada vez más grande protegiendo a todas las personas tanto dentro como fuera. El manto de la Santísima Virgen María nos rodeó a todos con una preciosiísima luz clara.

Düren, Fiesta de la Humildad de la Virgen María, Sábado 17 de julio del 2004

Esta oración la tomé por escrito con la ayuda de santa Teresa de Ávila. Ella me la enseñó a rezar.

Jesús oculto en el tabernáculo

Mi Señor y mi Dios, oh mi Jesús,
seas alabado y reconocido por todos los tiempos,
Jesús, todopoderoso en el Padre,
Tú uno, etern
o,
para mí oculto en el tabernáculo.
Señor, cuánto valor se necesita,
cuanta humildad.
Para que Tú, en el Santísimo Sacramento,
y que por nosotros los hombres te hagas tan pequeño,
te entregas a través de las manos del sacerdote,
convirtiéndote en un regalo para todos nosotros.

Jesús, oculto en el tabernáculo, Tú allanas
todo los que nos hace falta, para poder estar cerca de ti.
En todas las necesidades, en todas las alegrías quiero permanecer en Ti,
Y permanecer en silencio,
Para así poder regalarme a Ti.
Que tu Corazón lata en mi corazón
Deseo sentir tu amor
Y, todo lo que sea mío
Sea totalmente quemado en Ti.

El ardor de Tu Amor me da fuerza,
Para poder ver Tu camino todos los días.
Con todo, pon a mi lado a Tu Santísima Madre,
Jesús, para así poder encontrar la fuerza,
E ir por tu camino,
Sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha,
Escuchando otras opiniones.
Jesús, yo tan solo deseo verte a Ti.

A mí me falta todo lo que está en Ti.
Perdóname, Señor, por ser tan imperfecta
Enséñame, lo que a mí me falta,
Sé Tú un maestro misericordioso
Y condúceme fuera del pécado.
Yo soy nada,
A pesar de ello, Contigo y protegida en Tú Amor,
Todo lo puedo lograr.

Tócame,
Enséñame Jesús lo que puedo hacer para Ti.
Oh Jesús, yo te invito.
Ven, ¡Oh, ven a mí!
Dentro de mi corazón indigno.
Encuentra allí Tu lugar
Y haz que yo te pueda servir por completo, sin reservas.
Tú puedes transformarme
con tu Amor y en tu Amor.
¡Hazlo!

Jesús, oculto en el tabernáculo,
Tú, valioso tesoro.
Regalo del Padre a nosotros, los hombres,
Santifica a aquellos, mediante cuyas manos Tú te regalas a nosotros,
¡Tus sacerdotes!
Regálales valor y humildad,
Para que te vean.
Muéstrales el inmenso poder divino de la transubstanciación,
El Amor, que Tú los quieres hacer partícipes de él.

Tócalos y toca a los jóvenes,
Para que vayan por el camino de tus sucesores.
Llámalos, Señor Jesús, oculto en el tabernáculo,
Llámalos a Ti y a nosotros,
Para que no estemos solos.

Amén

 

02.08.2004 - ¿Qué es lo que caracteriza a un cristiano?

Santa Teresa de Ávila me hizo la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que caracteriza a un cristiano?

Yo reflexioné y estuve indecisa, pero ninguna de mis respuestas la satisfizo. Tras un momento de silencio, me contestó alegremente: “Un cristiano es misericordioso. Él entrega la justicia al Padre Celestial.”

Viernes, 20.08.2004 - ¿Dónde se encuentra Dios?

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me propuso la siguiente tarea:

“¡Busca a Dios y díme dónde lo encuentras!

Le respondí: “Yo lo encuentro en la Eucaristía, en el Tabernáculo, en los Sacramentos que la iglesia nos administra y lo encuentro en los sacerdotes.”

Tras un momento de silencio me contestó: “Hija mía, Dios te sale al encuentro muchas veces al día en tu prójimo. El Padre Celestial creó al hombre a imagen y semejanza Suya. Por esta razón, es importante, que te santifiques en tu vida diaria. Esta es la voluntad de nuestro Señor.”

23.08.2004 – El Padre Nuestro

Escuché la voz de santa Teresa (de Ávila): “¡La paciencia es la cuna de los santos!”

Más tarde, tras el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, santa Teresa de Ávila estaba de rodillas ante el Tabernáculo. Ella me dijo: “Hija mía, ¡Ora conmigo! Ella empezó el Padre nuestro: “Padre nuestro que estás en el Cielo...”

Yo recé el Padre nuestro sola y le añadí por mi cuenta la aclamación “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor.” Esta es la manera como lo rezamos en la Santa Misa. Santa Teresa añadió a cada oración en particular del Padre nuestro, las siguientes enseñanzas.

(Por desgracia, en ese momento no pude tomar ninguna nota por escrito, puesto que no tenía ni lápiz ni papel. Sólo cuando llegué a casa pude escribir todo, y espero, no haber omitido o cambiado algo)

Padre Nuestro que estás en el Cielo...

Reflexiona, tú tienes un Padre que está en el Cielo, que Él es todopoderoso y que cuida de ti. Él, quién es todo, cuida de ti, porque tú eres su hija. Llama al Padre y habla con el Eterno. Dios, nuestro Padre, te ama, tú eres criatura Suya. Toda la creación está en sus manos.”

Santificado sea tu Nombre...

Bendecid, alabad y santificad el santo Nombre de nuestro Padre Celestial. Sus ojos reposarán sobre ti y el Espíritu Santo te fortificará y te guiará. Dios te ha creado a imagen Suya, para que tú encuentres tu realización en Él. Cuanto más le hable el hijo en amor y con respeto a su Padre, tanto más Él le regalará su amor.”

Venga a nosotros tu Reino...

Anhela el Reino del Padre Celestial. Deja de lado lo pasajero y pon en su lugar lo que es necesario. No obstante, abre tu corazón al Reino del Padre y estima el Reino eterno.

Hágase tu voluntad...

“¡No se haga mi voluntad, Padre, hágase tu voluntad.! Me entrego en tus manos. En ellas estoy protegida, cuando me regalo completamente a Ti. Lo que Tú quieres, es el amor solo, y solamente cuando yo me entrego y dejo todo, puedes llevar a cabo por completo tu voluntad en mí. De esta manera te puedo servir. Mi voluntad es débil, y yo soy miserable. Sin Ti, ¿no estoy total y completamente atrapada en el pecado? Por esto digo con alegría: Hágase tu voluntad, no la mía.!”

Así en la tierra como en el cielo...

“¿Cielo y tierra? No son dos mundos completamente diferentes, el eterno y el pasajero? Reflexiona, Dios, nuestro Padre, reina en el cielo así como en la tierra. Todo tiene su origen en Él, todo está en Él, todo retornará a Él. Búscalo con tu corazón. En tu corazón están en contacto el cielo y la tierra.”

Nuestro pan de cada día dánosle hoy...

El Padre cuida de sus hijos. Ora y trabaja, al mismo tiempo ¡No te olvides de tu prójimo!

Perdónanos nuestras deudas ...

“Dios, nuestro Padre, es misericordioso cuando, llenos de dolor de nuestros pecados, le pedimos perdón. El perdón es nuestra liberación, nuestra salvación. Búscala con frecuencia, y no te atraerás el juicio sobre ti.”

Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...

Así como el Padre te demuestra misericordia, no se la rehuses a tu prójimo. No lo ates a través de la culpa. Perdona, libérate a ti y a los demás. Mediante el amor vivido, te entregas a ti y a los demás en las manos de Dios.

No nos dejes caer en la tentación...

“Dios, el Amor, no nos tienta jamás. Dios, nuestro Padre, permite que seamos tentados. Si Dios las permite, es para que tú madures y puedas reconocer, cuán grande es Él y cuán pequeña eres tú. Estas purificaciones sirven para tu salvación. ¡Acéptalas con paciencia!”

Más líbranos del mal...

“Evita el mal, y no dejes que las tinieblan penetren dentro de ti. Si has hecho algo mal, busca el perdón en Dios. De esta manera quedarás libre del mal.”

Tuyo es el Reino...

“Existe tan solo un Reino real y eterno, que es el Reino del Padre Celestial.”

Tuyo el poder...

“¿Qué puedo hacer con el poder de Dios? Todo. El Padre, el hijo y el Espíritu Santo son mi fuerza.”

Y la gloria...

“Dios, ¿Quién puede medir tu gloria, quien de nosotros la puede soportar? No hay nadie, quien pueda formular el concepto correcto en palabras e imágenes.

Por siempre. Amén.

“Sólo Tú eres eterno, ¡Mi Señor y mi Dios!”

Sievernich, 06.09.2004, desde apr. las 17. con 25 hasta apr. 17. con 36 horas

La Madre de Dios salió, como la Inmaculada, de una luz ovalada (desde mi punto de vista al lado izquierdo junto al altar). Ella estaba vestida toda de blanco y sobre su cabeza llevaba una corona de oro. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas rojas. Ella estaba descalza sobre el globo de la tierra. Estando suspendida en el aire, se acercó a mí y me dijo:

“Queridos hijos: ¡Orad, orad, orad! ¡Orad y haced el bien! De qué os sirven las palabras si los hechos no sirven para nada. Orad por vuestras familias, en especial por aquellos, a quienes vosotros llamáis malos. ¡Tanto más necesitan de vuestras oraciones! No os olvidéis que mucho tendrá que suceder y que vuestras oraciones son importantes. Hoy he venido a repartir las Gracias de mi Hijo Jesús.”

La Santísima Virgen María abrió su Corazón, saliendo de Éste rayos que cayeron sobre nosotros.

Ella dijo:

“Uno de vosotros todavía no ha sido bautizado en Nombre de mi amado Hijo Jesús. A ti te digo, abre la puerta a mi Hijo.

Yo vengo a vosotros, para regalarles la paz de mi amado hijo Jesús. Yo deseo que esta paz vosotros la regaléis a vuestro prójimo.”

Sábado, 11.09.2004 – Sobre el trato con la Cruz

Tuve una sensación sobrenatural en mi corazón, era como si mi corazón se hubiera ensanchado mucho. Luego vi por un momento a santa Teresa de Ávila a cierta distancia de mí. Ella estaba orando en un campo lleno de rosas blancas. Ella me bendijo y dijo:

“Di a todas las personas, que sufren, que acepten tomar sobre sí la cruz por amor al Señor, el Altísimo. Ofrézcansela, entonces se transformará en gracia. El Amor solo del Señor transforma la cruz y el sufrimiento en alegría. Aquellos, a quienes el Señor ama, llevan una cruz, pero díles, que no la llevan solos, la llevan con Él y Él con ellos, tanto cuanto ellos abran su corazón a Él, el Amor. Él, el Amor mismo, transforma la cruz. Él lo puede hacer. ¿Cómo? Ahora bien, desde el principio está en Él mismo, así como el Padre era, es y será por toda la eternidad. A los que ama mucho, el Señor les coloca una cruz sobre los hombros, tal como la llevó Él mismo, el Altísimo. Piensa que, vuestra cruz es liviana y, cuando la llevéis por amor al Señor, se puede convertir en un goce para la eternidad. ¿Quién de vosotros está dispuesto a llevar su cruz sobre sí?

Me quedé privada del habla, luego pensé así, que no existe ninguna persona conocida que esté dispuesta hacerlo libremente, y también se lo dije.

Tras unos minutos de silencio, ella me respondió:

“Hija mía, los amados del Padre, Hijo y Espíritu Santo, están dispuestos a cargar su cruz.

¿Estáis agobiados y llenos de sufrimientos? Entonces contemplad al Crucificado y pensad, ¡Cuánto os ama el Señor!. Tomaos el tiempo, pues sólo de esta manera podréis cargar vuestra cruz con Jesús. El secreto consiste en entregarse por completo al Señor, confiar en Él y dejar que Él actúe. El amor y la cruz están unidos. La cruz es la gloria para la eternidad.

Viernes, 17.09.2004 – Sobre la autojustificación

Escucho la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me saluda y dice:

“La autojustificación es una gran trampa del enemigo. No tengas más miedo, que de ti misma y del pensamiento de ser un buen cristiano. Cuando creas ser buena, entonces puedes estar segura que no lo eres. Dios no tiene más alegría contigo cuando te ve de esta manera. No te veas con tus propios ojos, mírate con los ojos del Señor. Sus ojos te ven con misericordia y sanan tus heridas. Así como Él te ve en su amor y misericordia, tú te sorprenderías, ¡de ver todo lo que te falta! El hombre sólo es bueno, cuando se valora poco a sí mismo, porque es cuando se ve con los ojos del Señor. Por eso, estad atentos, agradad al Señor y miraos con sus ojos.

Amiga mía, ¿Cómo lo lograrás? Te lo diré: Ora y pídele a Dios para poder ver con sus ojos. Que esta petición venga desde lo más profundo de tu ser. No tengas miedo de ver con los ojos del Señor. Así te conocerás a ti misma y serás más misericordiosa con tu prójimo y sus errores. De esta manera aprenderás, cuán falta más grande de caridad y de autojustificación se esconden tras ellos, y cuánto tu enemigo se alegra por esto. ¿No es nuestro deseo agradar al Señor, nuestro Salvador? Empieza a ir ahora por tu camino, todos los días de nuevo y comienza cada día amando al Señor, salirle al encuentro con agradecimiento y alabanzas.”

23.09.2004 Sobre el debido trato con los pecadores...

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Me saludó y dijo, que ella deseaba decirme algo referente al trato correcto con los pecadores.

“Mira, amiga mía, Dios no deja que el pecador permanezca como un prisionero en sus pecados. Es la libre voluntad del pecador el encontrar a Dios, nuestro Señor, buscarlo y salirle al encuentro, aún cuando esté lleno de culpas. El camino es pedregoso y empinado y lo conduce dentro de su alma, la que ha sido creada a manera de una fortaleza.

No pidas, lo que Dios no te pide. El Señor es misericordioso, bondadoso, paciente. Morada tras morada, el agobiado las indagará y, de acuerdo a su capacidad de comprensión, se encontrará nuevamente en el Señor. Muchas personas entran en una morada, la indagan y con facilidad encuentran el camino que les conduce hacia la siguiente morada, hasta haber explorado toda la fortaleza. Por otro lado, hay muchas personas que están agobiadas, indagan una morada y permanecen mucho tiempo dentro de ésta, hasta que su conocimiento les siga conduciendo. Otras, encuentran la entrada de la primera morada, entran en la siguiente, y regresan nuevamente a la primera morada, encontrando allí de acuerdo a su conocimiento, lo que no encontraron en su primera visita.

El conocimiento al que me refiero, consiste en reconocerse constantemente en el Eterno, el Altísimo, el encontrarse nuevamente en el Señor, de acuerdo a la voluntad de Dios, que Él se pueda encontrar nuevamente en nosotros. Tú no conducirás al agobiado por el camino hacia Él a la fuerza, con amenazas o ataques. Tan sólo cuando tú vivas en Él y Él en ti y tú vivas ese amor, conducirás al agobiado a lo largo del camino del amor del Todopoderoso. Él, el Señor, ama a los pecadores, sin embargo, detesta el pecado.

No le arrojes piedras al pecador que ya tiene suficiente con su carga. Ábrele el camino hacia el Altísimo. Cuidadosamente cubre los hombros del agobiado con el manto ligero de la verdad y el amor. Este manto será su vestimenta a lo largo del camino que lo conduce a Dios. Medita esto, amiga mía.”

29.09.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Procura no ser la cruz de tu prójimo en la tierra. ¡Ayúdale a cargar su cruz!”

Sievernich, 4 de octubre del 2004 17. 21 – 17.32 horas

La Madre de Dios apareció como la Inmaculada, vestida totalmente de banco. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas blancas, La Santísima Virgen estaba sobre una nube. Santa Teresa de Ávila estaba arrodillada a su izquierda. La Inmaculada nos habló:

“Queridos hijos, buscad el silencio. Mi divino Hijo Hesús desea, que os convirtáis en oyentes, que vosotros escuchéis Su Palabra. Cuánto os ama Él, por esta razón, es su deseo más ardiente, que vosotros seáis obedientes a la iglesia.

(santa) Teresa es una perla en sus manos. Lo que ella os regale, solamente proviene de sus manos. Sed obedientes, así, vosotros también seréis perlas en sus manos. ¡Buscad el silencio! Yo os deseo cobijar bajo mi manto protector.”

Ella se elevó a gran altura en el aire, se acercó a mí y abrió su manto sobre nosotros, el que llegó hasta los muros de la iglesia. Todos estuvimos cobijados dentro de éste.

Sievernich, 11.10.2004

Una vez terminado el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, estaba orando en silencio ante el tabernáculo. Repentinamente vi el tabérnaculo, era como si dentro de éste brillara un gran sol. Desde éste apareció el rostro de nuestro Señor Jesucristo, parecido al de la Síndone (Manto) de Turín.

EL TABERNÁCULO ABIRTO DE SIEVERNICH (FOTOGRAFÍA DE MONTAJE)

Sobre el tabernáculo, se podía ver el rostro vivo de nuestro Señor y nos miraba a todos. Su rostro era un sol dorado. El tamaño de su rostro, corresondía al interior del cuadrado del tabernáculo. Él dijo:

“Yo soy el Señor, tu Dios. Yo deseo apartar de ti, todo lo que te impida venir a Mí. Yo deseo que tú estés con las manos vacías delante de Mí, pues Yo deseo llenarlas con Mi amor. Regala Mi Amor, regálalo  apasionadamente y con derroche.”

El Rostro divino se convirtió en una hostia, la que lentamente desapareció dentro del tabernáculo.

Junto conmigo, algunas personas aún sintieron un gran calor.

15.10.2004 Fiesta de santa Teresa de Ávila

Escuché la voz de santa Teresa:

“Sal al camino y busca a Dios, el Señor, su majestad. Admira sus grandes milagros, alábalo por sus gracias, porque Él regala con tanta abundancia a los hombres, hasta entregarse a sí mismo todos los días en el sacrificio de la Santa Misa. Encuéntralo en ti, porque Él quiere vivir en ti y quiere transformarte en un tabernáculo vivo. Tú puedes ser su tabernáculo vivo.

Así, tal como Él te quiere transformar, mira también a tu prójimo. Tu prójimo, a través de ti, su tabernáculo, deberá encontrar al Señor. Que la luz del Señor resplandezca en ti, para que tu prójimo le reconozca y que de la misma manera se encienda para el Señor. El Señor desea, que tú lo acojas dentro de ti; que lo encuentres en tu prójimo y que lo veas en toda Su cración. No coloques sobre el Señor a la creación, al prójimo y a ti, porque Él es el Señor y todo procede de Él en el Padre.”

20. 10.2004

En la noche, escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me hizo la siguiente pregunta:

“Amiga mía, Nuestra Reina, la Medianera de las Gracias, se te ha aparecido tantas veces. Ahora, en su nombre te pregunto ¿Qué han producido éstas en ti?

Le respondí: Santa Teresa, yo no te puedo contestar tan bien como tú lo haces, a pesar de ello, trataré de hacer lo mejor que pueda: Las apariciones de la Virgen María, la Inmaculada, desataron en mí un gran amor a su Hijo Jesús. Y no solamente esto....me di cuenta de cómo Jesús vive en su iglesia, y cómo el amor a Jesús es al mismo tiempo el amor a Su iglesia.

La Madre de Dios me mostró, cómo Jesús regala a su iglesia a través de los sacramentos, porque Él mismo está en los sacramentos. La Inmaculada me dijo, que Su Hijo Jesús y Ella aman a los sacerdotes, a pesar de los muchos escándalos. El sacerdote es el sucesor de Jesús.

Las apariciones de la Madre de Dios han producido lo siguiente en mí: El amor a Jesús y a toda Su Iglesia y la consiguiente obediencia a su iglesia.

Santa Teresa me respondió: “Esto es lo que el Señor desea de ti.”

A continuación le dije: querida Teresa, tú has sostenido un espejo delante de mi alma y me has instruido. ¡Te lo agradezco! Yo voy a tratar de ver a mi prójimo con los ojos del Señor.

A lo que santa Teresa me dijo. “Por esta razón estoy contigo, porque el Señor lo desea y es necesario. Amiga mía, ¡tú, tan solo te tienes que esmerar!.”

21.10.2004

Santa Teresa oró conmigo y me obsequió la siguiente enseñanza:

“Aquel, que sin cesar busca al Señor, dice: Señor, yo quería encontrarte y admirarte en tus grandes milagros, me di prisa yendo de lugar en lugar sobre la tierra, allí donde moras, allí donde tu Madre Celestial ha dejado una señal. Yo he admirado todo y hasta mi alma se emocionó. Al abandonar aquellos lugares, estaba inquieta, pues era como que si Tú ya no estuvieras cerca de mí. En mi necesidad, te llamé Señor, a pesar de todo yo quería estar cerca de Ti. Entonces, muchas veces me di prisa yendo de lugar en lugar, sin embargo, yo no tenía paz y no te encontré más dentro de mí.

Al orar ante el tabernáculo, Señor, Tú viniste a mí, Tú maestro Misericordioso. En tus manos llevabas una llave de oro. Tú me dijiste:

“Yo quiero que te abras a mí...” y así, Tú me abriste a ti. Tocada por tu amor, Señor, te sentí dentro de mí. Luego me dijiste: “Te quiero entregar mis llaves en tus manos. Así como Yo te he abierto a Mí y te has convertido en Mi tabernáculo vivo, de la misma manera, con esta llave también tú abrirás a tu prójimo a Mí. Porque si tú pudieras ver con Mis ojos, te darías cuenta que Yo también quiero morar en tú projimo, porque Yo le amo sin condiciones.”

Sievernich, 08.11.2004

A mi izquierda escuché un ruido suave y delicado, algo como entre un silbido y zumbido. Una estrella pequeña con ocho ángulos y una luz clara voló, desde mi punto de vista, cerca de mí al lado izquierdo del altar, y permaneció inmóvil en el aire a gran altura. Debajo de la estrella apareció una luz blanca y resplandeciente. Yo reconocí al Arcángel san Gabriel dentro de esa luz. Él llevaba una túnica blanca y como cinturón tenía una faja dorada con bordados. Sobre la faja, se podía ver el emblema Papal en color dorado y la letra M como el fundamento de una Cruz rodeada de doce estrellas. Él dijo:

“Nuestra Reina celestial rogará por vosotros!”

Durante la adoración al Santísimo Sacramento del Altar, yo estaba sumida en oración, cuando repentinamente escuché que varias personas llamaban en voz alta desde las bancas de la iglesia: “¡La sagrada Hostia...el Niño Jesús...! Cuando la gente me llamó la atención, vi al Niñito Jesús delante de la Hostia, envuelto completamente dentro de una luz blanca y tenía algunos cabellos negros.

Él levantó su mano derecha para darnos su bendición.

Cuando el sacerdote, Sr. Dr. Bündgens, arregló un poco la Hostia de la custodia, se movió la Hostia, más no así la posición del Niñito Jesús quien permaneció invariable. El Niño Jesús estuvo visible para muchas personas por lo menos 15 minutos. Cuando el sacerdote sacó la Hostia de la custodia, también desapareció el Niño Jesús. Más tarde, a través de imágenes, pude reconocer que era el Niño Jesús de Praga, Él ya se había aparecido el 15.10.2001 en Sievernich.

Sievernich, 06.12.2004

La Inmaculada apareció vestida toda de blanco con una corona de oro y un rosario blanco en su mano derecha. En su brazo izquierdo tenía al Niño Jesús. Jesús apareció como un Niño de un año y medio, llevaba una túnica lisa, blanca y radiante y una corona de oro sobre su cabeza. La Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos estaban sobre el globo de la tierra. El Niñito Jesús tenía en su mano derecha un gran cetro dorado, y en su mano izquierda, el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Desde el Corazón del divino Niño Jesús descendían rayos dorados en dirección nuestra. Vi como ambos aparecieron al lado izquierdo del altar, pero más cerca al altar y, suspendidos en el aire, vinieron hacia hacia nosotros.

Jesús dijo:

“¡Yo os regalo mi bendición y mi paz!”

Su voz sonó un poco infantil, pero al mismo tiempo era cariñosa, clara y sabia.

Él me vió y me preguntó: “¿Qué deseas de Mí?”

Le respondí: “Jesús, Tú me preguntas ¿qué es lo que yo deseo? Yo he orado por el centro espiritual de Sievernich, el cual es Tu deseo y el de Tu Madre. Pero no sé dónde deberá estar, y estoy muy confundida en lo referente a este pedido. Jesús, yo te pido, ¡ayúdame junto con tu Santísima Madre!

Jesús me respondió: “¡Pon todo en las manos de tu director espiritual!

Finalmente le encomendé al Señor y a su Madre a todos los presentes, enfermos y necesitados. Yo le puede entregar los rosarios y nuestras intenciones al Niñito Jesús, a la vez que un rayo dorado descendió de su Corazón sobre las cartas, rosarios y sobre nosotros.

La Madre de Dios dijo: “Queridos hijos: Este es mi amado Hijo! Sed también como niños entre sus manos. Ved, que cuando yo miro a mi tierra, veo cuantas lágrimas derraman mis hijos. ¡Venid a mi Hijo Jesús! Él transformará vuestras lágrimas. Él las transformará en su Amor. También respetad a mis pequeños, a cada niño en particular. Cada niño es un regalo del Padre Celestial. Entendedlo y proceded conforme a ello. Respetad a mis pequeños, en cada niño encontraréis a mi divino Hijo Jesús.”

Ahora la Madre de Dios oró: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”

Yo respondí: “...como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.”

08.12.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella oró conmigo diciendo:

“Oh Jesús,
eres al mismo tiempo divino Niño y sublime majestad,
¿qué hombre podrá darse cuenta de Ti?
quién podrá comprender Tu amor hacia nosotros, miserables?

Necedad llaman los sabios a tu amor,
empero, Tú tan solo los miras y los amas.
Los pequeños aceptan agradecidos Tu amor.
Sin molestarles los ojos del mundo,
cuando Tú tan solo estás con ellos y los amas.

¡Muéstrate a nosotros, Señor Jesús,
Tú, Hijo de Dios!
¡No nos olvides, ten piedad de nosotros!

Tu amor es necedad para los sabios,
porque Tú te entregas por completo a través de los sacerdotes.
Señor, ¿Quién ha merecido tu amor?
¿Quién lo podrá decir de sí mismo?

Oh divino Niño,
Tú vienes a nosotros con todas tus delicias.
Tú nos regalas,
tanto a sabios como a pequeños.
Por nosotros Tú te vuelves pequeño,
para que así nosotros te podamos tomar.

Tu cetro es el amor,
la misericordia es el mundo en Tus manos,
tu vestimenta majestuosa es la fidelidad
y Tu corona de Rey, Oh Niño celestial,
es todo el poder del Padre
El Uno, que en sí a los Tres abarca.

Tu saludo es la paz,
Tus palabras infantiles nuestra bendición.

Oh Niño divino,
Quién a Ti te ve,
Reconocerá que Tú eres, oh Jesús,
Quien gobierna la iglesia y la conduce a través de todos los tiempos.

Pues, lo que es necedad, es lo justo para su Majestad,
la que regala abundantemente a los pequeños

y gobernará a los poderosos.

¡Oh Emperador celestial, míranos!
¡Oh Niño divino, gobiérnanos!

Amen.”

Nochebuena, 24.12.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

Valora la bendición de Nochebuena. Consúmete toda en el amor del Señor. Es incomprensible cuantas gracias se nos concede y siempre nos serán concedidas. Su Majestad suprema abandonó su trono divino y, por amor a nosotros, elegió la pobreza y pequeñez, lejos de toda sublimidad. ¿Por qué razón hizo esto Él por nosotros?

Porque Él nos ama, a cada persona... y así Él quizo estar cerca de nosotros. Su divina Majestad, nacido como Hombre, un testimonio de su amor infinito. Contempla al Niño en el pesebre, ¿comprendes tú también lo que Él te quiere decir?”

‘Ama de la misma manera como Yo también te he amado y siempre te amaré. Mírame, estréchame en tus brazos. Así, Yo quiero encontrar una entrada en tu corazón; regálame tu amor. Que tu fe sea una copia de mi amor vivo. Yo no quiero que tú Me mires, que te enamores de Mí y me llames: ¡Señor, Señor! Yo quiero que tú me ames por completo, sin reservas. ¡Ámame! Que tu amor sea vivo y apasionado. Que tus palabras y tus actos sean una única expresión de Mi amor. Que tu fe sea Mi amor que mora en ti. En los sufrimientos, Mi amor arde como el fuego. Consúmete por Mí, ¡Yo deseo ser uno contigo!’

“Así me habló el excelso y divnio Niño Jesús en la Nochebuena, así Te habla a ti y a cada persona. De este modo, el divno Rey hace una llamada muy especial a sus sacerdotes y a todos los consagrados, a ser testigos vivientes de su amor. Amiga mía, si Él te ha llamado de una manera tan ardiente, ¿de qué modo hablará entonces a sus sacerdotes?

Al final, Ella rezó conmigo la siguiente oración:

“Espíritu Santo, Fuerza Divina y Sublime,
abre las puertas de mi corazón a mi Señor.

Espíritu Santo, tu viva Fuerza de Dios,
ven a mí y vivifícame.

Espíritu Santo, amante Sabiduría,
Condúceme por el camino hacia el Señor.

Espíritu Santo, Amor ardiente de Dios,
Regálame un corazón que dé más de lo que recibe.

Espíritu Santo, Verdad Divina,
Permanece conmigo, para que yo pueda seguir a mi Señor Jesús.”

Sievernich, 03.01.2005, apr. 17.20 horas

Sentí un gran calor, luego vi la gran luz ovalada de la Inmaculada al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios, como la Inmaculada, salió de la luz en dirección nuestra; Ella astaba vestida toda de blanco. Llevaba una corona de oro sobre su cabeza, en sus manos tenía el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) y un rosario hecho de rosas blancas. La Madre de Dios tenía sus pies sobre el globo de la tierra. Ella inclinó la cabeza hacia un costado y lloró silenciosamente.

Yo le dije: “¡Te saludo, Santa Virgen María!”

Luego Ella nos miró a todos y dijo:

“¡Queridos hijos, orad, orad, orad! Orad y haced penitencia, para que los hombres dejen de ofender tanto a mi amado y divino Hijo. Cuantas veces los hombres rechazan Su amor. Yo os he llamado para que participéis de sus Gracias.”

A continuación le pude entregar mis intenciones. Muchas veces he recibido invitaciones para sostener conferencias sobre las apariciones de la Madre de Dios en Sievernich en diverentes lugares o inclusive en otros países. Ésto se lo dije a la Madre de Dios y le pregunté, si esta era mi misión. Ella me respondió:

“Tú haz lo que Yo te diga, lo que mi divino Hijo desea que tú hagas. ¿Qué ha sucedido aquí?”

Le dije, que Ella con su Hijo Jesús han aparecido aquí, en la iglesia de Sievernich.

Luego Ella dijo:

“Tú no tienes que hacer viajes por mi Hijo. Lo que sucede en esta iglesia, es lo que desea mi amado Hijo. Él os concede sus Gracias. Éstas hablarán por sí mismas. Tu misión es el centro espiritual. Ayuda a las personas para que vivan su fe. Contempla a mi Hijo Jesús.”

Le pude presentar a la Inmaculada una segunda petición. Un hombre estuvo preocupado sobre la validez de un Misterio de la Luz. Los Obispos han acortado este misterio que el Papa había sugerido. Entonces, él no sabía cómo lo debía rezar. La Madre de Dios me respondió:

“Díle, que él permanezca obediente a la iglesia. Que lo rece así en la comunidad, en obediencia a los Obispos.”

La Inmaculada se inclinó sobre nosotros con el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen), nos bendijo a nosotros y a los rosarios. Ella bendijo en particular a algunos enfermos. Me permitió tocarle su pie izquierdo.

06.01.2005, Solemnidad de la Epifanía del Señor

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Jesús, el divino Niño en su encanto y sublime majestad, oculto a los ojos de los hombres, llama a todos los pueblos hacia Si. Él desea regalarse a cada pueblo.

Adoradle, vosotros pueblos, adoradle, al Rey de los Reyes. Los Magos* le regalaron dones de oro, incienso y mirra. Pero vosotros, ¡regaladle vuestro corazón y adoradle!

*Magos=astrólogos

Santa Teresa de Ávila me enseñó a rezar:

“Mi Señor Jesús,
mirando a la humanidad perdida
Tú mismo Te hiciste Hombre,
a pesar de esto, Tu divina Majestad permaneció al mismo tiempo.

Sublime Salvador,
De la misma manera que los Magos Te encontraron y Te adoraron
también yo deseo adorarte.

Divinidad oculta,
Señor Jesús,
te adoro con todo mi corazón.
Oh Señor, Yo te confío todo mi ser.

Mi vida entera, te la regalo, Rey de Reyes.

Suplicante me acerco a Ti,
en la esperanza,
que, benévolo Tú aceptes mi regalo.

Si cuando Tú solo gobiernas en mí,
todo lo que haga será en Tu honor.

Yo no tengo nada más que te pueda regalar.
Te pido, transforma mi miseria en Ti.

Cuando yo te miro, Señor
Cuando yo te adoro, entonces seré rica.

No deseo adornarme con valores mundanales,
Yo deseo embellecer mi alma por medio de Tu amor y Tu amistad.

Te adoro,
Tú me regalarás el oro de Tu reino eterno.

Te adoro,
Tú me adornarás con piedras preciosas,
las virtudes celestiales.

Te adoro, Señor Jesús,
Tú me mirarás,
y pondrás dentro de mí tus divinas joyas.
la eterna fidelidad.

Te adoro,
pobre como soy, pero a pesar de ello, y por Ti adornada,
Tú me regalas los Dones del Espíritu Santo.

Te adoro, mi Jesús,
por eso doblo mis rodillas ante Ti,
pobre e indigna de Ti,
y a pesar de todo, valiosa ante Tus ojos,
y Tú quieres,
Que yo esté completamente en Ti y Tú completamente en mí.

Te adoro,
Tú, amor Amor infinito
Que se entrega por completo y sin reservas.”

Lunes, 17.01.2005

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Contempla al Señor en silencio, así estarás completamente protegida dento de sus manos. Él mismo quiere que tu alma esté a salvo en Él. Quiere transformar tu corazón. Él, el amor mismo, desea preparar tu corazón en Su trono. Permítele que entre, ora y busca el silencio, para que tú cumplas Su voluntad.”

Ella me enseñó a rezar:

“En el silencio estoy completamente segura en Ti,
Oh Señor Jesús, Tú, Salvador mío.

El silencio sosiega mis anhelos de Ti,
Allí estás protegida.

El silencio apaga la sed de mi alma,
Tú eres mi Agua Viva.

El silencio sacia el hambre de mi corazón,
Tú eres mi Pan vivo.

El silencio detiene mis pensamientos,
Me abandono a Ti.

El silencio tranquiliza mis actos,
Tú actúas en mí.

El silencio calma mis oídos
sólo deseo percibir Tu Palabra.

El silencio apacigua mis ojos
Deseo verte y permanecer Contigo.

El silencio me satisface en Ti.”

28.01.2005

Escuché la voz de santa Teresa da Ávila. Ella me enseñó a orar:

“Mi Señor Jesús,
entre Tus manos toma mi corazón por completo y sin reservas.

Siembra Tu amor dentro de éste.

Regálame la seguridad y la confianza de,
que Tu amor crecerá dentro de mí.

Para Tu amor necesito un amplio corazón
que permita su crecimiento.

Señor, yo deseo ser Tu terreno fértil.

Tú siembras, Tú eres mi agua viva,
y mi sol Eucarístico

Regálame un amplio corazón,
entonces se apartará de mí la estrechez del viejo Adán

Liberada de la estrechez y caminando por tu amplitud amante
llena de confianza podré amarte a Ti, Oh Señor,

y a mi prójimo.”

Miércoles, 02.02.05, Presentación del Señor

Después de la oración, santa Teresa de Ávila me habló:

“Contempla conmigo al Señor, al Cordero Inmaculado, al Rey de los Reyes, Todopoderoso y sacrificado por nuestros pecados. ¿Cómo puede suceder esto? ¿No es incensato de Él, la sabiduría infinita? Por Su inmenso amor a nosotros, Él nace como el Cordero de Dios para que no nos perdamos.

Renuncia – Una palabra, ésta, que a nadie le gusta, a menos que esté firme en el Señor. La Santísima Virgen María renunció a su vida propia, y se abrió por completo a la actuación de la omnipotencia divina en la Anunciación del Angel.

San José renunció a un orden de la sociedad en su tiempo. Como hombre, estuvo expuesto a las consecuencias del pecado original y fue tentado. Venciendo la tentación, el amor lo conduce hacia María y Dios. Este amor permite que Dios le dé una señal. José fue un hombre bien educado, mayor que María, sensato, y no sólo renunció a sus derechos, sino que él renunció a la vida mundanal.

San José y la Santísima Virgen María, admirables en la contemplación - su fortaleza yace en la renuncia al mundo.

Con cuanta frecuencia he recomendado a mis hermanas en todas sus dificultades, especialmente en las tentaciones, recurrir en oración a san José. Si el Padre Celestial le confió en la tierra a su único Hijo, asimismo la vida de la Santísima Virgen María, cuánto más nosotros podemos esperar en su ayuda y recurrir a él llenos de confianza. Yo me he encomendado todos los días a San José, porque yo tenía conocimiento de su grandeza. Así como el Señor se entregó lleno de confianza bajo la tutela de san José, de la misma manera Él se entrega todos los días en las manos de los sacerdotes. Yo os los quisiera encomendar en vuestras oraciones diarias a san José. Él los fortalecerá en todas sus tribulaciones y los sacará de sus apuros, porque él mismo vivió la renuncia al mundo.

Padres espirituales, no pidáis consejo a aquellos que aman la vida mundana; aquellos no conocen la renuncia y piensan que es una necedad. Más bien, buscad consuelo con aquellos, que la han vivido en el pasado y la viven en la actualidad. La renuncia al mundo abre vuestra alma a Su Majestad. El hombre que no renuncia, no reconoce al mundo ni las obras de Su Majestad.”

Viernes, 11.02.2005

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila después de la oración matutina:

“Amiga mía, no te preocupes por aquellos que procuran tenderte trampas. Ámalos, perdónalos, ora por ellos. Tú sólo mira a Nuestro Señor, Su divina Majestad y a Su Madre celestial. Todo lo demás, no tiene cabida dentro de tu corazón, porque Él mismo, nuestro Señor, desea ardientemente vivir en tu corazón. No es de extrañar, que inclusive las almas devotas sean víctimas del orgullo y de los celos, te miren a ti, pequeña, y todo lo declaren nulo. Tú no eres digna, pero se olvidan, que es el Señor, Su Majestad, quien todo lo ha querido de esta manera. Tú vives en su escuela. Aquellos no se miran a sí mismos y se olvidan de sí por completo. ¡Deja que Dios obre! No te preocupes. Que se haga la voluntad de Dios. Sólo ten cuidado de servir fielmante a la iglesia. Escucha las palabras de Su Sublime Majestad y de nuestra Madre celestial, sirve a la iglesia.”

Lunes, 14.02.2005

Una estrella estuvo flotando sobre el pasillo central de la iglesia desde la entrada hasta el área del altar. Debajo de ésta se formó una luz blanca y ovalada. De esta luz salió el Arcángel san Gabriel. Él tenía el aspecto y la vestimenta tal como aparece en el cuadro, que fue pintado después de su aparición en la iglesia de Sievernich. Él llevaba una túnica blanca y una banda azul alrededor de sus caderas. Sus manos estaban juntas en oración. Su aparición era de gran tamaño y la expresión de su rostro era bondadosa, pero seria.

Él dijo:

“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”

Le respondí: “...como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén”

Además dijo:

“¡La Reina celestial desea que vosotros ayunéis y oréis!. Yo le presentaré vuestras peticiones. Nuestro Rey celestial os regalará su salvación.”

San Gabriel nos bendijo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

De la luz ovalada detrás de él salió una luz blanquecina en dirección nuestra. Repentinamente, desapareció él y la luz empequeñeció, hasta que ésta no se pudo ver más.

Sievernich, 07.03.2005, aprox. 17.25 horas

Una estrella con ocho puntas estuvo flotando en el aire, ésta partía desde la entrada de la iglesia, atravezaba el pasillo central hasta llegar al área del coro y, (desde mi punto de vista) se detuvo y estuvo suspendida a lado izquierdo junto al altar. Un ligero zumbido acompañaba a esta estrella, la que pasó fugaz sobre nosotros. Tenía unos 60 cms.de diámetro. Un poco a su costado y por debajo, apareció una luz clara y blanca, de ésta salió el Arcángel san Gabriel. Él estaba vestido todo de blanco y llevaba una banda azul alrededor de sus caderas. La banda tenía dos motivos bordados en color dorado. El extremo superior de la banda mostraba una cruz, la cual tenía la letra M como base y estaba rodeada de doce estrellas. El extremo inferior de la banda mostraba la tiara.

El Arcángel san Gabriel rezaba:

“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”

Al final pude continuar: “Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Él dijo: “¡Orad, haced sacrificios, haced penitencia!

Ahora, él tenía dos copas en sus manos. La de su mano izquierda era oscura, y la de su mano derecha era de oro. Él me preguntó, cuál copa yo elegiría. La copa oscura contenía los gozos terrenales, la dorada, los gozos del celestiales.

Yo elegí la copa con los gozos celestiales y él me dijo, que por ella yo tenía que sufrir algo.

Él se acercó y me dijo:

“¡Sígueme!”

Yo no sabía a donde. Nuevamente Él se acercó más a mí y me dio la indicación de ir por el pasillo de la iglesia y de arrodillarme frente al altar y al tabernáculo y repetir lo que él me decía. Yo seguí sus instrucciones, de tal manera que podía ver directamente el altar, el tabernáculo, y al Arcángel Gabriel que estaba cerca de mí.

Él oraba y yo repetía:

“Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la preciosisíma Sangre de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, en expiación de todas las indiferencias contra el Santísimo Sacramento.”

(Nota aclaratoria propia: Espero haber podido reproducir el texto exacto de la oración, debido a que recién lo pude escribir después de la aparición.)

Además dijo:

“El Rey celestial y la Reina celestial desean, que este lugar sea un lugar de adoración y de conversión.”

Luego me dio la orden de besar tres veces ese lugar, ante el altar y el tabernáculo. Él dijo:

“Por la conversión de los pecadores.”

A continuación besé por primera vez el suelo.

Luego dijo:

“Por los sacerdotes.”

Besé por segunda vez el suelo.

Luego dijo:

“En expiación por las blasfemias, sacrilegios e indiferencias frente a los Sacramentos.”

Por tercera vez besé el suelo.

Él dijo a continuación:

“Aquí podéis experimentar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Esta es una Gracia sobrenatural.”

Finalmente nos bendijo a todos, a las cartas y a los rosarios en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y prometió, llevar todas nuestras intenciones ante la Madre de Dios.

Sus últimas palabras fueron:

“Alabado sea Jesucristo por los siglos de los siglos. Amén.

Luego, él desapareció dentro de la luz. La luz y la estrella empequeñecieron y desaparecieron.

Lunes de la Octava de Pascua, 28.03.2005

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Contempla conmigo a nuestro Sañor Jesús, el Crucificado, Sus sufrimientos, la Cruz, cuan fuerte y pesada... No obstante, cuan corto es este tiempo comparado con el gran gozo, que el Señor continuamente nos regala.

Aleluya, verdaderamente ha resucitado el Señor, venció al mundo con sus sufrimientos, con sus dolores. Mediante la cruz con nuestro Señor Jesús los hombres obtendrán la salvación (Nota aclaratoria: Sólo cuando nuestros actos, sacrificios y sufrimientos los unimos a los méritos de Jesús y se los ofrecemos al Padre Celestial, éstos traen la salvación de nuestra alma. Sin Cristo no hay salvación. Juan 15, 4-6 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.)

Contempla conmigo al Resucitado. ¡Qué gozo tan grande Él deposita en nuestro corazón a través del Evangelio! Nosotros podemos seguirle y resucitar en Él. Jesús no nos abandona, Él permanece con nosotros con el Espíritu Santo, porque Él ha resucitado.

Querido lector, ¡Todo esto Él lo ha hecho por ti, no lo olvides! Él te ama desde el principio, eres una parte de Él, y desea que tú Le encuentres, tal como es su designio. Alegraos, porque Su Resurreción ¡Es la nuestra! No os canséis de amarle a Él, en el gozo, ¡Seguidle!”

Ella me enseñó a orar:

“Camino entre oscuridad y sufrimientos,
Tú fuiste delante mío
Yo conozco el Tuyo, Tú mi camino.

Señor, Tú no me dejarás ir en la incertidumbre
y me saldrás al encuentro.

Contemplo la Cruz,
pero no sin Ti, mi Señor.

Tú has resucitado gloriosamente.

Con tu luz vencedora,
nos has traido el gozo.

Mi corazón arde por Ti, ¡el Resucitado!

Permíteme, ¡oh Señor!,
resucitar cada día en Ti,
muéstrame tu vencedora Luz Pascual.”

Sievernich, 04.04.2005 La Anunciación del Señor

Sentí un gran calor. Desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar, apareció la luz brillante y ovalada de la Madre de Dios. La Inmaculada salió de esa luz. Ella estaba vestida toda de blanco, sobre su cabeza llevaba una corona de oro brillante. En sus manos tenía un rosario dorado. Sobre su brazo colgaba el escapulario marrón del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella estaba descalza sobre una nube, miró a todas las personas y sonrió. En medio de mi gran alegría por su venida, le dije: “Te saludo, Santa Virgen, por haber venido hoy... ¡por fin estás allí!”

Seguidamente, Ella me consoló y dijo:

“Todavía no me había despedido.”

Llena de alegría repetí sus palabras: “Sí, Tú todavía no te habías despedido.”

Luego Ella dijo:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo. Mi Hijo desea, que os consagréis por entero a mi Corazón Inmaculado.”

Flotando en el aire se acercó a mí y con su mano me hizo una señal, dándome a entender que debía echarme totalmente sobre el suelo del pasillo central. Lo hice cumpliendo su deseo y repetí, lo que Ella me decía:

“¡Oh Jesús mío, yo te pertenezco por entero y sin reservas. María, yo me consagro por entero a tu Corazón Inmaculado. Oh Jesús, ten piedad de mí. Oh Jesús, ten piedad de nosotros.”

Luego, regresé a mi lugar en la banca de la iglesia. Ella me dijo:

“¡El Verbo se hizo Hombre!.

¡Qué ésta sea la Festividad de este lugar!

Pronto he de llevar al cielo a mi amado hijo. Él será vuestro intercesor.”

“¡Orad, orad, orad! ¡Orad por todas las naciones!”

Luego, Ella bendijo los rosarios en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo tomándonos a todos bajo su manto protector. Todos quedamos protegidos bajo éste. Por unos instantes vi una luz en la cual se hallaba una multitud de personas con hábito, sin embargo, no las pude reconocer.

Ella dijo:

Os regalo las Gracias de mi Hijo Jesús. Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo, ...”

Respondí: “... como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.”

Luego la Inmaculada retrocedió cautelosamente y desapareció en la luz.

Cómo surgió el camino de oración entre Gürzenich y Sievernich

En el mensaje del 3 de febrero del 2003, la Madre de Dios me hizo una petición personal. Tras sus palabras (“¡Esta vez no puedo evitar que el cáliz de mi Hijo se derrame sobre la humanidad! Pero a vosotros os resguardaré bajo mi manto protector. ¡Orad, orad, orad!”) Ella me pidió hacerle una ofrenda, recorriendo un camino de penitencia y súplica desde Gürzenich hasta Sievernich. Empero, este camino no lo debía recorrer sola sino en compañía de otras personas, el Lunes Santo de cada año. Las intenciones de las oraciones de este camino estaban destinadas a los sacerdotes y religiosas, por la paz del mundo, en nuestras diócesis, parroquias, familias y nuestros corazones. Gustosamente accedí a su petición y compartí este mensaje con mi director espiritual de aquel tiempo, quién más tarde me dio el permiso para llevar a cabo este camino de oración. También mantuve una conversación con el cura de mi parroquia, quién después de la oración matutina nos dio su bendición sacerdotal antes de la peregrinación. De esta manera anduvimos nuestro camino de oración de 23.5 kilómetros entre Gürzenich y Sievernich, por primera vez en el 2003, lo repetimos todos los años.

Domingo, 17.04.2005, Jornada Mundial de Oración por las vocaciones sacerdotales

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila: “Dios le dio al hombre su herramienta más importante: Sus manos juntas en oración por amor dirigidas hacia Él. Manos que oran son manos que aman. Manos que aman son manos que ayudan. Manos que por amor a Él rezan, son los puentes del Señor. Un puente que no tiene principio ni fin, que sobrepasa todas las fronteras, que permanece fiel y constante al Señor, porque lo conduce a Él, y es Él, quien nos ha enseñado a construirlos. ¡Deo gratias!”

Sievernich, 02.05.2005, aprx.15.30 horas

Sentí un gran calor. Luego vi, desde mi punto de vista, la luz clara y ovalada de la Madre de Dios al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios salió de esta luz como la Inmaculada. Ella estaba vestida toda de blanco y tenía una corona de oro sobre su cabeza. En sus manos, que estaban juntas en oración, tenía un rosario dorado y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). La Inmaculada estaba descalza sobre una nube y a sus pies yacía una rosa abierta y dorada. La hermosa luz permaneció en segundo plano. Ella dijo:

“¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!”

Suspendida en el aire, se acercó a nosotros y nos dijo:

“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo. Vosotros habéis conseguido Gracias del cielo. Mi querido Hijo os ha regalado a los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Esta es la respuesta de mi Hijo a vuestras oraciones.

Queridos hijos, que la fe sea una fe de corazón. Mi Hijo Jesús os desea regalar una señal, sin embargo ninguna prueba. Él quiere que, en amor vosotros lo encontréis a través de vuestra decisión voluntaria.Todos estáis llamados. Él os invita a todos vosotros.”

La Inmaculada sonrió. Ella abrió su manto y una luz salió de éste. El Papa Juan Pablo II estaba bajo el manto de la Virgen María. Él sonrió, se lo veía mucho más joven, ya no estaba enfermo y quebrantado. Él dijo:

“Por haber seguido a Jesús, puedo sentarme ahora a su mesa – ¡no debido a mis sufrimientos, sino por Sus sufrimientos!

La Inmaculada dijo:

“¡Orad por la Iglesia, ¡es muy importante!

Hoy he venido a vosotros, para regalarles las Gracias de mi Hijo Jesús. Hija mía, ahora te confío al Señor en la Eucaristía. Pronto llegará el tiempo de la despedida.”

Ella bendijo a todas las personas y lentamente se retiró en la hermosísima luz.

Sievernich, 09.05.2005

Mientras oraba en silencio ante el tabernáculo de la iglesia parroquial de Sievernich, una luz clara salió de éste, transformándose en un sol. En este sol apareció el rostro de Jesús, parecido al de la Síndone (Manto) de Turín, sólo que más radiante y maravilloso. Jesús dijo:

“Yo soy el Señor, tu Dios. Yo estoy contigo. A ti te regalo lo que te haga falta. Yo soy el amor mismo, y sólo el amor puede acallar todo el mal. Yo soy tu Salvador, confía en Mí.

Yo quiero sumergiros en mi Sagrado Corazón, Mi preciosísima Sangre os purificará de todos los pecados. Ofréceme en sacrificio la preciosísima Sangre en especial por mis sucesores, los sacerdotes.

¡Mi Amor triunfa! Amén.”

En privado Jesús me dijo la siguiente oración:

“¡Aquel que se consagre a mi Sagrado Corazón y se sumerja por completo dentro de Él, no lo dejaré solo!”

16 de mayo del 2005, Lunes de Pentecostés

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Amiga mía, si muchas personas acuden a ti pidiéntote consejo, debido a que ellas dicen de sí, haber tenido experiencias sobrenaturales con Dios, escúchalas y no pierdas la calma. El verdadero Espíritu de Dios se agita, y donde Él se agita, llena al alma de una vida nueva en humildad y verdadero servicio.

El correcto modo de proceder del que recibe los verdaderos dones de Dios será: recurrir a la iglesia, a su director espiritual y a su confesor. Si todo esto no tiene lugar, recomienda al receptor (de los dones de Dios), recurrir a la iglesia. Sin auxilio espiritual, el alma caerá en confusión, pues los dones de Dios se deberán someter al juicio de la iglesia; y es necesario tener cierta experiencia para poder discernir, lo que proviene de Dios, y lo de la otra parte.

Si el que recibe las gracias no se somete al juicio de la iglesia, no se le podrá dar crédito en su totalidad. ¿Cómo llevará en sí mismo la humildad y el temor de Dios? ¿No se lo debió comunicar a ella el Espíritu de Dios?

Entonces, si aquella persona te habla de sus dones, recomiéndale que, de inmediato se confíe a un director espiritual. De la misma manera que tú te sometes al juicio de la iglesia, así es como Dios desea que lo haga la otra persona y, sólo después del juicio de la iglesia, podrá dar a conocer sus dones recibidos. Si aquella persona no lo hace, es porque está llena de orgullo y éste es quien se lo impide. Entonces deberá callar.

Esta ley es la voluntad de Dios, porque es buena. La Teología y las experiencias divinas van juntas.”

Sievernich, 06. de junio del 2005, apr. 17.22 horas

La Madre de Dios, como la Inmaculada, salió de la hermosísima luz radiante en forma oval. Ella estaba vestida toda de blanco y llevaba una corona de oro sobre su cabeza. En sus manos juntas en oración, tenía un rosario hecho de rosas azules y con una cruz de oro. Ella estaba descalza, una rosa roja yacía a sus pies. Con gozo sonrió y nos bendijo a todos: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” Suspendida en el aire se nos acercó, rayos dorados, provenientes de la corona de luz radiante que la rodeaba, cayeron sobre todos nosotros. Estos rayos incluso alcanzaban a llegar hasta la salida de la iglesia. Ella dijo:

“Queridos hijos, ¡Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo! ¡Orad, orad, orad! Hijos, ¿sabéis por qué os acompañan tantos santos? ¿por qué ellos se han aparecido en Sievernich? San Josaphat, la santa Hermana Faustina, san Charbel, Miriam de Abellín, el Padre Alef?”... (Ella mencionó santos y personajes religiosos de importancia, que se habían aparecido en Sievernich.)

“Ellos oran por la unidad de la iglesia en la verdad. Sólo puede haber una unidad en la verdad.

Yo he venido del cielo a vosotros, para bendeciros y fortaleceros, para que podáis seguir a mi Hijo.”

Yo le presenté mis peticiones y le dije: “Querida Madre de Dios, tu Hijo Jesús y Tú, me habéis pedido que se construya un centro espiritual para la adoración en Sievernich. Sin embargo, yo no lo puedo llevar a cabo si los sacerdotes no están de acuerdo. ¿Qué puedo hacer? Te pido que me ayudes.

Ella dijo:

“Hija mía, reza y haz todo lo que te diga. Quien no escucha mi palabra, tendrá que responsabilizarse ante mi Hijo. ¡Ama y ora!

¡Perdonaos los unos a los otros! Mirad lo que mi Hijo Jesús ha hecho por vosotros. Buscad refugio en Su Sagrado Corazón. Soportad grandes cambios, sed fuertes en mi Hijo. ¡Amad, soportad, perdonad, sed misericordiosos!”

Suspendida en el aire, salió (de la iglesia) para bendecir también a las personas que estaban allí. Pasados unos minutos, Ella regresó, nos bendijo y aceptó todas nuestras peticiones con su Corazón abierto. Yo tenía cierto temor que ésta fuera su última aparición en Sievernich. Ella me aseguró que ésta no sería su última aparición. Nuevamente Ella nos bendijo al despedirse y pronunció “Gloria al Padre...” y desapareció en la luz.

Viernes 17.06.2005, 15.00 horas

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Los que están cerca del Señor y se regocijan en su Amor, recibirán sufrimientos de Él – y no solamente sufrimientos en sí. El sufrimiento como tal no tendría ningún sentido. El ser humano no lo desea.

Ellos se unen al Crucificado y por sus sufrimientos padecerán con Él. Ellos sufren por aquellos que están lejos de Él y viven en pecado. Ellos sufren para redimir a los tibios y a los que están lejos de Dios y por aquellos que en su vida espiritual ofenden constantemente al Señor. El Resucitado regalará la redención a los que sufren por Su Amor y a los pecadores debido a Su Misericordia.

Tú eres mi Pastor, Señor Jesús,
en un tiempo,
En el que con frecuencia tus ovejas están abandonadas.

Tú nos dices: Sujetaos a Mí,
¡pues yo vengo a vosotros como vuestro Salvador en la Eucaristía!
¡Vivid este tiempo conmigo!

Vosotros, ovejas mías, sed un solo rebaño,
para que las falsas doctrinas no os dispersen.
Yo quiero cuidaros y ver por cada uno de vosotros.

Venid a Mí,
Yo os espero en los Sacramentos de mi Iglesia.
Allí estoy enteramente presente para vosotros.

¡Sentid y experimentad Mi Amor!

Esto, Señor Jesús, divina Majestad,
yo quiero seguirte a Ti y estar contigo.

Cada vez que te visito en tu iglesia,
Tú me das fuerza en mi vida.
Tú iluminas mi vida cotidiana.

Tú dices que,
mediante la adoración nos regalas frutos espirituales,
a nuestros pastores, los sarmientos de Tu de tu viñedo.

¡Envíanoslos Señor!

Gustosamenre queremos corresponderte por este favor
y rezar por ellos,
para que Tu rebaño sea conducido por pastores,
Que vivan en Tu Amor.”

Sievernich, 4 de julio del 2005 aprox. 17:24 horas

Sentí un gran calor; después apareció una luz blanca muy clara, oval, de la cual salió la Madre de Dios como la Inmaculada. Estaba toda vestida de blanco llevando una corona dorada sobre su cabeza. En sus manos tenía un rosario de flores azules y de su brazo pendía el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella flotaba sobre una nube blanca y una rosa dorada yacía a sus pies. Ella sonrió y se acercó a nosotros.

En primer lugar me dio un mensaje personal.

Después dijo:

Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado hijo Jesucristo. Poned todas vuestras preocupaciones dentro de mi Corazón Inmaculado. Mi Hijo Jesús os ama y es misericordioso. Yo conseguiré alivio a los que sufren en la medida que mi Divino Hijo lo permita.

Anda al lugar donde te entregué mis secretos. Que allá se construya una fuente. Muy profundo en la tierra encontrarás agua, la que proporcionará alivio a los que sufren.

Yo deseo que todas las naciones me visiten en este lugar no para gloria mía sino para adorar aquí a mi Hijo Jesús".

Sobre todos nosotros descendieron rayos azules que salían de Ella.

Yo le conté mis preocupaciones. Ella me dijo:

"Si mi Hijo Jesús no te mandara sufrimientos, ¿cómo llegarás al cielo junto a mí?"

Ella se dirigió hacia afuera, bendijo a los que allí rezaban, regresó, nos bendijo a todos y también bendijo los rosarios. "En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" y desapareció lentamente en la luz.

16.07.2005 - Sobre la debilidad

“Si tú crees que eres el vencedor sobre el pecado, de esta manera caerás por el camino directo dentro de éste. No juegues con las tentaciones, evítalas; muy pronto ellas te encadenarán. Si en tu debilidad reconoces la grandeza del Señor, Él te fortalecerá con firmeza. Él, el Sublime, sabe que tú sufres bajo las consecuencias del pecado original y que cada día recaes de nuevo. Así, Él te levantará siempre, una y otra vez, ...... Él... ¡el mismo Amor infinito!

Quien verdaderamente reconoce sus debilidades, vive en el Señor, porque se ha entregado por completo a Él. Considérate débil y tómate a ti mismo con ligereza, vive en Él, entonces Él te regalará sin medidas y te fortalecerá.”

16.07.2005 - Señor, soy débil

(Esta oración fue revelada por sta. Teresa quien la recomendó como oración interior)

Señor,
soy débil.
Fortaléceme,
porque sin Ti,
yo caería.

En la necesidad
caigo,
y sin escapatoria,
me encuentro.

Te llamo
sin cesar,
esperando
y confiando.

Orando
yo caigo
en Tus manos,
estoy protegida.

Tú escuchas
mi llamada,
Tú amas a Tu hija.

Sievernich, 01.08.2005, aprox.17:24 horas

Sentí un gran calor y vi, desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar una bellísima luz clara en forma oval. La Madre de Dios salió de esa luz como la Inmaculada. Ella estaba vestida toda de blanco y llevaba una corona de oro sobre su cabeza. En sus manos tenía un rosario de rosas blancas. En su brazo tenía el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). A sus pies yacían tres rosas: una blanca, una dorada y una roja. Suspendida sobre una nube, Ella se acercó a nosotros y sonrió. Yo le dije: “¡Te saludo, Santa Virgen María!

Ella dijo:

“¡Oración, paz, oración!

Queridos hijos, Yo os saludo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo. Desde el cielo he venido a vosotros – más no para que os volváis poderosos. Mi divino Hijo Jesús desea que os convirtáis en personas que aman. Las personas qua aman dan gracias y piden, no exigen. Acudid a mi Hijo Jesús. Sentid como Él os ama.”

Ella nos bendijo a todos “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y de su Corazón salieron bellísimos rayos hacia nosotros. Luego, la Santísima Virgen María extendió su manto sobre nosotros, abarcando hasta el exterior de los muros de la iglesia.

Ella dijo:

“Di a tu director espiritual, que mi deseo es la construcción de la fuente la Inmaculada!”

Siguió un mensaje personal.

Luego, suspendida en el aire, atravezó la iglesia dirigéndose hacia hacia las personas que estaban afuera y las bendijo. Ella dijo:

Hoy he venido a vosotros, para aliviar vuestros sufrimientos. Poned todas vuestras preocupaciones en mi Inmaculado Corazón.”

Nuevamente nos bendijo “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Yo le agradecí de todo corazón y la Madre de Dios desapareció lentamente en la luz.

27.08.2005 - El Amor vence los pecados del mundo

„Dios es el orden eterno. Todo en Él está bien calculado. Su orden perdura por siempre y yo te lo denominaré con una palabra: ¡Amor! El Señor mismo es el Amor perfecto. Todo lo que está fuera de este orden, es desorden, es pecado. De esta manera, el pecado consiste en alejarse del Señor, el Amor mismo. La creación entera se somete a Su orden...y de ese modo el mundo, que vive alejado de Él y no le reconoce, será sanado y santificado sólo a través de su Amor.

¿Cómo logrará esto Su Sublime Majestad? Él envía su luz al mundo, a los suyos, a los que proclaman Su Palabra y ardiendo de Amor por Él hacen lo que el Señor les dice. No basta sólo arder en el corazón. Vencer el temor a los demás y hacer, lo que el Señor nos diga, es el cumplimiento de Su Palabra. Hombre de poca fe te preguntarás, ¿no se consumirá ésta en el mundo...?

El amor de Dios arde, pero no se consume. La luz del Señor quiere que la lleves protegida en tu corazón. Que esta llama se desarrolle en el silencio y en la oración. Considera: esta es la preciosísima luz del Señor, la llama de Su Amor, que Él quiere encender en ti y en tu prójimo.”

27.08.2005 - Señor, en la oscuridad de mi corazón

(Esta oración fue revelada por Sta. Teresa quien la recomendó como oración interior)

Señor,
en la oscuridad
de mi corazón,
enciende Tu luz.

Tu luz:
extendiéndose en el silencio, flameando en la oración,
ardiendo en mi prójimo,
proporciona calor y refugio.

Dios mío:
todo en todo
y todo en uno,
todo uno,
sólo Amor.

Sievernich, 05.09.2005, apr. 17.24 horas

Sentí un gran calor. Al cabo de algún tiempo vi, desde mi punto de vista, la bellísima luz blanca, clara y en forma oval al lado izquierdo junto al altar. Dentro de esta luz flotaba la Madre de Dios como la Inmaculada. Tenía una corona de oro y estaba vestida toda de blanco. Ella tenía un rosario largo  hecho de rosas blancas. La respectiva cruz del rosario terminaba con un trébol. Ella estaba con sus pies descalzos sobre el globo de la tierra. La parte inferior del trébol de la cruz del rosario rozaba el globo de la tierra. La Inmaculada tenía en su brazo izquierdo el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). La Madre de Dios tenía una expresión bondadosa, pero seria y flotando se acercó a nosotros.

Le dije: “Te saludo, Santísima Virgen María. Te agradezco por haber venido hoy día a nosotros.” Ella respondió:

“Queridos hijos, ¡orad, orad, orad! Este lugar lo he elegido y bendecido. Esta es la volundad de mi Hijo Jesucristo. Amad a mi Hijo y sed agradecidos. Muchos eventos tendrán lugar en la tierra, a pesar de ello, Yo os he colocado bajo mi manto protector. ¡Orad, no dejeís de orar! Hija mía, no mires a la resistencia, mira a mi Hijo Jesús. Pronto llegará el tiempo de mi despedida. Recíbeme con un vela bendecida.”

Ella nos bendijo a todos, especialmente a los enfermos: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” Ella dijo:

“Orad en especial por aquellos que no aman a mi Hijo. Sumérgelos dentro de la preciosísima Sangre de mi Hijo Jesús. Mi amado Hijo es la fuente de todas las Gracias. ¡A Él se lo debéis agradecer!”

A continuación pude tocar brevemente el escapulario de la Madre de Dios. Luego, flotando en el aire salió (de la iglesia) y bendijo a todos los peregrinos. Finalmente regresó y dijo:

“Nuestro encuentro será nuestra despedida. Queridos hijos, ¡Yo os bendigo y deseo que viváis en agradecimiento, paz y amor los unos con los otros!

¡Alabado sea Jesucristo!”

Dándonos su bendición desapareció dentro de la luz.

17.09.2005 - Sobre la higuera estéril y la higuera joven

“En el jardín de Dios hay una higuera deforme. El jardinero la cuida y, puesto que la tierra en la cual está enraizada es fértil, espera hasta el tiempo de la cosecha. Al llegar ésta, él ve que el árbol sólo ha dado frutos secos. Debido a que el árbol no dará más frutos buenos y casi no tiene vida en sí, el jardinero lo corta y le arranca las raices del suelo. Él cultiva la tierra buena y planta una higuera joven, le echa la bendición y la deja crecer. Ésta crece y se desarrolla bajo su cuidado y, llegado el tiempo de la cosecha, da frutos en abundancia.

Reflexiona, amiga mía, el árbol joven no puede crecer junto al árbol viejo y deforme. El árbol viejo e infructuoso con sus frutos secos le quitaría la fuerza de la tierra y la luz del cielo. Por lo tanto, ambos no pueden permanecer el uno junto al otro. Ni el árbol viejo se regeneraría, ni el joven se plantaría a sí mismo, tampoco la tierra se labra a sí misma ... Muchos se olvidan que, ésta es la tarea del jardinero, que cultiva el jardín de Dios.

El Señor te ha dado su bendición y ha enviado a su Madre a la humanidad. ¡Tú sólo ora y llama! Contempla a nuestro Señor, no a los frutos secos de aquel árbol deforme. Considera que el Señor también labró aquel árbol hasta el tiempo de la cosecha. Sin embargo, lo que no da frutos, lo arroja, para que el árbol joven y bendito pueda dar frutos en abundancia.”

17.09.2005 - Señor, sé mi bendición

“Señor, sé mi bendición,
Déjame crecer en Ti.
Sé mi suelo, mi agua,
mi luz.
Yo quiero ser tu árbol,
regalarte frutos en abundancia.

Señor, sé mi bendición,
Mi protector contra todas las tempestades
y de todo peligro.
Tú, Señor, eres el jardinero,
que planta, me protege y me cuida.
Te regalo mi vida.
Tómala para Ti,
para que yo pueda crecer en Ti.”

30.09.2005 - Bienaventurados, los que creen sin haber visto

Un hombre preguntó a través del Oasis Azul de la Oración: “¿Qué puedo hacer para seguir verdaderamente el camino que el Señor me ha designado y pueda complacer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo? Además tengo un anhelo muy grande de poder ver alguna vez también a la Madre de Dios.”

Mientras yo oraba por este hombre, sta. Teresa de Ávila se dirigió a él diciendo: “¡Abre tu corazón más de lo que tus ojos puedan ver!

01.10.2005 - Poner todo en las manos de Dios

Suelta tus manos,
pon todo en las manos de Dios.
No temas, confía en Él
pues te lleva protegida en Sus manos
y te mantiene en Su Amor.

Confía sólo en Él,
y deja que los hombres hablen,
que su propio juicio caiga sobre ellos mismos.
Ten valor, humildad y reconócete a ti mismo
y deja que todo lo pasado produzca frutos maduros.

Ve lo bueno, de este modo tú crecerás.
Ten malas experiencias, para así madurar.
La vida como la escuela de Dios,
la que en si lleva amor y sufrimiento;

Ten el valor de ir por el camino del Señor.
Atrévete, no tengas miedo.
Que torpeza sería,
no ir por este camino

Es pasajera la luz del mundo
y sólo un débil reflejo
comparada con la luz eterna, Dios mismo.
Abre tus ojos, tus oídos, tu corazón
y observa tu vida cotidiana.

Tú ves correctamente
cuando allí nuestro Señor te espera
para ir junto a ti por el camino hacia el Padre.

Eternamente protegida en Sus manos,
las que fueron, son y serán.
Nadie te consolará de esa manera,
Ni te levantará y mantendrá como el Señor.

Sievernich, 03.10.2005, apr. 17.26 horas

Sentí un gran calor, luego vi la luz clara y en forma oval de la Madre de Dios. En medio de la luz vi algo así como destellos de innumerables pequeñas partículas doradas. La Inmaculada salió de esa luz ovalada. Ella estaba vestida toda de blanco y sobre su cabeza llevaba una corona dorada. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas blancas. Sobre su brazo colgaba el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). La Madre de Dios estaba descalza sobre el globo de la tierra. Ambos pies estaban sobre Alemania. Tres rosas formaban un semicírculo a sus pies. En el medio una rosa roja, a la izquierda una dorada y a la derecha (desde mi punto de vista) una rosa blanca. Ella sonrió y suspendida en el aire se acercó hacia mí. Luego, Ella nos bendijo: “¡En el nombre del Padre,y del Hijo y del Espíritu Santo! Ella dijo:

“Queridos hijos, ¡Cuánto me alegran vuestras oraciones! ¡Cuántas palabras ya os he dicho! ¡Cuántas veces os he visitado! Ha llegado el tiempo en el que la palabra no sea solamente proclamada sino que también sea vivida. Es mi deseo, que cada uno de vosotros sea un verdadero testigo de mi Hijo Jesucristo. Yo os tiendo la mano. Yo os deseo conducir a mi amado Hijo Jesús.

Orad por todas las naciones, porque no quiero que mis hijos se pierdan. ¡Mi divino Hijo Jesús os ama tanto!”

La Santísima Virgen María, suspendida en el aire, salió y de nuevo nos bendijo. Transcurrido algún tiempo, flotando, regresó a nosotros y abrió su manto, dentro del cual todos estuvimos protegidos. Repentinamente, a sus pies vi otra luz pequeña. De esa luz salió un monje con barba y llevaba un hábito claro con cogulla (capucha). Tenía sus manos juntas en oración. Luego las abrió y vi dentro de éstas una medalla con una cruz dentro. Le pregunté quién era, se presentó como Benito de Nursia. Él oraba con nosotros.

 Luego, la Inmaculada nos pidió rezar juntos el Magnificat. Ella comenzó: “Alaba mi alma la grandeza del Señor ...”

Al concluir la oración Ella dijo:

“Hija mía, bendice a tus perseguidores, evita el mal, Yo estaré contigo.

Hoy deseo despedirme de vosotros. Yo estaré siempre con vosotros en este lugar. Ya he dicho todo. Vivid el Evangelio y meditad mis palabras. Mi amado hijo Jesús me ha enviado a vosotros, para que seáis testigos vivientes de Su amor. Orad, amad y haced lo que mi Hijo Jesús os diga, porque el Verbo es eterno y vive. Dejad que viva en vuestro corazón. Con gusto os quisiera volver ver a todos vosotros en el cielo.

La Madre de Dios nos bendijo a todos por última vez. A través de la bendición de la Inmaculada, todos recibieron una pequeña cruz luminosa sobre la frente. Ella sostuvo el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) de tal forma que yo lo pudiera tocar. La Santísima Virgen María tomó todas nuestras intenciones en su corazón, así me lo aseguró. Luego, suspendida en el aire, retrocedió sonriente en la luz y desapereció, así como también el monje llamado Benito.